“Tenemos que acabar con las guerras eternas”, dijo el miércoles el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, al presentar formalmente a su candidato para dirigir el Pentágono, el general en retiro Lloyd Austin.
Sin embargo, no es la primera vez que el demócrata ha utilizado esta frase para abogar por el fin de los conflictos en los que la primera potencia ha estado inmersa en los últimos 20 años y que han dejado miles de soldados muertos, además de decenas de miles de civiles que han perdido la vida en Afganistán, Iraq, Siria, Yemen o Somalia. De hecho, forma parte de su plan de gobierno.
Biden dice que confía en “acabar con las guerras eternas” de Estados Unidos
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¿Pero será una promesa fácil de concretar? Los candidatos a la presidencia suelen hacer este tipo de promesas en la campaña, pero al llegar al Salón Oval son advertidos por los generales de las consecuencias desastrosas de abandonar o evitar conflictos existentes, como lo señala un artículo de “Foreign Policy”.
“Es mucho más fácil criticar la práctica de lidiar con amenazas cuando estas están emergiendo cuando tú no eres responsable de asumir los riesgos de equivocarse”, señaló a esta revista Kori Schake, jefe de Estudios de Defensa y Política Exterior en el American Enterprise Institute.
Barack Obama, por ejemplo, hizo las mismas promesas pero terminó enviando más tropas a Iraq y Afganistán, se envolvió en la guerra civil siria y tropas estadounidenses ayudaron al derrocamiento de Muamar al Gadafi en Libia.
Trump ha sido un opositor a las “guerras extranjeras” y paulatinamente ha ido retirando a soldados de Iraq y Afganistán, y de hecho en la última semana ha decretado el retorno de más oficiales.
El propio Biden ha señalado que la mayoría de las tropas deben regresar a casa, pero las operaciones de contraterrorismo contra Al Qaeda y el Estado Islámico deben continuar.
“Debemos mantener nuestro enfoque en el contraterrorismo, en todo el mundo y en casa, pero permanecer atrincherados en conflictos imposibles de ganar agota nuestra capacidad de liderar en otros temas que requieren nuestra atención y nos impide reconstruir los otros instrumentos del poder estadounidense”, escribió haces unos meses el entonces candidato demócrata en “Foreign Affairs”.
Aunque Estados Unidos está involucrado en diferentes operaciones en 80 países, según una investigación de la Universidad de Brown, estos son los principales conflictos en los que Estados Unidos ha estado envuelto o ha sido protagonista en lo últimos 20 años:
Afganistán
Se trata de la guerra más larga, complicada y costosa en la que han estado los estadounidenses, comparable en muchos aspectos con Vietnam.
De hecho, la invasión a Afganistán empezó hace 19 años, cuando George W. Bush lanzó la ofensiva después de los ataques del 11 de setiembre del 2001, en la búsqueda de Osama Bin Laden, el líder de la organización terrorista Al Qaeda y que, según la inteligencia estadounidense, se ocultaba en las montañas de ese país y era protegido por los talibanes, que habían tomado el poder.
Sin embargo, con el transcurrir de los años, las fuerzas estadounidenses -apoyadas por aliados de la OTAN- se empantanaron en medio de una guerra civil. Aunque lograron sacar a los talibanes del gobierno afgano y establecieron un gobierno digitado por Occidente, los extremistas continuaron operando en el país y perpetrando atentados.
De hecho, es con los talibanes con los que el presidente Donald Trump negoció para firmar la retirada completa de tropas estadounidenses para el próximo mayo y no con el gobierno formal afgano del presidente Ashraf Ghani.
Aunque Estados Unidos ha dicho que el cumplimiento de esto se basará en las condiciones sobre el terreno, en noviembre Trump anunció planes para reducir el próximo enero el número de tropas a la mitad. Es decir, días antes de concluir su mandato solo se quedarán en Afganistán 2.500 oficiales.
Una investigación de Armed Conflict Location & Event Data Project (ACLED) y la BBC mostró en el 2019 que Afganistán es uno de los conflictos más letales y con un altísimo impacto sobre la población civil.
Según la BBC, desde el 2001 se estima que han muerto 111.000 personas, entre civiles, militares, policías y talibanes; y otras 360.000 por impacto indirecto de la guerra. Por su parte, Estados Unidos ha perdido 2.400 efectivos.
Un cálculo hecho por The Costs of War Project, de la Universidad de Brown, la guerra en Afganistán ha costado 2 billones de dólares entre el 2001 y 2019.
Iraq
Es otras de las largas guerras en las que se enfrascaron los estadounidenses. En el 2003, por decisión de George W. Bush, Estados Unidos bombardeó e invadió el país como parte de la Operación Libertad Iraquí en búsqueda de supuestas armas de destrucción masiva utilizadas por Saddam Hussein.
Tras el derrocamiento de Hussein, se comprobó que no habían estas armas, pero Estados Unidos ya había intervenido y desatado una guerra que cambió la geopolítica de la región y se cobró la vida de, al menos, 100 mil personas durante ocho años de guerra. Sin embargo, algunas organizaciones calculan que las víctimas sobrepasaron el medio millón.
A partir del 2011, miles de soldados empezaron el regreso a Estados Unidos. Esta retirada permitió que se sentaran las bases de lo que terminó siendo el califato del Estado Islámico (EI o ISIS, en inglés), que ocupó y controló a partir del 2014 grandes partes del territorio de Iraq y Siria, que determinó otro giro en la guerra.
Pese al asesinato de Abu Bakr al Baghdadi, la cabeza del EI, en el 2019, las fuerzas estadounidenses -unos 3 mil soldados- continúan apoyando a los militares iraquíes. Sin embargo, ahora la amenaza se ha centrado en las milicias proiraníes que incluso atacaron a inicios de este año la embajada de Estados Unidos en Bagdad.
Desde el 2003, unos 4.500 soldados estadounidenses han muerto en operaciones en Iraq.
Siria
Las tropas terrestres estadounidenses entraron oficialmente en Siria en el 2015, luego que el entonces presidente Barack Obama enviara fuerzas especiales para entrenar a los combatientes kurdos que luchaban contra el Estado Islámico, la organización yihadista que había formado un sangriento califato entre Iraq y Siria.
Hasta el año pasado, había unos 2 mil soldados en el país, apostados sobre todo en la frontera con Turquía.
Sin embargo, en el 2018 el presidente Trump decidió retirarlos del país, con el argumento de que la guerra terrestre con el EI ya había terminado, y en la que tuvieron un papel preponderante las fuerzas rusas. No hay que olvidar que Vladimir Putin ha sido uno de los principales soportes del presidente sirio Bashar al Assad.
Actualmente solo quedan unos 600 soldados estadounidenses desplegados en Siria.
Somalia
Otra guerra de la que Trump también pretende salir es la que se vive en Somalia, en el cuerno de África.
La semana pasada, el aún presidente estadounidense ordenó el retiro para el próximo 15 de enero de casi todas las tropas establecidas en el país africano, cinco días antes de que deje el cargo.
Estados Unidos aún tiene a 700 oficiales que brindan soporte y asesoría a las fuerzas somalíes en su lucha contra grupos yihadistas como Al Shabab y milicianos afines al Estado Islámico.
Sin embargo, el retiro de las tropas estadounidenses podría acarrear serias consecuencias en el combate al terrorismo, pues muchos de los yihadistas del EI se han trasladado a países africanos y abandonar el terreno podría ayudar a que se fortalezcan.
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