Si algo preocupa a los europeos, es la llegada del invierno. Y, sobre todo, la de este invierno que se acerca. La guerra en Ucrania ya ha dejado algunas consecuencias en la vida cotidiana del Viejo Continente, como la escasez de varios alimentos y el aumento del precio del gas, esencial para soportar las frías temperaturas.
Cuando todavía no se concretaba la invasión rusa, a inicios de año, las expectativas se centraban en el gasoducto Nord Stream 2, un proyecto en el que se invirtió más de 11 mil millones de dólares y que fue construido con el fin de duplicar los envíos de gas de Rusia a Alemania de manera directa por el Mar Báltico.
Pero el Nord Stream 2 no llegó a ver la luz. Cuando ya estaba listo para operar, se suspendió su funcionamiento ante la inminencia de la guerra.
No obstante, el Nord Stream 1 sí siguió operando, aunque Moscú -a través de su empresa estatal Gazprom- decidió cortar el caño a inicios de setiembre alegando “trabajos urgentes de mantenimiento”, algo que ha sido rechazado por el Gobierno Alemán, que en realidad afirma que es una represalia por las sanciones occidentales.
Ya desde junio, Gazprom había reducido su capacidad al 20% alegando problemas técnicos. Hasta el año pasado, el Nord Stream 1 representaba alrededor del 35% de las importaciones totales de gas ruso para Europa.
Sin embargo, pese a que ambos gasoductos ya no están operativos, sí están llenos de combustible, por lo que la reciente fuga de gas ha provocado más preocupación en los países europeos, que no han descartado un acto de sabotaje.
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Hacia otros mercados
Como recuerda CNN, Moscú también recortó el suministro a varios países europeos y empresas energéticas “poco amistosas” por su negativa a pagar el gas en rublos, como insiste el Kremlin, en lugar de los euros o dólares que figuran en los contratos.
Los líderes europeos ya sabían que Vladimir Putin iba a utilizar como arma política la dependencia energética hacia Rusia -La Unión Europea (UE) depende de Rusia para cerca del 40% de su gas natural- por eso han buscado a toda prisa durante estos meses recurrir a mercados alternativos.
Como parte de su campaña de ahorro de gas, los países de la UE acordaron reducir el uso del hidrocarburo en un 15% desde agosto a marzo.
Justamente, el canciller alemán, Olaf Scholz, terminó el domingo una gira por Arabia Saudí, Catar y los Emiratos Árabes Unidos con el fin de cerrar acuerdos para el suministro de energía. De hecho, con este último firmó un convenio para la venta de gas natural licuado (GNL) y gasóleo, cuyas entregas se harán efectivas en las próximas semanas.
Alemania, que ha sido el país más dependiente del gas ruso, ha alcanzado en sus depósitos de gas el 90% de su capacidad, varias semanas antes de lo previsto.
El Ministerio de Economía y Protección del Clima considera que para garantizar que no habrá escasez de suministros durante el invierno los depósitos del país deben estar al 95% de su capacidad hacia el 1 de noviembre. El recorte de los suministros procedentes de Rusia se ha compensado con envíos de gas de Noruega, Países Bajos y Holanda.
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