En Tampa, Florida, un médico estadounidense de 77 años cuenta los días para volver al Perú. Si la pandemia no hubiera sacudido al mundo, Anthony Lazzara habría abordado el 24 de marzo el avión que debía traerlo de vuelta al lugar al que realmente pertenece: el hogar San Francisco de Asís en Chaclacayo.
“Yo quiero estar ahí con mis niños, ese es mi lugar”, dice Lazzara, pediatra y neonatólogo de especialidad. A través del teléfono, Tony, como le dicen quienes lo conocen, suena apacible y angustiado. Viajó a Tampa el 1 de marzo para recibir atención médica de rutina, como suele hacerlo unas dos veces al año. Pero esta vez no pudo volver al Perú.
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Desde que llegó a nuestro país en 1983, Lazzara, franciscano secular, se ha dedicado a ayudar a niños enfermos que no pueden recibir atención médica, la mayoría de ellos de provincia. Menores con quemaduras, parálisis cerebral, labio leporino y paladar hendido y otros males, reciben el apoyo y la atención necesaria en el hogar San Francisco de Asís, puesto en marcha por la fundación Villa la Paz, fundada por el estadounidense tras su llegada al Perú.
“Cuando cerraron las fronteras yo estaba un poco molesto porque tenía 30 niños en el hogar. El hogar está muy bien manejado, los niños están bien. Pero yo no estoy ahí y debería estar ahí”, dice Lazzara a El Comercio en un perfecto español.
Para Anthony, el tiempo no avanza lo suficientemente rápido. Se está quedando en la casa de uno de sus hermanos en Tampa, desde donde monitorea todo lo que sucede en el hogar en Chaclacayo. “La asistenta social me manda mensajes dos o tres veces al día y una vez por semana veo y hablo con los niños a través de Facebook”.
“Les pregunto cómo están, por qué están ‘pelucones', bromeo con ellos. Ellos me cuentan cómo están, qué están estudiando, qué no les gusta de la cuarentena, que están aburridos, cosas así”, cuenta.
El médico presta especial atención a la situación de los niños debido a la ferocidad de la pandemia. En Florida, el mismo Tony ha visto cómo los casos alcanzaron récords lamentables debido a la repaertura de negocios y el relajamiento de las medidas de cuarentena, por lo que ha optado por no salir de casa.
“Aquí estoy estudiando, tengo revistas médicas de pediatría, también estoy leyendo sobre la vida de San Francisco y Santa Clara de Asís porque soy franciscano secular. No salgo porque también estamos afectados por el virus. Florida tiene muchos casos de coronavirus”, comenta.
Un trabajo por los niños
El hogar que dirige Tony tiene capacidad para acoger a 30 niños. Todos necesitan atención médica. Por estos días, los menores que se encuentran ahí son de provincia. “El menor tendrá unos 5 meses y el mayor 17 años. Ellos tienen padres, pero tienen una dolencia o una enfermedad por la cual tienen que venir a Lima para atención médica en lugares como el Hospital del Niño, el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN) o en el Instituto Nacional de Oftalmología (INO). Nosotros los llevamos a Lima para sus citas médicas, también van al colegio y hacen actividades en el hogar con la asistenta social y con la profesora”, cuenta Lazzara.
“Lo primero que quiero hacer cuando vuelva al Perú es ver a los niños y empezar a trabajar otra vez, recibir a más niños de provincia si es posible porque recibimos pequeños con labio leporino, con quemaduras, con diferentes problemas para los que no pueden conseguir la atención médica en sus lugares de origen. Quiero empezar a recibir a esos niños otra vez si es posible”, agrega.
En total, en el hogar trabajan 10 enfermeras, dos profesoras, dos cocineras, dos lavanderas, una asistencia social, una terapista y cuatro personas que llevan a los niños a sus citas médicas.
“Los niños ahora están estudiando virtualmente. También tenemos dos profesoras que están con ellos. Entonces durante el día estudian, tienen dos horas para jugar en el patio. También hay danzas, están haciendo zumba, no sé exactamente qué es, pero están haciendo eso también. Sus actividades están bien programados durante el día”, dice Lazzara, quien detalla que los niños permanecen bien gracias a las estrictas medidas de cuarentena implementadas por el personal. Debido a las circunstancias, la asistenta social y una profesora están durmiendo en el hogar.
Afortunadamente, afirma el médico, el hogar no registra ningún caso de coronavirus. “El esposo de una enfermera fue afectado por el virus, pero la prueba de ella salió negativa. También hay otra enferma cuyo hermano fue afectado, pero ella tampoco se contagió”, cuenta.
Sin embargo, Lazzara expresó recientemente su preocupación debido a que muchos padres están insistiendo en sacar a sus hijos del hogar y llevarlos a sus pueblos natales.
“Una de las madres que quedó varada en el hogar después de que se decretara la cuarentena, insistió en irse con su hijo a pesar de nuestra advertencia sobre un posible contagio. Ella se infectó durante el tránsito y ha fallecido, una trágica pérdida. Afortunadamente su hijo sigue estando bien y es asintomático”, contó en este lunes en una publicación en Facebook.
Desde 1995 (fecha desde la que tiene registros detallados), el hogar dirigido por el médico ha acogido y ayudado a más de 2 mil niños. Tony se siente un padre para todos ellos. “Y también un abuelo para los niños que ya tienen hijos”.
El viaje que cambió su vida
Antes de trabajar por los niños enfermos del Perú, Anthony Lazzara tenía una vida cómoda en Estados Unidos. Pasó 10 años enseñando pediatría en la Universidad de Emory de Atlanta, en Georgia.
Fueron buenos años, pero todo cambió cuando pisó la India en 1982.
“Me impactó la pobreza. Sentí que debía hacer otra cosa, que debía dedicarme a niños que tienen menos, así que decidí cambiar de ruta. Yo fui educado por los jesuitas y siempre hablaban de las misiones en la India, en Sri Lanka, en América del Sur. Después de lo que vi en la India decidí que eso era lo que quería hacer. Escribí a varias entidades, entre ellas a los franciscanos. Un padre que era franciscano y que tenía un proyecto en la Ricardo Palma me invitó a trabajar con él en el Perú”, recuerda.
Un año después de su viaje a la India ya estaba en el Perú. “Y en 1987 compré la casa en Chaclacayo. Desde entonces trabajamos ahí”.
El médico planeaba quedarse solamente unos años, pero el trabajo con los niños lo cautivó.
“Cuando empecé a trabajar en el Perú, mi hermano, mi padre y yo fundamos en Estados Unidos la fundación Villa La Paz. Cada cuatro meses yo mando un folleto sobre los niños, sobre lo que estamos haciendo y la gente dona para ayudarlos. Las personas que están en EE.UU. mayormente donan en efectivo. También recibimos bastantes alimentos de los donantes peruanos”, señala el pediatra.
Después de más de 30 años viviendo en el Perú, Tony afirma que aún se está acostumbrando a vivir en el país.
“Lo que más me gusta es trabajar con los niños y verlos mejorar. El Perú es un poco difícil para mí. Es un poco caótico, bastante, en realidad. Es diferente para mí, pero me estoy acostumbrando, poco a poco. Ahora lo que quiero es que los niños sepan que los extraño mucho y que quiero estar con ellos”, dice el estadounidense, que está convencido de querer pasar muchos años más en el Perú.
“Esta es mi misión, mi trabajo, es lo que quiero hacer”.
*Si desea apoyar a la fundación Villa La Paz y al hogar San Francisco de Asís puede visitar https://www.villalapazfoundation.org o esta página de Facebook.
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