Solo la polarización electoral podía terminar con la soberana tranquilidad de Ithaca. La ciudad que se despierta temprano y que se duerme temprano, y en la que muy eventualmente el sonido del viento es opacado por el de los autos, fue sede de un evento que en otras partes de Estados Unidos habría terminado de forma traumática. Pero no allí.
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Ese sábado -el cuarto del mes de octubre- era el segundo día en el que las personas hacían cola en la calle para votar anticipadamente, y la jornada transcurría como un día común y corriente. Los viandantes aprovechaban en el parque el poco sol que de rato en rato sorprendía en plena llegada del otoño, otros se divertían en los restaurantes de los Commons, quizá la única diversión que existe en una ciudad universitaria a la que no todos regresaron tras el estallido del coronavirus.
Now on the commons #twithaca pic.twitter.com/yvNH7mqMl6
— Alec Giufurta (@alecgiufurta) October 24, 2020
Hasta que dieron las dos de la tarde.
Era conocido por varios vecinos y la policía del Condado Tompkins que un grupo de Back to Blue se reuniría en la parte comercial de la ciudad. Allí gritarían arengas en defensa de la ley y el orden en respaldo de los policías, tan criticados últimamente por sus excesos al momento de imponerse. Se sabía también que miembros de los Proud Boys (cercanos a Donald Trump) se harían presentes para apoyarlos. Así fue. No faltaron personas que vistieron chalecos antibalas.
Los grupos liberales de Ithaca no se iban a quedar a escucharlos con los brazos cruzados. A sabiendas de este evento, decidieron organizarse, citarse en los Commons y hacer lo mismo.
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Cerca de las tres de la tarde, ambos grupos se vieron las carsa. De un lado ondeaban las banderas de Back to Blue -que es la de Estados Unidos en blanco y negro, y con una línea horizontal color azul- y del otro, pancartas con mensajes como “No KKK”. Gritos. La tensión llegó a su máximo punto cuando las 300 personas se encontraron distanciadas por pocos metros. En esa breve distancia se vieron las caras tapadas por las mascarillas y jamás dejaron de arengar. Black Lives Matter. Blue Lives Matter.
Pero lo que en cualquier parte de EE.UU. hubiera termino en balacera, muertes o, por lo menos, heridos, en Ithaca concluyó con los manifestantes dispersándose. La policía, que se ubicó en las calles y los techos de algunos edificios, cumplió su labor. Según el portal del diario “The Cornell Daily Sun”, esto habría respondido a una estrategia de los uniformados, una forma de probar que pueden controlar situaciones como esta.
PUEBLO CHICO, ¿INFIERNO GRANDE?
Sería un error pensar que Ithaca está exenta de conflictos y es un espacio seguro para todos. Si bien antes las acciones de los extremistas podían circunscribirse a las instalaciones de la Universidad de Cornell, ahora también se dan en las calles de la ciudad, fuera de la comunidad estudiantil. Las elecciones presidenciales parecen haber revuelto y exacerbado las emociones.
A mediados de este mes, se recuerda, se llevó a cabo un tenso encuentro en el centro de la ciudad entre manifestantes proTrump y otros que se oponen al actual presidente de Estados Unidos. Las personas casi se agarran a golpes, pero finalmente la situación se calmó. Nadie fue arrestado.
Pero lo que sí causó preocupación sucedió el último martes. Ese día, tres negocios que apoyan constantemente al movimiento Black Lives Matter amanecieron con dibujos antisemitas en sus ventanas y con collages pegados que se burlaban de la comunidad afroamericana. Peor la pasaron cuatro estudiantes afrodescendientes que vieron cómo sus autos aparecieron cubiertos de heces y sus tachos de basura con pintas de cruces celtas, símbolo utilizado por los neonazis.
Estos hechos recuerdan que, hace unas semanas, un quiropráctico denunció que su letrero -que llevaba escrito “End White Silence”, en apoyo al movimiento que exige a la población blanca pronunciarse en defensa de los ataques en contra de las minorías- había sido robado; y que algunas tiendas reportaron que sus avisos, en los que se leía “Hate Has No Home Here”, fueron quemados.
Según “The Ithaca Voice”, la forma en la que la comunidad luchará en contra de estos atentados será comprando 150 letreros en los que se lee “End White Silence” para distribuirlos en la ciudad. ¿Lograrán los itacenses detener estos ataques a punta de lemas? Para otras realidades puede sonar como una medida risible, pero quizás para una ciudad universitaria el debate sea mejor camino que una protesta. El reto, en todo caso, será sacarlo de las aulas y llevarlo a la gente de a pie.
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