“Aparecía una nube y los que la miraban desde lejos no sabían desde que montaña salía, pero después se supo que se trataba del Vesubio. La nube tenía un aspecto y una forma que recordaba a un pino, más que a ningún otro árbol, porque se elevaba como si se tratara de un tronco muy largo y se diversificaba en ramas (…) Se pusieron almohadas en la cabeza, sujetas con trapos, única protección contra lo que caía. En otras partes había amanecido ya; allí seguía una noche más negra y más densa que todas las noches, sólo rota por antorchas y luces variadas”.
MIRA: La “excepcional” carroza descubierta por los arqueólogos en las ruinas romanas de Pompeya
De esa forma narraba Plinio El Joven, escritor y científico romano, en una de sus famosas cartas (la Epistulae VI para ser más precisos) enviada en el año 99 a su amigo, el historiador y senador Cornelio Tácito, la tragedia vivida 20 años antes en la ciudad de Pompeya. Plinio había sido un testigo privilegiado de uno de los mayores desastres naturales de la historia, consiguiendo ver desde el antiguo puerto de Misenio cómo su tío –y a la vez padre adoptivo–, con el mismo nombre pero apodado El Viejo, se embarcaba hacia la erupción para estudiar lo que entonces consideraban un arranque de furia de los dioses e intentar ayudar a escapar a sus amigos de la zona.
Hoy, casi 2 mil años más tarde, lo que se encuentra bajo los entre 5 y 7 metros de ceniza y piedra pómez que cubrieron a Pompeya y Herculano siguen maravillando al mundo. El artículo más reciente en esta lista fue descubierto el 7 de enero, pero recuperado recién a finales de febrero. Se trata de una carroza ceremonial de madera, de 4 ruedas, con “elementos de hierro, hermosos adornos de bronce y estaño”, además de cuerdas y elementos florales “casi intactos” que los arqueólogos han calificado como “excepcional” por su “excelente estado de conservación”, según un comunicado emitido por el Parque Arqueológico de Pompeya.
El hallazgo se produjo en Civita Giuliana, una villa al norte de las murallas de la ciudad. Muy cerca de ahí, hace tan solo tres años, se encontraron los restos de tres caballos, también en asombrosas condiciones de conservación.
Pompeya es considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1997. La ciudad fue redescubierta hacia finales del siglo XVI pero se comenzó a explorar recién en 1748. Las investigaciones, sin embargo, no fueron constantes hasta el siglo XIX, debido principalmente a las pinturas con alto contenido erótico que se encontraban con frecuencia. Durante los últimos años, con la creación del parque y respaldo del Ministerio de Patriominio Cultural, Actividades y Turismo, la ciudad ha comenzado a revelar cada vez más maravillas.
Lo más prometedor, quizás, es que en 21 de las 66 hectáreas de interés arqueológico aún ni se han iniciado excavaciones siquiera.
-Hallazgos de los últimos años-
El descubrimiento de la carroza de Pompeya fue un trabajo conjunto entre el Parque Arqueológico y la Fiscalía de Torre Annunziata, gracias a un acuerdo firmado en el 2019 para acelerar la exploración de la zona. Esta alianza surgió, más allá del interés científico, como un intento para frenar a los saqueadores que ponen en amenaza los tesoros históricos del lugar.
Durante la última década, Pompeya ha contado con diferentes equipos interdisciplinarios por las mismas razones. Esto, a su vez, ha permitido conocer cada vez más piezas asombrosas.
El termopolio
En diciembre del 2020 acabaron las excavaciones iniciadas un año antes para develar lo que resultó siendo un termopolio, una suerte de restaurante al paso frecuentado por la clase más humilde de Pompeya. Si bien se habían encontrado cerca de 80 lugares similares en toda la ciudad, este se había conservado especialmente bien. Muestra de ello son las pinturas que aún se muestran en la barra, las vasijas conteniendo aún habas molidas, recipientes con restos de pato, cerdo, cabrito, pescado y caracoles. Todo un universo para entender qué consumían los pompeyanos de a pie.
