En esta foto de archivo tomada el 7 de febrero de 2018, la canciller alemana Angela Merkel cierra brevemente los ojos mientras da una conferencia de prensa en Berlín. (TOBIAS SCHWARZ / AFP).
En esta foto de archivo tomada el 7 de febrero de 2018, la canciller alemana Angela Merkel cierra brevemente los ojos mientras da una conferencia de prensa en Berlín. (TOBIAS SCHWARZ / AFP).
Agencia AFP

Después de 16 años al frente de la principal economía europea, la primera cosa que quiere hacer en su retiro de la política es tomar “una pequeña siesta”. ¿Pero qué planea después?

La longeva canciller ha dicho poco sobre sus planes después de entregar las riendas del país a su sucesor y hasta ahora ministro de Finanzas, el socialdemócrata Olaf Scholz, el 8 de diciembre.

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Durante sus cuatro mandatos, la política de 67 años ha sido habitualmente descrita como la mujer más poderosa del mundo, pero recientemente confesó que no echará de menos estar al mando.

“Voy a entender muy rápidamente que todo esto es ahora responsabilidad de otro. Y creo que me va a gustar mucho esa situación”, aseguró durante una visita a Washington en julio.

Famosa por su aguante y su capacidad de mantenerse fresca tras reuniones hasta altas horas de la noche, Merkel una vez aseguró que podía almacenar el sueño como los camellos reservan el agua.

Pero cuando le preguntaron en la capital estadounidense sobre qué hará en su retirada, admitió que su resistencia tiene un límite.

“Puede que intente leer algo, mis ojos empezarán a cerrarse porque estoy cansada, con lo que tomaré una pequeña siesta y luego veremos dónde aparezco”.

“Pensar qué quiero hacer”

Elegida por primera vez como diputada en 1990, justo después de la reunificación alemana, Merkel admitió recientemente que nunca había tenido tiempo de parar y reflexionar sobre qué le gustaría hacer.

“Nunca he tenido un día de trabajo normal y (...) naturalmente he parado de preguntarme qué me interesa más fuera de la política”, explicó durante una entrevista conjunta con la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie.

“Al haber llegado a la edad de 67 años, no me queda una cantidad infinita de tiempo. Esto significa que quiero pensar cuidadosamente sobre qué quiero hacer en la siguiente fase de mi vida”, razonó.

“¿Quiero escribir? ¿Quiero hablar? ¿Quiero hacer senderismo? ¿Quiero quedarme en casa? ¿Quiero ir a ver mundo? He decidido no hacer nada para empezar y ver qué ocurre”, reconoció.

Sus predecesores no estuvieron mucho tiempo fuera del radar. Helmut Schmidt, que dejó la cancillería en 1982, se convirtió en coeditor del semanario Die Zeit y en popular comentarista de la vida política.

Helmut Kohl abrió su firma de consultoría y Gerhard Schroeder se convirtió en miembro de un grupo de presión, y se puso al frente del consejo de administración del gigante del petróleo ruso Rosneft.

El escritor alemán David Safier ha imaginado un futuro más excéntrico para la canciller con la novela “Miss Merkel”, en la que la dirigente abandona su retiro para investigar un misterioso asesinato.

Plantar verduras

Merkel puede buscar pasar más tiempo con su marido Joachim Sauer in Hohenwalde, cerca de Templin, en la Alemania del Este en la que creció y donde tiene una casa de veraneo donde se retira cuando está agotada.

En una entrevista con la revista Bunte en 2013 explicó también que disfrutaba del cultivo de verduras, especialmente de patatas.

Además, es conocida su afición por la isla volcánica de Isquia, frente a la costa de Nápoles, especialmente la remota villa costera de Sant’Angelo.

Esta semana, la canciller fue grabada con un teléfono buscando calzado en una tienda deportiva de Berlín, alimentando la especulación de que tenía en mente un retiro más activo.

Incluso, la antigua científica podría embarcarse en una gira de conferencias en las incontables universidades que la han distinguido con doctorados honoris causa, desde Seúl a Tel Aviv.

La canciller deberá recibir una pensión mensual de alrededor de 15.000 euros (16.900 dólares) en su jubilación según un cálculo de la Asociación de Contribuyentes de Alemania.

Pero nunca ha sido una persona dada al gasto, viviendo en un apartamento en un cuarto piso de Berlín y a menudo haciendo ella misma la compra.

En 2014 incluso llevó al primer ministro chino Li Keqiang a su supermercado favorito en Berlín tras un encuentro bilateral.

Así que a lo mejor simplemente disfrutará de veladas tranquilas degustando su apreciado vino blanco y saboreando el plato que una vez reconoció como su favorito, “una buena sopa de patatas”.

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