En una arriesgada jugada política, el gobierno de España va a indultar este martes a los nueve dirigentes independentistas condenados por el intento fallido de secesión de 2017, un gesto que debe relajar la tensión en Cataluña sin zanjar una crisis muy enquistada, según analistas.
“Los indultos ayudan a destensar el clima entre el gobierno de la Generalitat y el gobierno central, permiten una mesa de negociación más fluida, pero difícilmente con eso vamos a poder llegar a un acuerdo entre las partes. Queda muy lejos aún”, afirma a la AFP Lluis Orriols, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III de Madrid.
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Todavía no se han cumplido cuatro años del frenético otoño catalán de 2017, cuando a un referéndum ilegal de autodeterminación, marcado por la violencia policial, le siguieron unos días caóticos que acabaron con una fallida declaración unilateral de independencia, sus líderes camino de prisión y el presidente regional, Carles Puigdemont, huido a Bélgica. Y las heridas aún son profundas.
Los indultos que el gobierno aprobará este martes en Consejo de Ministros “son un elemento más simbólico”, valora Cristina Monge, politóloga de la Universidad de Zaragoza. “Es una manera de sentarse en la mesa de diálogo con una prueba de buena voluntad, y además resituar el conflicto en el ámbito político”, añade.
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¿Nueva etapa?
Uno de los grandes interrogantes es hasta dónde puede llegar la acción de esa mesa de diálogo, que apenas celebró una reunión antes de la pandemia, cuando todavía presidía el gobierno regional el independentista radical Quim Torra, delfín de Puigdemont e inhabilitado después por desobediencia.
Las negociaciones deben retomarse próximamente tras la reunión prevista este mes entre el presidente del gobierno Pedro Sánchez y el nuevo jefe del ejecutivo catalán, Pere Aragonès, mucho más abierto al diálogo con Madrid que su predecesor.
Aunque, a pesar del perfil más moderado de Aragonès -del partido Izquierda Republicana de Cataluña (ERC)-, no se espera que el independentismo renuncie a sus dos grandes reclamos: una amnistía para todos los condenados y perseguidos por la escalada de 2017, que supondría borrar sus delitos, y la celebración de un referéndum de autodeterminación, esta vez pactado con el Estado.
Ambas opciones son rechazadas de pleno por el gobierno español, que estaría abierto a una votación en Cataluña sobre un eventual acuerdo de las partes, pero solo para decidir mayor autonomía de la región, que ya disfruta de amplias competencias en sanidad, educación y seguridad.
Tras casi una década de acelerón independentista, los indultos abren una nueva etapa en una sociedad cansada y más centrada ahora en recuperarse de la pandemia.
“En el momento que sacas a los presos de la ecuación obligas al independentismo a moverse”, considera el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Barcelona, Oriol Bartomeus, para quien la situación anterior era de “bloqueo completo” en Cataluña.
Pese a que los independentistas mantendrán sus aspiraciones y discurso, “por debajo vamos a ver un nuevo tiempo”, agrega.
Factor Puigdemont
Efectivamente, Aragonès volvió a pedir amnistía y referéndum el viernes a las puertas de la ‘Casa de la República’ de Waterloo, el cuartel político de Puigdemont en Bélgica, con quien coincidió en que los indultos no son la solución al “conflicto político”.
Tampoco acudió a la conferencia del presidente del gobierno español el lunes en el teatro del Liceu de Barcelona, donde Sánchez anunció los indultos en nombre de la “reconciliación”.
Pero tanto Aragonès como Oriol Junqueras -líder de ERC y condenado hasta ahora a 13 años de cárcel-, ya expresaron la renuncia a la vía unilateral de su partido, con un perfil más negociador y aliado de los socialistas de Sánchez en el Congreso español.
Más complicada es la situación de Puigdemont, cuya formación se resiste a bajar el tono. El expresidente regional no ha sido juzgado en España y solo podría regresar con garantías en caso de una amnistía, por ahora descartada.
Pese a ser eurodiputado, el gobierno español reiteró recientemente su intención de detenerlo y que sea juzgado si decide volver de Bélgica.
“Estos indultos no afectan absolutamente para nada a Puigdemont, otra cosa es que pueda considerar discutible su propia posición teniendo en cuenta que los que se quedaron aquí estarán en libertad y, en cambio, los que se fueron al extranjero van a permanecer en una situación muy delicada”, observó Jordi Nieva-Fenoll, catedrático de Derecho Procesal de la Universidad de Barcelona.
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