El periodista que robó pruebas de la "mayor escena del crimen"
El periodista que robó pruebas de la "mayor escena del crimen"

Cuando un periodista investiga la escena de un crimen es que algo está mal. No es su trabajo. Nosotros dejamos la investigación de las pruebas en manos de la policía por una buena razón.

Pero el 17 de julio de 2014, el vuelo de Malasia Airlines MH17 explotó sobre los cielos del este de y los restos de 298 pasajeros y la tripulación cayeron en una zona de guerra con frentes militares en vez de controles de la policía.

Yo visité el lugar varias veces y, después de meses de ver las pruebas esparcidas en la imperturbable escena, decidí llevarme unos cuantos fragmentos. 

Y al menos tres de ellos fueron vinculados a un misil tierra-aire por analistas forenses y expertos.


Nadie parecía tener mucho interés en investigar las pruebas. Estuvieron durante meses sin protección en la escena del suceso.

HOMBRES Y ARMAS
Las víctimas procedían de varios países. 196 eran holandeses y mi país estaba conmocionado.

Los restos del MH17 estaban esparcidos en un área de más de 35 kilómetros cuadrados y, cuando llegué por primera vez, las facciones ya se habían puesto en marcha para localizar los cuerpos despedazados.

No había ningún tipo de organización, sólo hombres con armas de fuego. Pero nadie nos impidió entrar y grabar lo que se denominó como "la mayor escena del crimen del mundo".

En todas partes yacían restos desoladores. Era una escena de guerra. De muerte. Un infierno.

Tomé fotografías de los números de serie, de los agujeros y cráteres en un intento por entender la magnitud de todo aquello.

Los separatistas apoyados por Rusia habían estado luchando con el ejército ucraniano por el control de la zona del MH17. De hecho, la entrada al área fue obstruida por controles de carretera vigilados por rebeldes armados.

Los investigadores holandeses llegaron cuatro días más tarde.

En el momento de su llegada, los bomberos ucranianos ya habían recuperado la mayoría de los cadáveres y restos de esa escena, y los habían puesto en bolsas de plástico que esperaban en un tren con vagones refrigerados.

Pronto los investigadores holandeses fueron repatriados. Las autoridades de Holanda consideraron que era una zona de guerra muy peligrosa para recopilar pruebas.

Sin embargo, se pidió a los Países Bajos que se encargaran de la investigación desde Ucrania.

Inicialmente, lo vieron como un paso lógico y necesario.

Cuando las filas de ataúdes aparecieron en el país transportadas por coches fúnebres a barracones militares, nuestro pequeño país se ahogó en lágrimas.

Parecía como si todo el mundo conociese a algún pasajero del MH17.


Uno de los restos recogidos por el periodista.

La ciudadanía holandesa no esperaba nada más que conclusiones rápidas de sus investigadores. Pero las manos de estos estaban atadas por compromisos con Ucrania –aun cuándo su armada todavía no había sido descartada como sospechosa– y por la negativa oficial a negociar con los separatistas.

El retraso en recolectar los restos y los informes forenses de la escena dejó a una población que estaba de luto con un enojo y frustración crecientes.

En septiembre de 2014, un informe preliminar indicó que el MH17 fue derribado por un gran número de objetos que atravesaron el avión a gran velocidad. No había evidencias de errores técnicos o humanos.

Fue ampliamente criticado: era muy poco y demasiado tarde.

Personalmente, yo vi el informe como un indicio de que muchos de estos objetos podían estar todavía entre los restos.

Pero, tres meses después del accidente, todavía nadie había recogido las posibles pruebas.

No había investigadores. Tampoco supervisión policial.

A principios de noviembre, en mi tercera visita a la zona del MH17, tomé la decisión de buscar fragmentos que podían no pertenecer a un Boeing o a la carga. Cogí alrededor de 20 piezas pequeñas y "sospechosas".

Mi principal sospecha fue un fragmento que parecía como de restos de munición: oxidado, de metal pesado y con bordes afilados.


"Al menos tres de las piezas que había tomado tenían las marcas de un misil tierra-aire".

Reconocí este tipo de munición de otras zonas bélicas.

Un par de días después de que hubiese dejado el área, los investigadores holandeses finalmente comenzaron a transportar las primeras partes de los restos a los Países Bajos.

Sacar los fragmentos fuera del país fue un problema. Conseguir analizarlos, otro.


Había dos hipótesis: un avión ucraniano o un misil tierra-aire.