La semana pasada, los rusos decidieron salir a las calles para protestar contra el régimen de Vladimir Putin y el domingo preparan nuevas manifestaciones, alentados por el opositor Alexéi Navalny, el político que fue envenenado el año pasado y que decidió volver a Moscú para enfrentar al gobierno.
Sin embargo, la figura de Navalny desata más polémica que pasiones en Rusia. Aunque el video donde denuncia la construcción de un palacio para Putin, de parte de empresarios aliados al Kremlin, ha tenido más de 100 millones de visitas en YouTube, aún está lejos de convertirse en un político que le haga verdadero contrapeso al poderoso presidente.
Al respecto, este Diario conversó con la doctora serbia Mira Milosevich, investigadora principal del Real Instituto Elcano y profesora asociada de Russia’s Foreign Policy del Instituto de Empresa (IE University).
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- Vladimir Putin hizo referencia por primera vez a una denuncia difundida por el opositor Alexéi Navalny sobre el tema del supuesto palacio, que habría sido construido para el presidente por empresarios amigos. ¿A qué se debe este cambio de actitud?
Navalny estuvo cuatro meses en Alemania recuperándose del envenenamiento que se produjo en agosto y se ha impuesto como un interlocutor ruso para el extranjero. Hasta ahora el interlocutor de Rusia solo era Vladimir Putin y el círculo cercano a él porque no había ninguna figura tan conocida que esté en Rusia y que pueda ser un vocero.
Entonces, la decisión de Navalny de volver a Rusia tiene que ver con eso, porque él busca esa legitimidad de hablar en nombre de la otra Rusia, no solo la Rusia de Putin. La estancia de él en Alemania, el apoyo que ha recibido tanto de la Unión Europea, de la OTAN y de Estados Unidos, que han llamado al Kremlin a respetar los derechos humanos y a buscar a los responsables del envenenamiento de Navalny, de alguna manera han impuesto una agenda doméstica a Putin, y Navalny está en el centro de esta agenda.
De otro lado, es cierto que por primera vez Putin hace referencia a un video de Navalny, pero también en cada ocasión en que a Putin se le acusaba de algo, él lo desmentía. Esto pasó cuando se reveló que tenía mucho dinero en Panamá, según los famosos Papeles de Panamá. Él siempre niega lo que a los ojos de los rusos puede dañar su imagen, y una de las imágenes que cuidadosamente ha construido desde su llegada al poder en el 2000 es que él no es corrupto como lo fue Boris Yeltsin y toda esta gente que llevó a Rusia a la ruina en los años 90. La corrupción galopante que hubo en estos años también explica, en parte, el éxito de Putin.
Entonces, este cambio se debe a dos razones: Primero, que Navalny se ha convertido en un interlocutor que el extranjero está escuchando porque estuvo en Alemania cuatro meses; y segundo, porque Putin quiere conservar esta imagen de político ruso que no es corrupto.
- ¿Qué tan consistente es esta denuncia sobre el palacio?
Yo no tengo pruebas, obviamente, y tampoco hay pruebas de que este palacio pertenece efectivamente a Putin. Él no es tonto y no va a poner un palacio de estas dimensiones con su nombre o de algunos familiares suyos, y él ha dicho eso. Otra cosa es si el palacio lleva el nombre de otra persona y es utilizado por Putin y su familia, y eso no se sabe. En cualquier caso, toda la estrategia de Navalny es hablar de la corrupción. No es primera vez que él habla de la corrupción. En su momento, también se denunció que Putin llevaba un reloj de 15 mil dólares y que el sueldo que recibe no le permite tener algo así, pero luego se difundió que este reloj fue regalo de un mandatario del Golfo Pérsico, lo cual está permitido según las leyes rusas.
- Recientemente hubo manifestaciones contra Putin. ¿La oposición tiene suficiente arrastre en Rusia?
En Rusia hay dos tipos de oposición: la oposición oficial y la no oficial. En la oficial están los partidos políticos que crea el mismo Kremlin para fingir que existe un sistema pluripartidista, son partidos que existen pero que financia el Kremlin y que incluso están en la Duma por si se necesita una coalición. Luego están los partidos no oficiales. Entre ellos está Yábloko, que es la única agrupación seria que ha llegado a tener escaños en el Parlamento, pero que últimamente no llega al 5% necesario.
Hay muchas leyes en Rusia que impiden un ‘fair play’, una competencia política limpia y transparente. Es muy difícil ser político de oposición en Rusia. La oposición está completamente desorganizada, no tiene un proyecto político y muchos partidos son de signo nacionalista, incluso algunos más que Putin. El propio Navalny estuvo a favor de la guerra de Georgia el 2008 y a favor de la anexión de Crimea, algo que no es aceptable por Occidente y la Unión Europea.
Dicho todo esto. El caso de Navalny ha producido una serie de manifestaciones, pero yo no las vincularía con la oposición política. Yo creo que la gente ha salido a la calle no por un fraude electoral, como ocurrió en el 2011, sino porque está indignada por la impunidad legal, de que cualquier ciudadano de Rusia puede ser envenenado y que el gobierno no lo investiga. Navalny fue envenenado con novichok, un agente nervioso que no es un veneno accesible a cualquier persona, por lo tanto es difícil que en este caso no hayan participado los altos cargos del gobierno. Si el gobierno no ha emprendido una investigación pública por el envenenamiento de un ciudadano ruso en territorio ruso, esto da una imagen de una absoluta impunidad legal.
También hay que poner las cosas en su contexto. Estamos en una pandemia y Rusia también sufre por eso y la crisis económica que ha traído, entonces crece el enfado de la población. Navalny solo puede ser este motivo aparente para descargar todo este descontento, pero si las manifestaciones perduran, como lo que ocurre en Bielorrusia cada fin de semana, esto puede convertirse en un movimiento político. Pero hoy por hoy yo no lo definiría como un movimiento que pide más democracia o más libertades civiles. Está claro que está en contra del régimen, pero eso no quiere decir que es prodemocrático o pro Occidental.
- ¿Entonces, Navalny no es la figura que aglutine a la oposición?
Efectivamente. El centro Levada de opinión pública, que hace encuestas independientes, mostró una encuesta reciente en la que el 50% de los rusos no tiene ninguna simpatía hacia Nalvany, y solo el 20% lo apoya. Asimismo, solo 30% de los encuestados piensa que fueron las autoridades rusas que envenenaron a Navalny, y más del 50% cree que fue una maniobra de la CIA y de las potencias extranjeras para interferir en la política doméstica de Rusia. Entonces, hay más presión desde fuera de Rusia por el caso de Navalny, que dentro del país. Es cierto que hubo manifestaciones, pero el éxito de estas marchas se verá si es que estas se prolongan y son constantes.
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