Un hombre asiste al funeral de las víctimas de un terremoto en la aldea de Gayan, en la provincia de Paktia, Afganistán, el 23 de junio de 2022. (EFE/EPA/STRINGER).
Un hombre asiste al funeral de las víctimas de un terremoto en la aldea de Gayan, en la provincia de Paktia, Afganistán, el 23 de junio de 2022. (EFE/EPA/STRINGER).
Agencia EFE

Trece miembros de una misma familia se encuentran entre los más de 1.000 muertos del t, entre ellos la madre, hermanas, y cuatro hijos de Sawar Khan, uno de los sobrevivientes de la peor catástrofe de este país en décadas.

Perdí a trece miembros de mi familia, incluyendo a mi madre, mis hermanas, y cuatro de mis hijos. Mi esposa y mi hija están hospitalizadas en otra sala”, dijo a Efe Sawar Khan, junto a su hijo Dadullah, mientras recibe atención en una sala de un hospital en el distrito de Urgon, en la provincia afgana de Paktika.

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Paktika y Khost, en el este de Afganistán y limítrofes con el vecino Pakistán, son las dos provincias más afectadas por el terremoto de magnitud 5,9 con epicentro en Khost que causó la muerte de al menos 1.030 personas y dejó más de 1.500 heridos.

El sismo sorprendió a la gente mientras dormía, con escaso tiempo para huir al exterior de sus endebles viviendas de adobe en estas remotas provincias montañosas.

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“Solo pude rescatar a dos de mis hijos y a mi esposa, porque había demasiado polvo y escombros en el suelo”, contó Khan tendido en una cama, con lesiones en su pierna derecha y en la cabeza, un golpe que le impedía “hablar bien”.

La gente asiste a un funeral de las víctimas del terremoto en la aldea de Gayan, en la provincia de Paktia, Afganistán, el 23 de junio de 2022. (EFE/EPA/STRINGER).
La gente asiste a un funeral de las víctimas del terremoto en la aldea de Gayan, en la provincia de Paktia, Afganistán, el 23 de junio de 2022. (EFE/EPA/STRINGER).

Tras más de 24 horas de la catástrofe, Afganistán continúa con las labores de búsqueda, con la esperanza de encontrar supervivientes y recuperar los cuerpos de las víctimas.

En el vecino distrito de Gayan, uno de los más afectados, muchos supervivientes tuvieron que pasar la noche a la intemperie, con hogueras y alguna manta para poder combatir el frío, mientras niños en grupos lloraban desconsolados.

Los cuerpos amortajados de cinco menores, u otros de varios adultos esperaban sobre camastros a ser llevados por sus familiares para los ritos funerarios. Algunos supervivientes recorrían las ruinas de sus viviendas, separando sin ánimo escombros y vigas.

AYUDA HUMANITARIA

Los hospitales de las provincias de Paktika, Khost, y localidades vecinas, trabajan al límite atendiendo a los cientos de heridos de la tragedia, al tiempo que las familias cavan las tumbas para los funerales masivos de las víctimas.

“Se espera que el número de víctimas aumente a medida que los equipos de rescate lleguen a las aldeas más afectadas donde las personas permanecen atrapadas entre los escombros”, indicó hoy en un comunicado el Comité Internacional de la Cruz Roja, que presta en este momento ayuda vital al país asiático.

Afganistán, que ya estaba muy necesitado de la asistencia de las agencias de socorro, se encuentra inmerso en una crisis humanitaria desde la llegada de los talibanes al poder hace casi un año, una situación que empeoraron las sanciones internacionales.

“Este último terremoto es otra tragedia horrible para Afganistán, como si no fuera suficiente. Se produjo en un contexto sombrío en el que más del 50 por ciento de nuestra gente necesita urgentemente asistencia humanitaria”, señaló en un comunicado el secretario general de la Media Luna Roja Afgana, Mohammad Nabi Burhan.

Los afganos ya luchaban por recuperarse de las heridas y la devastación de décadas de guerra, sequía severa, inundaciones y dificultades económicas extremas.

Afganistán suele sufrir terremotos, especialmente en la zona conocida como Hindu Kush, de gran actividad sísmica y habitual punto de origen de movimientos telúricos en la región.

Algunas de las mayores catástrofes en Afganistán provocadas por terremotos ocurrieron en 1998 en el norte del país, cuando en febrero dos terremotos de 5,9 y 6 grados causaron la muerte de unas 4.000 personas. Pocos meses después, a finales de mayo, un seísmo de 7 grados volvió a sacudir la zona y causó unos 5.000 muertos.

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