Desconocido para la mayoría de los iraníes hasta el pasado viernes, cuando fue asesinado, el científico Mohsen Fakhrizadeh era muy conocido entre aquellos que siguen el programa nuclear de Irán. Las fuerzas de seguridad occidentales lo consideraban una pieza instrumental del programa.
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Los medios iraníes le restaron importancia a la figura de Fakhrizadeh, presentándolo como un científico implicado en la investigación de “kits de tests para la covid-19 de producción local” en las últimas semanas.
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Mark Fitzpatrick, investigador asociado del Instituto Internacional para Estudios Estratégicos, con sede en Londres, que sigue de cerca el programa nuclear iraní, tuiteó: “El programa nuclear de Irán superó hace tiempo el punto en el que dependía de un solo individuo”.
Aun así, sabemos que, cuando fue atacado, Fakhrizadeh iba acompañado de varios guardaespaldas, lo que indica lo seriamente que se tomaba Irán su seguridad.
Por tanto, el motivo del asesinato parecería haber sido más político que relacionado con las actividades nucleares de Irán.
Destacan dos posibles motivos: en primer lugar, poner en peligro una posible mejora de las relaciones entre Irán y Estados Unidos con el nuevo gobierno de Joe Biden. Y, en segundo lugar, mover a Irán a cometer un acto de venganza.
Los “enemigos” de Irán
“Los enemigos están pasando semanas estresantes”, dijo el presidente de Irán, Hassan Rohani, en sus primeras declaraciones sobre el asesinato.
“Son conscientes de que la situación global está cambiando y están intentando aprovechar estos días al máximo para generar inestabilidad en la región”, añadió.
Cuando Rohani alude a los “enemigos” de Irán, evidentemente se refiere al gobierno de Trump, Israel y Arabia Saudita.
Tanto Israel como Arabia Saudita están preocupados por la corriente de cambio político en Medio Oriente y las consecuencias para ellos una vez que el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, asuma el poder [20 de enero de 2021].
Biden dejó claro durante su campaña electoral que deseaba volver a formar parte del acuerdo nuclear iraní, que fue negociado por el expresidente Barack Obama en 2015 y abandonado por Donald Trump en 2018.
Las preocupaciones de Israel y Arabia Saudita sobre Irán fueron aparentemente discutidas en lo que los medios israelíes describen como una reunión secreta entre el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salman, en Neom el pasado domingo.
La Cancillería saudita negó que la reunión tuviera lugar.
Al parecer, Netanyahu no tuvo éxito a la hora de persuadir al príncipe para la normalización de relaciones entre las dos naciones.
Advertencia a los sauditas
El lunes, cuando los rebeldes hutíes en Yemen (a los que Irán apoya) atacaron una instalación del gigante petrolero saudita Aramco en la ciudad de Yeda, del mar Rojo, pudo haber surgido la oportunidad de encarar a los sauditas.
La prensa de línea dura iraní hizo alardes del “heroico ataque con misiles balísticos Quds-2” perpetrado por los hutíes.
“Fue una movida estratégica, bien orquestada para coincidir con el encuentro saudita-israelí, para advertirles de que no calculen mal sus pasos”, escribió la agencia de noticias iraní Mehr.
La ira de los sauditas por el ataque fue compartida por los estadounidenses.
El exasesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos John Bolton explicó en su libro The Room Where It Happened (“La habitación donde sucedió”) cómo el gobierno de Trump percibía el apoyo iraní a los hutíes como “una campaña contra los intereses de EE.UU. en Medio Oriente”.
Se dice que el presunto encuentro en Neom fue organizado por el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, que acababa de estar en Qatar y Emiratos Árabes Unidos, donde Irán fue el principal tema de conversación.
Dos semanas antes, el presidente Trump les había preguntado a sus asesores de mayor rango si tenía opciones para tomar medidas militares contra la principal instalación nuclear de Irán, según informaron medios estadounidenses.
Parecía que Trump buscaba una confrontación con Irán antes de salir de la Casa Blanca.
El pasado enero, Trump presumió del asesinato en un ataque con dron en Irak del principal comandante militar iraní, el general Qasem Soleimani, una acción que posteriormente fue catalogada por un relator especial de Naciones Unidas como “ilegal”.
“Lo detuvimos rápido y en frío… bajo mis órdenes”, dijo el mandatario estadounidense.
El señalamiento a Israel
Su homólogo iraní ha responsabilizado a Israel del asesinato de Fakhrizadeh.
Y, de hecho, muchos informes observan que el primer ministro Netanyahu es uno de los pocos líderes mundiales que hablaron directamente sobre el científico con anterioridad.
En una presentación televisada en 2018, Netanyahu habló sobre el papel de liderazgo de Fakhrizadeh en el programa nuclear de Irán e instó a “recordar ese nombre”.
Si bien Israel está seguro sabiendo que Estados Unidos seguirá comprometido con su seguridad bajo el gobierno de Biden, debe preocuparse por que su nominado para la Secretaría de Estado, Antony Blinken, es un firme defensor del acuerdo nuclear con Irán.
El enfoque de Blinken hacia Medio Oriente quizá conduzca también a más oportunidades para los palestinos. Fue crítico de la decisión de Trump de trasladar la embajada de Estados Unidos en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, aunque Biden ha dicho que no la revertirá.
¿Es la venganza una salida?
El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, llamó al “castigo definitivo” de aquellos responsables del asesinato de Fakhrizadeh.
El secretario del Consejo de Discernimiento de los Altos Intereses del Régimen iraní, Mohsen Rezai, señaló fallos de seguridad e inteligencia.
“Los servicios de inteligencia iraníes deben detectar infiltrados y fuentes de servicios de espías extranjeros y frustrar la formación de equipos entrenados para realizar asesinatos”, dijo.
Muchos iraníes se preguntan en redes sociales cómo es posible que, a pesar de la retórica de Irán sobre su superioridad militar y de inteligencia, alguien tan protegido fuera asesinado a plena luz del día.
También hay preocupación de que el crimen sea utilizado como excusa para realizar más arrestos dentro del país.
Ahora que Trump está de salida, y que Israel y Arabia Saudita pierden a su principal aliado, Irán espera que el gobierno de Biden suavice las sanciones y poder reconstruir su economía.
En ese caso, sería irracional buscar la venganza.
* Massoumeh Torfeh es investigadora asociada en la London School of Economics y en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS), especializada en la política de Irán, Afganistán y Asia central. Previamente fue directora de comunicaciones estratégicas de Naciones Unidas en Afganistán.
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