Pese a que Donald Trump ha hecho de todo para irse de la peor manera de la Casa Blanca, aún existe un movimiento que podría llevar su paso por la presidencia de Estados Unidos a un nuevo nivel de asombro. Uno de los temores que ha crecido en los últimos días gira en torno a la posibilidad de que el líder republicano utilice sus últimos días en el cargo para emitir indultos imprudentes, incluso para él mismo y su familia.
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El diario “The New York Times” informó el jueves, un día después de la toma del Capitolio por parte de seguidores de Trump, que el mandatario ha sugerido a sus asistentes que quiere perdonarse a sí mismo en los últimos días de su período. El medio, que cita a dos personas con conocimiento del tema, agrega que, de aplicarse, sería “uno de los usos más extraordinarios y no usados del poder presidencial en la historia de Estados Unidos”.
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Trump ha defendido a lo largo de su presidencia que tiene el “derecho absoluto” de perdonarse a sí mismo e incluso ha considerado conceder indultos preventivos para sus hijos Donald Trump Jr., Eric Trump e Ivanka Trump; para su yerno, Jared Kushner, y para aliados como su abogado Rudolph W. Giuliani.
“The New York Times” reveló en diciembre del año pasado que al presidente le preocupa que el mandatario electo, Joe Biden, tome represalias contra su familia, pese a que ni sus hijos ni su yerno tienen acusaciones legales en marcha. Se trata de indultos preventivos, una figura inusual pues los gobernantes tienen la facultad de otorgar el perdón a personas encarceladas o con procesos judiciales, pero no suelen hacerlo por delitos que -supuestamente- aún no se han cometido.
A diferencia de cualquier otro presidente que lo haya precedido, Trump ya ha utilizado su poder de perdón para ayudar a sus aliados, socavar a sus rivales e impulsar su propia agenda política.
De los 94 indultos y conmutaciones que ha concedido Trump, el 89% se otorgó a personas que tenían un vínculo personal con él, lo ayudaron políticamente o cuyo caso resonó en él mismo, según una tabulación de Goldsmith. Entre quienes recibieron el perdón presidencial en diciembre se encuentran el exjefe de su campaña Paul Manafort, su asesor durante años Roger Stone y Charles Kushner, el padre de su yerno Jared Kushner.
Trump empezó a hablar con más fuerza de la posibilidad de indultarse durante la investigación de la llamada trama rusa, que indagó los supuestos lazos entre Rusia y su campaña en las elecciones del 2016. Aunque el caso se cerró sin que Trump fuese acusado de ningún delito, el fiscal especial a cargo de la pesquisa, Robert Mueller, insistió en que el mandatario no fue exonerado, lo que hace que potencialmente pueda ser enjuiciado cuando deje la Casa Blanca.
La situación legal del mandatario se volvió en extremo delicada en las últimas semanas. Trump podría enfrentar a la justicia por haber presionado a la máxima autoridad electoral del estado de Georgia para que manipulara los resultados de los comicios de noviembre del 2020. La incitación a la violencia en el asalto al Capitolio, que se saldó con cinco muertos y decenas de heridos, es la más reciente de las complicaciones para el magnate.
¿Es posible?
Ningún presidente de Estados Unidos se ha perdonado a sí mismo. Por eso, los medios estadounidenses destacan que la legitimidad del posible indulto en cuestión nunca ha sido probada en el sistema judicial. Lo que sí es un hecho es que la Constitución no lo prohíbe.
“Los académicos del derecho están divididos sobre si los tribunales lo reconocerían. Pero están de acuerdo en que un autoperdón presidencial podría crear un precedente nuevo y peligroso para que los presidentes declaren unilateralmente que están por encima de la ley y se protejan de ser considerados responsables por cualquier crimen que cometieron en el cargo”, señala “The New York Times”.
Por su parte, Jessica Levinson, profesora de la Facultad de Derecho de Loyola University, afirma en un artículo para NBC que “si bien la Constitución no es clara sobre la cuestión de los perdones personales, está claro que tal acción sería una idea terrible. Colocaría al presidente de Estados Unidos por encima de la ley, independientemente de lo que haga. Haría que el presidente no rinda cuentas por cualquier comportamiento criminal federal. Y socavaría fundamentalmente nuestra idea de justicia”.
Otro punto a destacar es que los indultos presidenciales no brindan protección contra delitos estatales o locales, sino solo delitos federales. Así, el perdón no se podría aplicar a los cargos que podrían presentar los fiscales en Manhattan que investigan las finanzas de la Organización Trump.
Los indultos pueden ser amplios o ajustados a la medida. Algunos expertos citados por “The New York Times” dijeron que Trump se beneficiaría más de la figura si cita delitos específicos si se perdonaba a sí mismo, aunque esos detalles podrían ser políticamente dañinos al sugerir que reconoce que había cometido esos delitos.
“Como ningún presidente ha intentado jamás perdonarse a sí mismo, no hay respuestas fáciles. Nuevamente estamos operando fuera de nuestras normas históricas y sociales”, agrega Levinson.
En toda la historia, solo un presidente de Estados Unidos recibió el perdón. Gerald Ford (1974-1977) indultó a Richard Nixon, de quien fue su vicepresidente, por todas sus acciones como mandatario. La gracia presidencial fue concedida un mes después de que el beneficiado dejara el poder y cubriendo todos los posibles crímenes cometidos durante su mandato, marcado por el escándalo del “Watergate”.
Además, el propio George Washington indultó a los conspiradores de la llamada ‘rebelión del whisky’, protegiéndolos de los enjuiciamientos por traición. Y el presidente Jimmy Carter (1977-1981) perdonó a miles de estadounidenses que evitaron ilegalmente el reclutamiento para la Guerra de Vietnam.
La Constitución también les da a los mandatarios la facultad de perdonar a miembros de su propia familia. Así, en el 2001 Bill Clinton perdonó a su hermano por una condena por posesión y tráfico de cocaína en 1985.
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