“Aquí está mi evidencia: he recibido muchas llamadas positivas sobre su uso”. Las anécdotas fueron suficientes para convencer a Donald Trump para empezar a usar hidroxicloroquina, una medicina ‘milagrosa’ que lo salvaría del coronavirus. En junio, los periodistas le preguntaron sobre su salud, su ritmo cardiaco, y la prescripción del fármaco. Trump no se hizo muchos problemas al revelar de dónde había salido su confianza.
Estaba tranquilo. Su médico de cabecera, el doctor Sean Conley, confiaba en el compuesto y venía monitoreando su respuesta. No importó que la Food and Drug Administration alertara que podía generarle problemas en el corazón, y que no había evidencia concreta para demostrar su efectividad, Conley concluyó que existía “un potencial beneficio” en comparación con “los riegos relativos”.
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Ese es Sean Conley, el hombre que ahora cuida la vida del hombre más poderoso del planeta.
UN ESTILO SIMILAR
Si se tiene en cuenta a su jefe, tiene sentido que el doctor Conley haya llegado a la Casa Blanca. Él no es un especialista en cuestiones respiratorias o un infectólogo calificado, sino un médico osteópata. ¿Estará calificado para liderar el equipo que trata de liberar a Trump del COVID-19?
Primero habría que saber qué es la osteopatía. Se la entiende como especialidad que se “apoya en el principio de que los antecedentes de la enfermedad y del trauma físico del paciente están escritos en la estructura del cuerpo” y que permite a quienes la aplican ejercer “en todas las especialidades de la medicina, abarcando desde la medicina de urgencias y cirugía cardiovascular hasta la psiquiatría y la geriatría”.
Para algunos, está relacionada con la medicina no tradicional.
Dicho eso, se puede entender lo que anota el doctor Ernesto Gozzer Infante, médico salubrista y profesor de la Universidad Peruana Cayetano Heredia: “En casos como este, pienso que la parte clínica la debe dirigir un médico infectólogo, porque la mayor parte de las acciones tienen que ver con una infección viral”.
Además, el especialista agrega: "Ahora bien, se entiende que hay un equipo de especialistas que trabajan en grupo. Debería haber neumólogos, cardiólogos, porque esta enfermedad también afecta a las paredes de las arterias y las venas”.
Además, Conley es muy celoso con la información que da, y no teme en desviar la atención. “Intenté reflejar la actitud optimista del equipo. No quise dar información que fuera a encaminar el curso de la enfermedad en otra dirección y, al hacerlo, pareció que intentábamos ocultar algo, lo que no es necesariamente verdad”, dijo hace unos días.
Conley tampoco ha sido preciso en sus comentarios: “[Tuvimos] los hallazgos esperados”.
EL ORIGEN
En el 2006, Sean Conley egresó de la Philadelphia College of Osteopathic Medicine. Asimismo, estudió en la University of Notre Dame en Indiana y, luego, trabajó para la Marina estadounidense. En las Fuerzas Armadas encontró un lugar ideal para desarrollarse, e hizo su residencia en el Naval Medical Center en Portsmouth, lo que le valió ser enviado a Afganistán como parte de una misión de la OTAN.
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Su llegada a la Casa Blanca se dio gracias al escándalo del Dr. Ronny L. Jackson, quien en el 2018 tuvo que dejar su puesto tras ser acusado de emitir recetas sin sustento y desbalances en el stock de medicinas. Tres meses fueron suficientes para que dejara de ser médico interino y que el presidente Trump oficializara su contratación.
La prueba de fuego para Conley es ahora, por lo que junto a su equipo no duda en utilizar todos los recursos a su alcance. Uno de ellos es el remdesivir.
“Antes, Trump declaró que usaba hidroxicloroquina, pero en esta ocasión, que yo sepa, no. En algún momento se pensó que podía tener utilidad, pero ya no se suministra en ningún país desarrollado porque no hay estudios que demuestren su efectividad, y, por el contrario, puede tener algunos efectos secundarios", anota Gozzer.
"Sobre el remdesivir -agrega el doctor-, hay que tener en cuenta que es un retrovirual que se ha utilizado contra el ébola y ahora también en casos de COVID-19 para reducir la infección viral, pero todavía no se ha demostrado que sea efectivo. Es un medicamente que está en ensayos clínicos para ver si tiene efectos en la magnitud de los síntomas o duración de la enfermedad”.
Aun así, el doctor Gozzer comprende la administración del remdesivir. Al ser un paciente “VIP”, le están dando todos los tratamientos que están en estudio, aquellos que tienen alguna posibilidad de tener efecto.
“De hecho, la FDA ha emitido una ‘autorización para uso de emergencia’, que significa que podría ser beneficioso para algunos pacientes, pero que no se puede utilizar abiertamente. Su uso debe realizarse con monitoreo médico para asegurarse que no afecte el hígado ni el riñón del paciente”, concluye.
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