Mvuleni Fana caminaba rumbo a su casa en Springs, a 50 kilómetros de Johannesburgo, cuando cuatro hombres la rodearon y la arrastraron hacia al estadio.
Luego de golpearla y violarla uno detrás de otro hasta dejarla inconsciente, Mvuleni pasó la noche tendida en el lugar en el que horas antes había entrenado fútbol.
A la mañana siguiente la víctima despertó llena de moretones y aún sangrando, y así volvió a su hogar, reportó el diario “The Independent”
En Sudáfrica el caso de Fana no califica como una simple violación, sino como un sometimiento correctivo. Los agresores cometen tal abuso con la idea de que “curarán” la homosexualidad.
El monstruoso episodio de la joven no es aislado. En los últimos 15 años al menos 31 mujeres sufrieron la misma suerte que la joven, pero no sobrevivieron.
Lo inusual en el caso de Mvuleni Fana es que dos de sus agresores recibieron condenas de 25 años, mientras que los otros siguen con libertad.
El caso más emblemático, por lo brutal del ataque, fue el de la violación y asesinato de la defensora de mujeres y derechos de los homosexuales, Sizakele Sigasa, y su amiga Massooa Salone, en el 2007.
Ambas conversaban en la puerta de un bar cuando un grupo de hombres se acercó a insultarlas por un largo rato. La amenaza se incrementó cuando los violentos individuos capturaron a las jóvenes. A Sizakele y Massooa las ataron con su ropa interior para violarlas y torturarlas.
Finalmente, ambas recibieron un disparo en la cabeza que acabó con sus vidas. Ninguno de los agresores fue detenido, ni procesado.
Pese a la indignación internacional y las denuncias hechos a través de los medios esta situación está fuera de control. En los últimos años, las organizaciones humanitarias que trabajan en Johannesburgo han detectado que los casos de “violación correctiva” se han incrementado drásticamente en la región, según señala el sitio web actualidad.rt.com