Como médico de familia en un centro de salud de Madrid, el peruano Jorge Ramos es testigo directo de cómo esta región se ha convertido de forma alarmante en el epicentro de la segunda ola de coronavirus que golpea a España. “Las cifras son preocupantes. El 35% de los casos nuevos le corresponde a la región de Madrid, que sigue estando a la cabeza de contagios en España", señala a El Comercio el médico, que radica desde hace más de 11 años en el país europeo.
"En agosto, al menos una de cada cinco camas de hospital en Madrid estaba ocupada por un paciente con coronavirus, es decir el 20% de las camas. Y la situación ha empeorado”, agrega Ramos, chalaco de 40 años.
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Ante la creciente gravedad de la situación, el Gobierno regional de Madrid anunció este viernes que a partir del lunes restringirá la movilidad en las 37 áreas de la región más afectadas por el COVID-19.
Los habitantes de estos lugares solo podrán desplazarse a otras zonas para ir a trabajar y cumplir obligaciones legales o educativas. También se limitarán las reuniones de diez a seis personas y habrá más reducciones de aforo.
Pero para el médico peruano se tratan de medidas insuficientes, pues, considera, España, y especialmente Madrid, necesitan volver a un confinamiento general. “El desgaste y agotamiento del personal de salud son la prueba de ello”, afirma.
— ¿Qué tan desbordada está la región? ¿Cómo estás viviendo personalmente esta nueva oleada en tu trabajo diario?
Como médico de familia yo trabajo en la atención primaria, que es el primer contacto del paciente con el sistema público. La verdad es bastante penosa la situación que vivimos. Hay médicos de baja por esta enfermedad. Ahora cualquier gripe común es sospecha de coronavirus, entonces hay una altísima cantidad de gente que aunque sea por un dolor de cabeza, por un malestar general, por un dolor muscular tiene ser sometida a la prueba PCR y a muchas de esas personas se les tiene que dar de baja, es decir, dejan de trabajar y hasta que no salgan las pruebas no pueden volver. El resultado de la prueba tarda dos días. Si sale negativo vuelves a trabajar, si sale positivo te quedas 10 días en tu casa. Si eres contacto estrecho de una persona con la enfermedad y la PCR te sale negativo te quedas 14 días en casa para ver si en algún momento haces síntomas. Todo eso es un trámite burocrático y, por supuesto, también una carga económica grandísima para el Gobierno.
Nosotros estamos dando muchas bajas todos los días porque hay pacientes con síntomas o que han tenido contactos con contagiados y definitivamente no hay forma de manejar las consultas. Hemos pasado de tener unos 40 pacientes a unos 60 por jornada laboral. Y en esta semana hemos pasado de hacer muchos más test. Al principio de la pandemia hacíamos 5 o 10 test al día, pero actualmente hacemos unos 80, casi 100 test al día. El desgaste de los médicos para cubrir las ausencias, el desgaste de las enfermeras para manejar todo este volumen de test… es una sobrecarga que se nota. He conversado con compañeros de otros centros de salud y hay un ambiente de desánimo bastante palpable, un desanimo, una falta de fuerzas, una decepción con la actitud de la gente frente a esta enfermedad que es bastante grande. Y sobre todo con el gobierno, que sentimos que no está haciendo todavía las cosas bien.
— La región de Madrid reconoció el jueves haberse visto superada por la explosión de casos y pidió acción “contundente” al Gobierno central. ¿Qué no está funcionando bien de parte de las autoridades?
Vamos a comparar dos ciudades que han encabezado hasta hace poco el número de casos. Nueva York y Madrid. Si te das cuenta las curvas son diferentes. Desde el principio de la pandemia, la curva para España es en U, casos que aumentaron, luego descendieron con el confinamiento y luego han vuelto a aumentar rápidamente. Una perfecta U. En Nueva York, es una L, una cantidad de casos elevada y luego la curva plana.
