(Ilustración: El Comercio / Jhaffet Pianchachi)
(Ilustración: El Comercio / Jhaffet Pianchachi)
María Rosa Villalobos

Como ecólogo y psicólogo, Salvador Rueda, director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, ha dedicado gran parte de su vida profesional a mejorar la calidad de vida de las personas. Para ello ha tenido como foco principal de estudio y trabajo los grandes espacios en los que las personas conviven y se desarrollan: las ciudades.

Durante la visita que realizó El Comercio a su oficina en la Ciudad Condal, Rueda explicó por qué es importante poner en la agenda pública la gestión de ciudades. 

—El crecimiento mundial y poblacional hace cada vez más importante la gestión de las ciudades en la agenda de los gobiernos. ¿Qué más debe acompañarla?

Se generarán procesos de movimientos migratorios masivos fruto de los efectos del cambio climático […]. La transpiración deja de funcionar cuando tienes 55 grados [centígrados] y humedad relativa alta. En Sevilla se llegó a 50 grados en el 2003. Este verano se ha llegado a 56 grados en el norte de África con humedad baja. Esto se va a extender a distintas partes del planeta.

—La política también interviene.

Viene en paralelo. Cuando hay escasez o procesos de movimiento, el conflicto está servido. Las subidas del agua con el cambio climático pueden representar 200 millones de personas moviéndose. Eso nos hace pensar, ¿hacia dónde vamos?

—A mí me hace pensar en Donald Trump.

La justificación del muro de Trump no es la que se predica. Para mí, están previendo estas migraciones masivas y están ya poniendo un muro de contención. Lo mismo que en Austria, donde hace unos meses hicieron maniobras militares para ver cómo tenían que cerrar la frontera.

—Esas acciones acompañan el discurso anti cambio climático. Ambos países se bajaron del coche del G-20.

Lo que hace Trump solo acentúa y alarga períodos que deberían estar ya en agenda para tomar las decisiones adecuadas. La mayoría de las variables que han traspasado las líneas rojas son responsabilidad de las ciudades y su funcionamiento […] Las ciudades son responsables de la emisión de los gases de efecto invernadero. Más del 70% de la energía se consume en las ciudades.

—¿Las energías renovables son la solución?

Son una parte. Las ciudades son el gran problema, pero en ellas está la solución. Hay que reorganizarlas y repensarlas.

(Foto: Archivo personal)
(Foto: Archivo personal)

—¿De esta idea de reorganización y regeneración de ciudades nace el proyecto supermanzanas?

Se trata de una propuesta que hice hace 31 años cuando dirigía los servicios de medio ambiente del Ayuntamiento de Barcelona. Hicimos un mapa de ruidos para la ciudad y nos dimos cuenta de que el ruido funciona como una ley del todo o nada: si pasan carros, siempre estás por encima de los niveles admisibles. Para conseguir que estén por debajo, las calles tienen que ser de vecinos, sin autos.

—Se escucha como una idea loca.

Pero es así [risas]. Los últimos estudios epidemiológicos le están dando al impacto sobre la salud valores similares a los de la calidad del aire. Se muere gente prematuramente [por contaminación sonora] tanto como se mueren personas prematuramente por efectos de la contaminación atmosférica. En el caso del área metropolitana extendida de Barcelona, esto supone 3.500 muertes al año. Imagina los números en ciudades con mayor población y con dificultades para la modernización del parque automovilístico.

—Es difícil pensar que en países como el Perú puedan darse proyectos como el de las supermanzanas.

Las supermanzanas intentan definir vías especializadas para conectar un punto con otro de la ciudad de la manera más rápida posible. Esas vías son la periferia de espacios internos que se liberan a la movilidad de paso. Todo esto en células de 400 o 500 metros de lado. ¿Por qué ese diámetro? Porque el tiempo que tardas en dar la vuelta a una supermanzana en auto es el mismo que tardas en dar una vuelta a pie en una manzana [de 100 metros]. Las supermanzanas tienen esas dimensiones porque es la manera de urbanizar el auto. La idea es hacer ciudad, convertir el espacio público en una verdadera casa de todos.

—La idea de cerrar cuadras y hacerlas solo peatonales puede traer problemas a los municipios...

Los problemas existirán por dos años. Luego lo abrazan [al municipio]. Las ciudades son para las personas. Ahora, con las plataformas 5G, vienen los vehículos autónomos [...]. El transporte público va a flojear tanto que no va a tener masa crítica para mantenerse en el tiempo.

—Lo más próximo son los vehículos eléctricos.

Los vehículos eléctricos están comenzando, pero los autónomos serán eléctricos y compartidos. Lo que la gente no sabe, y si lo sabe no lo aprecia, es que se trata de la implantación masiva de robots en las ciudades. Van a hacer muchas más cosas que moverse. La propuesta que doy en la carta para el diseño de nuevos desarrollos urbanos y regeneración de los existentes es que nos pongamos de acuerdo en el sistema de proporciones.

—Disculpe la broma, pero usted debe ser el Satanás de la industria automotriz.

Al contrario, ellos saben que tienen los días contados. De hecho, ellos ya están articulando su negocio para convertir la movilidad en un servicio. Ya no será más una venta de objetos. No estoy en contra del vehículo, estoy en contra de su mal uso. [Debe existir un equilibrio en el sistema de proporciones] entre el transporte colectivo, la bicicleta, los tramos a pie y los artefactos de movilidad individual como el patinete y el Segway.

—¿Existe ya un proyecto de supermanzana en América Latina?

Sí, hemos entregado proyectos de supermanzanas para cuatro áreas en Buenos Aires. Además, en Quito se ha comenzado a construir una en el Centro Histórico.

—¿Percibe reticencia del sector económico?

Claro que la hay, pero siempre les digo que no hay por qué tener miedo. No será por la vía de las supermanzanas que van a perder el negocio. En el caso de Barcelona, el total de viajes en vehículos privados de las personas que viven y se mueven dentro de la ciudad no llega al 17%. Sin embargo, ocupan el 65% del espacio. Eso no es democrático en el uso del espacio.

—¿Por qué promueve la bicicleta eléctrica?

Una bicicleta eléctrica, que es 30% más veloz que una normal, permite que en tiempo seas competitivo respecto a un auto cuando la distancia a recorrer sea menos de 12 km. La energía que utiliza es menor a la que se usaría si se hiciera el trayecto a pie. El Ayuntamiento de Barcelona pone 1.000 bicicletas eléctricas y 6.000 de las normales al servicio de los ciudadanos. Eso se puede hacer en Latinoamérica. ¿Por qué no?

—Es más probable que se roben las bicicletas.

Aquí también hay robos. Lo importante es tener el objetivo de cambiar el modelo de movilidad.

—¿El futuro tiene que ser necesariamente más peatonal?

Siempre. Si eres capaz de hacer todo lo que haces con una energía equivalente a la de una bombilla de 150 vatios y un auto necesita más de 6.000 veces esa energía, está todo dicho.

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