Abi Blake no se decidió a romper con su violento marido y denunciarlo hasta que él casi la asesina.
Unos amigos los presentaron justo después del Día de San Valentín en 2014. Ella era gerente de operaciones en el aeropuerto de Manchester, con un hijo de una relación anterior, y él era gerente de telecomunicaciones en el sur de Reino Unido.
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Pocos meses después de su primera cita, Abi Blake ignoró las dudas y sospechas de amigos y familiares y se casó con el hombre al que llamaba su “príncipe”.
Mientras se trasladaban después al hotel, ella le dijo que era uno de los momentos más felices de su vida. Pero la felicidad no duró mucho.
Al mudarse juntos, Sebastian Swamy le dijo a su nueva esposa que quería ayudar a que la vida de su hijo fuera más feliz de lo que había sido la suya.
Pero desde el principio hubo cosas que la preocuparon de su nuevo esposo. Él le decía cómo comportarse: “desde usar maquillaje, usar tacones altos, hasta cómo me veía, cómo hablar, cómo comportarme”, recuerda Abi.
"Pese a mi título universitario, señalaba con su dedo a mi cabeza y me decía: ‘Para alguien con ese intelecto eres bastante estúpida’. Comencé a dudar de mí misma y a cuestionarme, y eso fue solo el principio ".
Durante mucho tiempo, Abi trató de ignorar las cosas, justificándole y centrándose solo en las cosas que le gustaban de él: cuando la cuidaba y era amable y encantador, cuando la invitaba a salir, le compraba flores o arreglaba cosas en casa.
Pero una vez que comenzó la violencia, fue más difícil de justificar.
La primera vez
La primera agresión física fue después de haberla convencido de que saliera con amigos. Volvió a casa y encontró rastros de lo que parecía cocaína en la mesa de su hijo y botellas de bebida en el suelo. Ella le pidió una explicación y Sebastian explotó.
“Me abofeteó muy, muy fuerte y luego me tapó la boca y me dijo que me callara”, recuerda Abi.
“A la mañana siguiente se disculpó y dijo que no quería hacerlo, que nunca lo volvería a hacer y que lo sentía muchísimo. Dijo que fue por mí, porque yo estaba gritando y solo quería hacerme callar para que los vecinos no escucharan. Ese fue el primer golpe”.
Abi intentó ocultar los moretones con mangas largas y bufandas, pero era más difícil esconder la vergüenza. Cuando se asustaba de veras, llamaba a la policía. Los agentes venían y se llevaban a Swamy, quien luego volvería a hablar con ella horas después.
Pero ella siempre se negó a presentar cargos en su contra, incluso cuando parecía que su esposo había iniciado un incendio en la casa mientras ella dormía en el piso de arriba.
“Me senté, miré la casa y solo pensaba: ‘Tengo que pintarla, tengo que limpiarla’. Y el policía me dijo: ‘Bueno Abi, sabes que necesita ser acusado de incendio premeditado’. Y yo le dije: ‘Oh no, no, no’. Todo era tan desmoralizante...”.
Abi asegura que su esposo le había hecho creer que no podía vivir sin él. “Tu autoestima es tan baja que crees todo lo que te dicen”, explica
La paliza definitiva
La madre de Abi le advirtió un día que terminaría en una bolsa para cadáveres.
Cinco días después, sus palabras casi se hicieron realidad cuando Swamy pateó y golpeó el cuerpo de Abi con tanta fuerza que le dañó la médula espinal, le perforó un pulmón y le rompió las costillas.
Abi sobrevivió gracias a los vecinos que acudieron a su rescate y a los cirujanos que realizaron una cirugía en sus vértebras dañadas a través de una incisión en el cuello.
Desde entonces sufre daño permanente de la médula espinal y fue diagnosticada con trastorno de estrés postraumático.
Fue aquella vez cuando se dio cuenta de que tenía que dejar a su marido.
Keri Nixon, psicóloga forense, está convencida de que si no lo hubiera hecho entonces, Swamy podría haberla asesinado pronto.
"En general era una persona violenta, pero su nivel de alcohol aquella noche hizo que ese ataque fuera mucho peor, y es por eso que potencialmente habría terminado muerta. Porque él habría salido otra vez y se habría emborrachado de nuevo, y él se habría enojado con ella otra vez y entonces no se habría detenido", asegura Nixon.
El abuso de Abi a manos de Swami fue un caso de “abuso doméstico grave y de alto riesgo”, dice. Hubo control coercitivo y abuso emocional, aislamiento (Swamy la convenció para que dejara de ver a amigos y familiares) y abuso físico.
