(Taipei/EFE).  inició este martes prácticas militares en la isla de Kinmen, ubicada a unos 10 kilómetros de China, pocos días después de la victoria en las elecciones isleñas del independentista Partido Demócrata Progresista, y ante la que el régimen comunista reaccionó la semana pasada con ejercicios castrenses en la zona.

En las prácticas de Taiwán participan un batallón anfibio en Kinmen, el escuadrón de combate aéreo 455 de la base de Chiayi, en el centro de la isla, y la flotilla 124 en la costa de la sureña Kaohsiung, informó hoy el Ministerio de Defensa.

"Estos ejercicios son rutinarios y buscan mostrar al público que estamos preparados para enfrentar cualquier ataque externo, en vísperas del Año Nuevo Lunar, para que pasen las fiestas con tranquilidad", dijo a Efe el portavoz del Ministerio de Defensa Lu De-yun.

El Ministerio de Defensa de Taiwán además calificó de "falsas" las imágenes de ejercicios militares por parte del ejército chino emitidas por la televisión estatal de ese país, CCTV la semana pasada, y que algunos analistas vieron como un mensaje de advertencia a la isla tras la victoria independentista.

El viceministro del taiwanés Consejo de Asuntos de China Continental, Lin Chu-chia, declaró por su parte, tras las supuestas maniobras chinas, que Taiwán estaba siempre alerta y preparada para responder a amenazas bélicas del territorio vecino.

Taiwán y China mantienen una paz armada, con intensos intercambios económicos, visitas de millones de turistas chinos a la isla y un millón aproximado de empresarios isleños residentes en la parte continental.

Tras un período de tensiones del 2000 al 2008, bajo la presidencia en la isla del independentista Chen Shui-bian, la subida al poder del presidente Ma Ying-jeou supuso una clara distensión y el fomento de los lazos económicos y civiles, que llevaron a la firma de 22 acuerdos.

La elección el pasado 16 de enero de Tsai Ing-wen, del PDP, señala un posible cambio en los lazos entre Taipei y Pekín, ya que la presidenta electa de Taiwán se niega a aceptar el llamado "Consenso de 1992" (una China, dos interpretaciones), que Pekín exige para mantener los actuales lazos.

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