La diferencia, a mi punto de vista, radica en la cantidad de rastreadores, que aquí es muy poca. Está claro que una cantidad de rastreadores pequeña no puede seguir los casos para ver quiénes son los posibles contagiados y tomar medidas preventivas. Tenemos muy pocos rastreadores respecto a Nueva York. Después está la disponibilidad de test. Al principio aquí solo se hacían test al personal sanitario, militar, policial, al personal de primera línea. En cambio, en Estados Unidos, al menos en Nueva York, los test estuvieron mucho más disponibles. Y lo tercero es el retorno a la “nueva normalidad”. Aquí, por estar pagando las bajas de los trabajadores mientras se hacían los test, se sabía que la economía se iba a resentir y el mayor atractivo de España es el turismo, el ocio, los restaurantes, los viajes, entonces rápidamente se intentó abrir con un aforo limitado, pero no tan restringido. Aquí los restaurantes, los hoteles atienden a un 60% de su aforo. En Nueva York ha estado bastante más restringido. Entonces, es evidente que aquí con más de la mitad de libertades y tolerancia los casos han subido exponencialmente.
— ¿Qué responsabilidad han tenido los ciudadanos en este aumento de casos?
Los ciudadanos tienen una falsa seguridad con la mascarilla porque piensan que con tenerla ya está, ya han cumplido su parte. Pero la manipulan mal. La cogen, en vez de agarrarlas de las tiras que la sujetan en las orejas, las toman directamente por la parte externa que es en la que supuestamente puede estar pegado el virus. Se cubren solamente la boca y no la nariz o la usan como si fuera un babero, o sea sin cubrir ni la boca ni la nariz. Entonces llegas al restaurante, llegas a la discoteca, llegas a beber al botellón con los amigos en un parque, como normalmente lo hace la gente muy joven, y te quitas la mascarilla, conversas sin conservar la distancia de seguridad. Después llegas a tu casa, probablemente contagiado, y es evidente que estando con tu familia, con tus hermanos, con tus padres, no vas a utilizar la mascarilla, entonces los casos crecen exponencialmente. Eso es lo que está pasando, que la mascarilla está creando una falsa seguridad en la gente y no se cuidan. En la calle se sigue viendo todavía gente sin mascarilla, paseando plácidamente.
Y es en los sectores con más aglomeración de gente, normalmente al sur de Madrid, donde se está viendo que el aumento de casos es muchísimo mayor. Es lamentable ver que coincide con zonas donde vive gente inmigrante, también latinoamericana. Esto en parte se debe a que viven hacinados, con menos posibilidades de tener un espacio para pocas personas. Pero, desde mi punto de vista, el aumento de casos no solo se debe al hacinamiento, sino a la actitud de la gente. El jueves vi en las noticias cómo una cámara pasaba por un barrio del sur de Madrid y en un parque se veía a una grandísima cantidad de personas, unos bebiendo, otros jugando un partido de básquet o de futbol y todos bebiendo agua de la misma botella, sin mascarilla. La cantidad de gente que había y cómo se comportaban no tenía nada que ver con un escenario de coronavirus. Entonces no solamente es el hacinamiento, sino también la educación, la actitud de la gente que parece pensar que esto no existe o no se da cuenta del perjuicio económico que causa. España va a dejar de crecer. La tasa de paro es el 20% actualmente, dudo que nos recuperemos fácilmente de esta. Sin duda ha habido un error del gobierno, pero la ciudadanía también tiene su parte de culpa.
— ¿Cuál es el ánimo entre los residentes de Madrid? ¿Se siente zozobra o temor generalizado en las calles?
Cuando salgo a pasear a mi perro noto que al cruzar a la misma acera algunos intentan cruzar la calle. Los que tienen la mascarilla como babero pues se la colocan bien. Pero no podría decir que existe un temor generalizado. Incluso cuando voy al gimnasio y hay ciertos ejercicios que cuestan con mascarilla, yo no me la quito, pero hay gente que hace ejercicio sin la mascarilla. Sí que es verdad que no te dejan subir al transporte público sin mascarilla, pero he notado que la gente no la usa de manera correcta, entonces pienso que si hubiese un temor como tal la gente haría lo que hay que hacer, que es mantener la distancia de seguridad, evitar salir, evitar las reuniones, quedarse en casa o al menos utilizar bien la mascarilla y procurar tener algún gel hidroalcohólico en sus mochilas. Y veo eso en muy poca gente. No sé si la gente no se lo toma en serio, si no le importa la economía, si piensa que es obligación del Gobierno sacar dinero y arreglar la situación como sea, pero no veo temor en las calles. No siento que eso se traduzca en responsabilidad.
— ¿Qué es lo más preocupante de la situación actual?
