Donald Trump, vestido con la corbata roja que convirtió en su insignia, siempre con un estilo provocador y a veces rabioso e insultante, marca un profundo contraste con Joe Biden, con su discreta corbata azul y un tono calmado, conciliador y a veces dubitativo.
Las diferencias entre las primeras conferencias de prensa de sus respectivos mandatos marcan los estilos radicalmente diferentes de ambos políticos, que pertenecen a la misma generación, pero con talantes totalmente distintos.
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Trump convocó a los medios el 16 de febrero de 2017, cuatro semanas después de llegar al poder. Recién aterrizado en la política tras una exitosa carrera como hombre de negocios, no ocultó su frustración tras un inicio de mandato caótico y en su comparecencia disparó contra la justicia y los medios, entre muchos otros blancos.
Biden, por su parte, estuvo nueve semanas en el poder antes de convocar a una rueda de prensa este jueves, pese a ser un veterano de la política. En una alocución sin sorpresas y sin ningún anuncio estruendoso, intentó cultivar su estilo cercano buscando la complicidad con sus interlocutores.
El escenario fue el mismo, la prestigiosa “Sala Este” de la Casa Blanca con su imponente retrato de George Washington y sus cortinas doradas.
La bandera estadounidense de fondo marcó un hilo de continuidad, pero en todo el resto, la atmósfera fue totalmente distinta, partiendo por las limitaciones que establece la pandemia del Covid-19.
Sólo una treintena de periodistas fueron admitidos, bajo criterios estrictos de distanciamiento social. Cuatro años antes la habitación estaba a rebosar y los reporteros podían escribir a duras penas sin darle codazos a sus colegas.
En las conferencias de prensa, Trump ejercía como personaje central y también como orquestador del espectáculo, fijando las reglas, el tono y los tiempos.
El exmandatario republicano ocupaba todo el espacio, gesticulaba y movía sin cesar las manos, lo que dio pie a numerosos videos satíricos que lo mostraban tocando un acordeón. Su repertorio de gestos era amplio y pasaba de la sorpresa a la decepción y también la burla.
En el turno de preguntas elegía a dedo a los periodistas a quienes daba la palabra y ahí distribuía halagos e insultos.
Bromas sobre su edad
Joe Biden proyecta un espectáculo más “presidencial” y, al igual que Barack Obama, abre el turno de preguntas con una lista preparada por su equipo de comunicación.
Durante la rueda de prensa permaneció calmado tras su estrado y sólo una vez se mostró más agitado, después de una pregunta sobre los intentos de restricción al voto de las minorías. “Los electores republicanos que conozco lo encuentran despreciable”, afirmó.
Frente a una periodista que mostró signos de impaciencia, dejó de hablar y le preguntó si pensaba que su respuesta era demasiado larga. “Me puedo detener ahora”, le espetó.
Su humor parece poco innovador, como el de la mayoría de sus predecesores. “Cuando llegué al Senado hace 120 años”, dijo para soterrar las inquietudes que genera su edad, 78 años.
Hace cuatro años, Trump centró sus críticas en los periodistas y habló de un nivel de “deshonestidad fuera de control”, además de estigmatizar a las élites de ambas costas, afirmando que viven en burbujas y no comprenden la verdadera esencia de Estados Unidos.
“La mayoría de los medios en Washington pero también en Nueva York y en Los Ángeles, no hablan para el pueblo sino a favor de intereses específicos y para quienes se aprovechan de un sistema que está roto”, afirmó el republicano.
En un intercambio con un periodista que intentó una repregunta, Trump le ordenó que se sentara y a otro le dijo “¡Cállese!”.
“Estoy aquí para transmitir su mensaje directamente al pueblo (...) ya que muchos periodistas de nuestro país no nos dicen la verdad”, afirmó.
En un momento Biden incluso bromeó con la ausencia de Trump. “¡Dios mio! Echo de menos a mi predecesor”, ironizó el actual presidente.
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