Y como suele ocurrir en estos casos, la propia Abi negaba lo que estaba ocurriendo.
Iniciativa piloto
Desanimada por la cantidad de veces que los agentes eran llamados por casos de abuso doméstico en los que las víctimas se negaban a presentar cargos o se retractaban de sus declaraciones al día siguiente, a la inspectora Claire Jesson de la policía de Cheshire, en Reino Unido, se le ocurrió una idea.
Jesson pensó que, en lugar de dejar a la víctima sola durante varias horas tras llevarse al presunto autor, sería mejor dedicar a un oficial especializado en abuso doméstico a cada incidente, que permanecería con la víctima y le hablaría sobre las opciones para buscar ayuda.
Esta idea se transformó en un programa piloto, que comenzó en junio pasado en la ciudad de Crewe y podría extenderse a otras.
“Desde el momento en que pasan por la puerta, los agentes están ahí para la víctima. Así que estamos construyendo esa relación desde el principio”, dice Jesson.
“Lo que solía suceder es que si un perpetrador era arrestado, los oficiales tenían que ponerlo bajo custodia. Cuando regresaban más tarde con la víctima, muchas de ellas a menudo habían decidido no presentar cargos”.
Desde su implementación, de 180 casos tratados por el equipo dedicado a abusos domésticos en Crewe, 74 resultaron en cargos, citación judicial, alerta o medida comunitaria: una proporción mucho más alta que antes, según Jesson.
La duración de una investigación promedio también se redujo de 32 días a menos de 20.
"Creo que podemos demostrar que ha sido exitoso. Los comentarios han sido muy positivos por parte de las personas implicadas pero ampliarlo no es algo simple. Es una gran inversión de la policía ", reconoce.
¿Por qué ocurren estos casos?
Las víctimas de abuso le preguntan a menudo a la psicóloga forense Keri Nixon por qué sus parejas actúan de esta manera.
"La mayoría de las veces, los perpetradores con los que he trabajado crecieron presenciando abusos domésticos", dice la médica.
"Algunos tienen esa personalidad muy narcisista, cuya madre los hizo sentir que eran lo mejor del mundo. Cuando les regañaban, los defendían. Era casi como 'Mi hijo no puede hacer nada malo'. Y así crearon este monstruo que piensa que pueden hacer lo que quieran en la vida a su manera".
“Y si ese tipo de persona [también] ha sido testigo de abuso doméstico, es muy probable que sean abusivos en sus relaciones y no asuman ninguna responsabilidad. Entonces, cuando salgan de la prisión, de nuevo ‘no será su culpa’”.
“Y entrarán en una nueva relación, harán que esa mujer se enamore de ellos y el patrón se repetirá de nuevo”, pronostica.
La doctora Keri Nixon dice que centrarse en las personas asesinadas por sus parejas significa que otras como Abi son a veces olvidadas.
"Trabajé con las fuerzas policiales en todo el país y analicé muchos, muchos casos de abuso doméstico donde las víctimas casi acaban muertas, pero no escuchamos mucho sobre esos casos", dice.
La salida de prisión de su agresor
Abi llevó su caso a los tribunales. El año pasado, Sebastian Swamy admitió haberle causado graves daños físicos y fue encarcelado por tres años y cuatro meses.
En su comparecencia, dijo que había estado bebiendo mucho después de perder una gran cantidad de dinero en una estafa.
El juez encargado del caso dijo que las lesiones graves y catastróficas causadas a su esposa harían que su vida nunca sea la misma.
“Usted era el Dr. Jekyll para la gente en la calle, pero estaba claro que tenía la capacidad de ser el Sr. Hyde cuando estaba en casa”, dijo el magistrado.
Pese a la condena de más de tres años, Swamy había pasado tiempo en arresto preventivo antes del juicio, y Abi se enteró el verano pasado de que lo dejarían salir mucho antes de lo que pensaba.
Cuando el hombre salió de prisión, Abi viajó a casa de su familia. No regresó a su casa hasta saber que Swamy se encontraba bajo vigilancia electrónica.
Ella está orgullosa de ayudar ahora a otras personas a través de su trabajo en una ONG. Espera que otras víctimas no sufran como ella lo hizo y les insta a ponerse a salvo actuandoantes de lo que ella lo hizo.
“No comienza con lo físico, comienza con lo psicológico. No sabía que esto era abuso, no hasta que estuve a punto de morir, y luego conseguí la ayuda que tan desesperadamente necesitaba”, dice Abi.
"Si a nivel psicológico pueden salir, entonces salgan. Estoy diciendo esto para, ojalá, ayudar o salvar a una persona y a sus hijos ", concluye.