A mí me preocupa mucho la economía del país donde vivo, porque sin economía va a haber pobreza y si hay pobreza también repercutirá en la salud de otras maneras, con una población más desnutrida o con un aumento de la delincuencia, con todo lo que conlleva que no haya trabajo. Por supuesto que me preocupa la situación actual porque esta enfermedad lo que va a traer es una ralentización de la economía, dado que uno de los principales ingresos es el turismo. Casi todos los países de Europa están restringiendo la visita de los que vienen de España o si hay alguien de sus ciudadanos que venga a España los ponen en cuarentena. Entonces si tienes 10 días de vacaciones y sabes que cuando regreses te van a meter otros 10 días en cuarentena en tu país de origen pues lo piensas dos veces y de pronto eliges otro país de destino. La gente prefiere irse a otros sitios.
No hay actividad económica en el turismo, la gente dentro de España, sobre todo en la comunidad de Madrid, se sigue contagiando. El personal sanitario está agotado, está desanimado, está desalentado. Queremos hacer una huelga a fin de mes, justamente reivindicando la falta material, la falta de profesionales que echen una mano, sobre todo eso, la falta de profesionales que se sumen a la demanda de atención de la población. No nos damos abasto. Y nos iremos a la huelga si es que no se sientan a negociar las autoridades con los sindicatos.
— ¿Cómo toma la gente las nuevas medidas restrictivas dadas por las autoridades?
Puente de Vallecas, Villaverde, Carabanchel, Usera, son los barrios del sur de Madrid que están sufriendo un pico bastante más alto respecto a otros barrios de la comunidad de Madrid. Yo estoy seguro de que la gente intentará sacarle la vuelta a la ley y ver qué manera burlar las medidas. Estoy bastante pesimista respecto a esto y pienso en general que un confinamiento selectivo en estas circunstancias, donde la gente va a buscar cómo burlar la ley, es inútil. Pienso que nuevamente que toda España debería volver al confinamiento, o al menos toda la comunidad de Madrid. Seguimos en época de guerra, por más que las empresas quieran ayudar a la economía no hay ningún tipo de congruencia en el plan. Las cosas no están saliendo bien así que creo que ya deberíamos volver al confinamiento de principios de año. Al menos Madrid en su totalidad se debería confinar nuevamente.
— ¿Qué lecciones o advertencias está dejando esta segunda ola de contagios de cara al futuro?
Básicamente esto no está enseñando que no éramos la mejor sanidad del mundo, como lo decía el gobierno, que siempre se jactaba de eso. Yo siempre me preguntaba si eso era cierto, pero está claro que si la mejor sanidad del mundo colapsa cuando viene un problema sanitario inesperado, sin duda no es el mejor sistema sanitario del mundo. China por ejemplo, donde empezó esto, no tiene tasas casi de enfermedad. Por su puesto, es un Gobierno autoritario y bastante drástico, donde la gente está acostumbrada a ser muy disciplinada. Países más ricos como Estados Unidos han logrado aplanar sus curvas y si nos damos cuenta también lo han hecho con decisiones de Gobierno. Conseguir más rastreadores, disponer de más test para la población, reducir la actividad económica en cuanto al ocio, restaurantes, discotecas, turismo.
Finalmente, para mí la lección más triste es que casi todos los países que han salido de esto lo han hecho por una mano firme de sus autoridades, no por decisión de cada ciudadano. Hemos visto que, tristemente, el ser humano es egoísta y es poco responsable, no solo consigo mismo, sino con el prójimo. La lección más importante es que tenemos que cambiar como sociedad. No solo la educación de la escuela, sino también la que te dan tus padres en casa es la que puede hacer que seas una persona más empática con la situación global, que pongas el hombro cuando la situación se vuelve hostil no solo para ti, sino también para el resto y entender que si tu ayudas al colectivo, el colectivo y tú se van a beneficiar.
Esta nota se realizó a raíz del aumento de casos de coronavirus en la región española de Madrid. Para conocer cómo se vive a diario la delicada situación sanitaria en ese lugar, conversamos con Jorge Ramos, médico peruano que radica hace 11 años en Madrid. Ramos, quien ya ha colaborado antes en otras notas de la sección Mundo, respondió a las preguntas de El Comercio a través de audios de WhatsApp.
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