Reince Priebus fue reemplazado este viernes como jefe de gabinete de la Casa Blanca. (Foto: Reuters)
Reince Priebus fue reemplazado este viernes como jefe de gabinete de la Casa Blanca. (Foto: Reuters)
Redacción EC

Reince Priebus tuvo la imposible tarea de vigilar una puerta que el presidente de , Donald Trump, se empeñó en dejar abierta a las personalidades más arrolladoras de la Casa Blanca, que poco a poco erosionaron la autoridad de un guardián moderado que se quedó sin aliados en el ala oeste.


Priebus, que fue reemplazado este viernes como jefe de gabinete de la Casa Blanca, trató sin éxito de mantener el orden entre unos asesores presidenciales que entraban a su antojo en el Despacho Oval y calentaban la oreja a Trump, complacido por esa lucha interna que ha acabado por derribar al más prudente y moderado de sus ayudantes.

El hasta ahora jefe de gabinete, de 45 años, era el principal lazo de Trump con el aparato del partido, un ex presidente del Comité Nacional Republicano (RNC, secretariado) que fue perdiendo aliados en la Casa Blanca y terminó vencido por un recién llegado, el soberbio nuevo director de comunicación, Anthony Scaramucci.

"Quiero agradecer a Reince Priebus por su servicio y dedicación a su país. ¡Hemos cumplido muchas cosas juntos y estoy orgulloso de él!", escribió Trump al anunciar por sorpresa en Twitter que había nombrado como nuevo jefe de gabinete al hasta ahora secretario de Seguridad Nacional de EE.UU., el general John Kelly.

Durante seis meses, Priebus consiguió bloquear la entrada en el equipo presidencial de Scaramucci, un financiero de Wall Street con una personalidad tan ostentosa como la de Trump.

Pero el voluble presidente acabó por rendirse al carisma de Scaramucci, cuya llegada provocó la dimisión del portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, que había trabajado con Priebus en el RNC y era su protegido en el ala oeste.

Muchos vieron en la llegada de Scaramucci una señal de la debilidad de Priebus, y no hubo que esperar mucho para que el flamante director de comunicación declarara abiertamente la guerra a su enemigo, acusándole de filtrar información confidencial y llamándole "jodido paranoico esquizofrénico".

El hasta ahora jefe de gabinete guardó silencio durante el escándalo, fiel a la misma discreción que demostró durante su medio año en el cargo y que le mantuvo alejado de los titulares sobre las pugnas de poder, pero también le impidió brillar y le dejó cada vez más aislado en la Casa Blanca.

Su poder se fue reduciendo conforme pasaba el tiempo, mermado por el privilegio que Trump concedía a la mayoría de sus asesores de rendir cuentas directamente ante él, en lugar de pasar por el filtro del jefe de gabinete, como era habitual en las últimas administraciones estadounidenses.

Esa ventaja redujo la autoridad de Priebus sobre Scaramucci, y también sobre el estratega jefe de la Casa Blanca, Steve Bannon; el yerno y asesor de Trump, Jared Kushner; la hija del mandatario, Ivanka Trump; la consejera presidencial Kellyanne Conway y otros asesores, que tienen línea directa con el presidente.

La tendencia de Trump a cansarse de aquellos que no forman parte de su círculo familiar directo y a ponerse del lado del gallo más fuerte del corral acabó de debilitar a Priebus, al que algunos asesores presidenciales acusaban, además, de no ejecutar adecuadamente la agenda del presidente.

El panorama era muy distinto en noviembre pasado, cuando Trump le eligió como mano derecha y le llamó "superestrella", premiándole por el complicado equilibrio que supo mantener durante todo 2016 entre el aparato del partido republicano y la campaña presidencial del magnate, que a menudo incomodó al ala moderada de la formación.

Incluso se ganó el apodo de "Señor Suiza" por haber mantenido a raya dos facciones que amenazaban con destruir al partido, una tarea que, sin embargo, no ha sido capaz de replicar en la Casa Blanca.

A los que el año pasado le decían que tenía el trabajo más desagradecido de toda la campaña, les espetó: "Que nadie sienta pena de mí. Yo fui el que eligió este trabajo. Aún no estoy echando Baileys en mis cereales".

Hace seis años, Priebus, de padre alemán y madre griega nacida en Sudán, se convirtió en secretario de un partido con serios problemas de financiación y definición, acosado desde las bases por el movimiento ultraderechista del "Tea Party", que despreciaba a políticos como él o su amigo, el congresista Paul Ryan.

Su cercana amistad con Ryan, que es presidente de la Cámara de Representantes y que este jueves le defendió de las críticas de Scaramucci, se remonta a décadas y le vincula profundamente con un círculo que quiso resucitar la versión más "Reaganista" de los republicanos y tuvo que contentarse con Trump.

Con su renuncia este jueves, Priebus cerró una década de ascenso meteórico, que comenzó cuando en 2007 se convirtió en el presidente más joven de la agrupación republicana en su estado (Wisconsin), y encaró un futuro incierto fuera de una Casa Blanca envuelta en caos.

Fuente: EFE

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