Aunque parece que han pasado diez años desde que las palabras pandemia, COVID, mascarillas y restricciones se instalaron en nuestra ‘nueva normalidad’, recién en este diciembre se cumple un año de que el nuevo coronavirus emergiera oficialmente y se apoderara de nuestras vidas para cambiarlas por completo.
¿Cómo empezó todo? ¿Cuándo el virus decidió saltar del murciélago al hombre? ¿Fue en el mercado de Wuhan? ¿O el virus ya circulaba desde antes?
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Las preguntas aún no tienen respuestas claras, aunque las especulaciones son muchas, pero son claves para saber el comportamiento del SARS-CoV-2, el virus responsable del COVID-19 que aún domina el planeta, y sobre futuras pandemias.
Lo que sí ha quedado demostrado es la tardía reacción del Gobierno Chino, que estuvo más pendiente en ocultar la emergencia en las primeras semanas claves mientras los contagios aumentaban, al mismo tiempo que los médicos de Wuhan batallaban con una enfermedad desconocida y que, sobre todo al inicio, era fácilmente confundida con una neumonía.
Sin embargo, cuando el nuevo coronavirus ya se había propagando en Wuhan, y para evitar que se extendiera de manera dramática por todo el país, el régimen de Xi Jinping decidió encerrar a los 11 millones de habitantes de la ciudad, que soportó durante 76 días una cuarentena estricta.
Un año después, mientras Europa padece la segunda ola de COVID-19, Estados Unidos sigue sumando récords en contagios diarios y en Latinoamérica padecemos los estragos económicos de la pandemia, los ciudadanos de Wuhan y en el resto de China han vuelto prácticamente a la normalidad.
El paciente cero
Pero retrocedamos en el tiempo. Según el diario “South China Morning Post”, basado en reportes del Gobierno Chino, el primer caso se dio el 17 de noviembre del 2019 cuando un hombre de 55 años de la provincia de Hubei, donde está Wuhan, presentó los primeros síntomas. Al parecer, no tenía ninguna conexión con el mercado de pescados y mariscos de Huanan, en Wuhan, conocido por ser el lugar donde el virus se diseminó.
¿Se trata del paciente cero? Eso, en realidad, es casi imposible de saber y es un dato que no ha sido corroborado por científicos en otros países. ”Suena a cliché, pero en realidad es como buscar una aguja en un pajar”, comenta al canal ABC de Australia el profesor Edward Holmes, un reputado virólogo de la Universidad de Sidney y uno de los primeros en el mundo en mapear el genoma del SARS-CoV-2.
“La posibilidad de encontrar a la persona que estuvo expuesta por primera vez es casi nula”, remarca. Tratándose de un virus del que aún no sabemos todo, pero que conocemos parte de su comportamiento, no es improbable que el verdadero paciente cero haya sido un asintomático.
Casi todos los científicos coinciden que el murciélago -que ha transmitido otros tipos de coronavirus- fue el que contagió a otro animal. Este, que podría haber sido el pangolín, habría sido el huésped que finalmente llevó el virus al humano, lo cual puede haber ocurrido en noviembre pasado o varios meses antes, e incluso a muchos kilómetros de distancia de Wuhan. Sin embargo, el virus habría necesitado un evento o lugar superpropagador para convertirse en la amenaza que ya conocemos. Y todo apunta a que ese sitio fue el mercado de mariscos, donde los casos empezaron a multiplicarse.
La imagen de China
Desde mediados de noviembre del 2019, en el WeChat, la red social china por excelencia, se discutía sobre resfríos, gripes y falta de aire. Incluso algunos hablaban de que el SARS -la epidemia que se focalizó en Asia entre el 2002 y el 2003- estaba regresando. Era temporada de invierno y nada hacía presagiar que una pandemia venía en camino.
Al transcurrir diciembre, los médicos de los hospitales de Wuhan empezaron a recibir cada vez más pacientes con síntomas parecidos, la mayoría del mercado de mariscos. Mientras crecía la emergencia, se toparon con la inmensa burocracia de las autoridades chinas que no respondían a tiempo a sus advertencias. Varios doctores que hablaron de manera anónima con medios occidentales señalaban que las autoridades locales les decían que “esperaban órdenes” para saber cómo actuar, tal como cuenta un extenso reportaje de “The Financial Times”.
Fue así que pasaron semanas en que los médicos estuvieron atados de manos por no saber cómo responder ante esta neumonía desconocida y la demanda de hospitalizaciones. Así se revela también en una investigación de CNN, que recientemente recibió 117 páginas de documentos filtrados del Centro Provincial de Hubei para el Control y Prevención de Enfermedades.
Igualmente, hubo demora en realizar pruebas de descarte y diagnosticar a personas que tenían síntomas. Según este reporte, el tiempo promedio requerido para procesar un caso, desde que el paciente experimentaba los síntomas hasta que se confirmaba el diagnóstico, fue de 23 días.
Esto, además del encubrimiento para no demostrar ante el mundo la supuesta debilidad de su sistema de salud. Un caso emblemático fue el del médico Li Wenliang, que fue silenciado y amonestado por Beijing por alertar a sus colegas en redes sociales sobre el virus. El doctor finalmente se contagió y falleció en febrero.
“Por un lado, queda esa imagen negativa de China cuando al comienzo ocultó la real magnitud del problema, y por otro lado, está el lado exitoso del país al haber controlado con eficacia la pandemia”, comenta a El Comercio Carlos Aquino, coordinador del Centro de Estudios Asiáticos de la Universidad de San Marcos.
Jonathan Mayer, profesor emérito del departamento de epidemiología de la Universidad de Washington, dijo en “The Guardian” que se puede entender por qué hubo tanta confusión al inicio: “Sabemos que hay informes de la supresión temprana de informes de casos; pero para ser justos, los signos y síntomas de COVID-19 no son específicos. Incluso ahora, sin pruebas de confirmación, es fácil confundir esto con otra enfermedad”.
Pese a ello, recién el último día de diciembre se informó a la OMS sobre casos sospechosos de una neumonía “de causa desconocida”.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sido el principal crítico de Beijing y no ha dudado en culpar al “virus chino” por la explosión de casos en todo el mundo. Sin embargo, dentro de China la narrativa es otra. “La figura de Xi Jinping se ha fortalecido pues se ha mostrado como el líder que fue capaz de controlar la pandemia. Hay que recordar que más allá de las infecciones y los muertos, las consecuencias económicas para el mundo están siendo muy fuertes. Y China va a ser el único país importante que va a crecer un 2% este año, mientras que el resto del mundo está en recesión”, comenta Aquino.
Aunque en la población de Wuhan aún hay resentimiento sobre cómo se manejó el coronavirus, pues fue la ciudad que registró el mayor número de víctimas, la vida en esta urbe ha vuelto a ser casi la de antes. Incluso en sus mercados de pescados y mariscos.
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