Vacaciones de verano. Esa es la época perfecta para que una joven universitaria norcoreana, que solo disfruta de entre 10 a 15 días anuales para descansar, se someta a una cirugía plástica.
Si bien las norcoreanas no alcanzan la proporción de operaciones a las que se somete una persona en su vecina del sur, líder mundial en intervenciones estéticas por habitante, el crecimiento de este rubro en el país es notable, según un informe del diario español "El Mundo".
Las cirugías estéticas son ilegales en el régimen comunista, llegando a ser castigado por varios días de trabajos forzados, y el precio promedio de 18.000 wones (US$158) no es accesible para los habitantes de un país donde la mayoría trabaja para sobrevivir.
Además, los riesgos no se limitan a lo legal y lo económico. La salud es otro factor que está en riesgo en estas intervenciones. Con la intención de ahorrar algo de dinero, muchas jóvenes realizan las intervenciones en sus propias casas. Muchas veces, los famosos cirujanos a domicilio realizan estas intervenciones sin haber realizado algún estudio sobre el tema.
La higiene al momento de intervenir es otro factor que podría desencadenar en futuras infecciones.
Pese a esos riesgos, diversos conocedores aseguran que al menos una de cada cinco universitarias pasarán una vez por el quirófano. Además, señalan que las intervenciones favoritas son la blefaroplastia (cirugía de párpados) y maquillaje permanente en ojos y labios.
Pero, ¿por qué están tan dispuestas las jovenes a someterse a estas cirugias? La razón principal, según el diario local "Daily NK", es la esperanza de ser seleccionadas para trabajar en el exterior, una elección en la que por lo general el físico influye.
Sin embargo, este futuro no es tan prometedor. Según declaraciones del desertor Kim Tae San a Radio Free Asia, la experiencia de trabajar fuera únicamente las somete a una constante explotación. "Se marchan fuera y trabajan mucho, pero comen y viven peor que los mendigos de esos países".