Brittnie Aguirre esperaba que el sueño americano se le hiciera realidad: comprar junto a su marido una casa suburbana para criar a sus tres hijos en Reno, una pequeña metrópolis de su Nevada natal, en el oeste de Estados Unidos.
“Resultó ser mucho más difícil de lo que pensábamos”, dijo a la AFP.
En los últimos años Nevada ha experimentado un boom inmobiliario suficientemente intenso como para frustrar a mucha gente y pesar sobre las elecciones presidenciales en este estado clave, donde en 2020 el actual mandatario demócrata Joe Biden venció a su predecesor republicano Donald Trump por corta distancia.
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Aguirre vivió con su pareja en casa de sus suegros durante más de un año para ahorrar dinero.
Convertirse en propietarios de una vivienda les suponía contraer un préstamo mensual de 3.000 dólares, una suma impensable para esta pareja de clase media, ella empleada de una agencia de gestación subrogada, de 29 años, él administrativo en un consultorio médico, de 31.
“Estamos luchando más que nunca, porque el costo de la vida es absolutamente vertiginoso”, suspira esta joven madre, todavía marcada por la explosión de la inflación tras la pandemia.
“No se trata sólo de la vivienda, ¿has visto el precio de los alimentos y la gasolina?”.
“Tantas dificultades”
Aunque votó por Joe Biden en 2020, su decepción por la situación económica la hace dudar de cara a las elecciones de noviembre, que enfrentarán a la vicepresidenta demócrata Kamala Harris y al republicano Donald Trump.
“Nunca seguí realmente la política hasta 2023, cuando la economía nos puso en muchas dificultades”, dice. “Esta vez quiero saber más sobre los partidos políticos para tomar una decisión bien informada”.
Reno es la capital del condado de Washoe, cuyos residentes tradicionalmente son árbitros de las elecciones presidenciales en Nevada: hay diferencias entre Las Vegas, que a menudo se inclina por los demócratas, y las áreas rurales, que por lo general son favorables a los republicanos.
Autoproclamada “la ciudad pequeña más grande del mundo”, Reno ha sido durante mucho tiempo un lugar de concentración de casinos, pero se la ha percibido como una pálida copia de Las Vegas.
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En los últimos diez años, Washoe ha cambiado a gran velocidad: desde 2016, el precio promedio de una vivienda prácticamente se ha duplicado, hasta alcanzar los 550.000 dólares.
Gigantes tecnológicos como Tesla, Panasonic y Apple se han instalado en el condado con fábricas y oficinas, gracias a atractivas ventajas fiscales. Y también con una mano de obra de alto poder adquisitivo, mayoritariamente proveniente de la vecina California.
El teletrabajo ha alentado igualmente a muchos estadounidenses a huir de ciudades aún más caras.
Matt Mireles, cofundador de una start-up de inteligencia artificial, abandonó San Francisco para convertirse en propietario en Reno.
A los 43 años, se compró un gran apartamento de 170 metros cuadrados con vista al río en el corazón de la ciudad por 635.000 dólares.
“Cuando uno viene de California, aquí todo está en oferta, es genial”, sonríe.
Clase media desfavorecida
“La mayoría de los compradores por primera vez no son del estado y los lugareños están enojados”, dice el corredor de bienes raíces Sam Britt.
Los elevados tipos de interés -cercanos a su nivel más alto en 20 años-, producto de la política monetaria adoptada para frenar la inflación, ha ampliado las desigualdades, considera el agente inmobiliario Sean Burke.
“La clase media ha sido expulsada de muchos hogares y existe una brecha cada vez mayor entre los más ricos y los más pobres”, señaló. “Esto seguramente incidirá en las elecciones, especialmente entre los más jóvenes”.
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En 2022, la edad promedio de los compradores alcanzará los 36 años, un récord que refleja las dificultades de los jóvenes estadounidenses para acceder a una vivienda, según la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios.
En la mente de muchos votantes, Joe Biden y Kamala Harris son responsables de esta situación, aunque su administración tenía escaso poder sobre los tipos de interés, fijados por el Banco Central (Fed).
Andrés Villa, trabajador de la fábrica de Tesla, se endeudará fuertemente para comprar una casa bastante lejos de Reno.
“Para respetar las reglas, habría tenido que comprar una casa por 250.000 dólares, lo cual es imposible”, señala este treintañero de origen mexicano, que se inclina por votar por Donald Trump.
Cuando el multimillonario estaba en el poder “decía muchas locuras”, admite. “Pero la economía parecía ir un poco mejor”.