El amo y el esclavo
Un mes antes del termopolio, hallaron los restos óseos de lo que se cree fueron un esclavo y su amo mientras intentaban escapar del desastre. El uso de tiza líquida sobre las cavidades que dejaron sus cuerpos, una técnica inventada en el siglo XIX, permitió ver las huellas de ambas víctimas como si se tratara de estatuas.
Cerebro de cristal
Si se creía que en Pompeya no se podía hallar algo más asombroso que las expresiones de sus aterrados ciudadanos, el descubrimiento de restos cerebrales en octubre del 2020 volvió a sorprender a los expertos. Esta vez fue un equipo conformado por especialistas de la Universidad de Nápoles Federico II, el Ceinge -Advanced Biotechnology, la Universidad de Roma Tres, la Estatal de Milán y el Consejo Nacional de Investigación, el que no solo encontró “un cerebro vitrificado” sino “un sistema nervioso central compuesto por neuronas y axones”.
Un tesoro mágico
Al interior de una casa con 10 víctimas de la erupción, los arqueólogos encontraron en agosto del 2019 una caja que contenía amuletos de cristal, cerámica, amatista y ámbar; moldeados además con formas de escarabajos, figuras de artesanos y grabados con imágenes como la del dios romano Dionisio. Se especula que los artículos fueron usados como amuletos contra la mala suerte o, en todo caso, que se trataría del cofre de un ciudadano dedicado a la hechicería.
-Única en su tipo-
Si bien tantos hallazgos maravillan hasta al más impasible, difícilmente podríamos entender su real dimensión si no contamos con conocimientos previos. Fuimos entonces en busca de un especialista, alguien dedicado a pasar largas jornadas con una brocha y un cincel esperando encontrar un pequeño fragmento cubierto de la historia.
“Lo de Pompeya es excepcional, es la mejor forma que tengo de describirlo”, dice Miguel Ángel Valqui, arqueólogo egresado de la Universidad San Marcos, a El Comercio. “Generalmente en arqueología, cuando uno excava no llega a encontrar contexto. Me refiero a la relación entre los elementos que te dan una idea de la actividad humana. En Pompeya ocurre algo diferente. Los objetos encontrados están tan dispuestos y relacionados entre sí que te enseñan cómo se organizaban los romanos en torno a sus viviendas; incluso da evidencia de la vida cotidiana”.
Valqui, quien ha dedicado los últimos años a estudiar diferentes centros arqueológicos en el Perú, explica por qué Pompeya es tan apreciada entre los expertos. “Generalmente, las excavaciones se centran en la arquitectura monumental, en los palacios, en los grandes templos. [En Pompeya] además de la conservación y de entender tan bien su trazo urbano, se valoran las observaciones tanto dentro como fuera de las casas”, detalla.
“Cuando los sitios son abandonados de forma paulatina, la gente suele llevarse sus cosas. En otros casos, se destruyen las viviendas para construir nuevas”, agrega.
Valqui apunta que los nuevos descubrimientos permiten graficar mejor cómo se vivieron los últimos momentos de los cientos o miles de pompeyanos que perecieron en aquel año 79.
“Se decía que Pompeya era como una fotografía, pero en los últimos años los estudios han demostrado que la gente sobrevivió a las primeras capas de ceniza y piedra; muchos murieron por asfixia. Solo una pequeña fracción de la población se quedó; se han hallado unos mil cuerpos. Algunos dicen que los restos corresponden a saqueadores; otros señalan que podían ser personas con alguna discapacidad. Murieron por una combinación de gases, aire caliente y algún cuerpo sólido. Todo el proceso de enterramiento habría durado unas 24 horas, según los expertos”, explica.
-Crisis en el turismo-
En el 2016, durante el Forum Ansa, el ahora director saliente del Parque Arqueológico de Pompeya, Massimo Osanna, resaltaba el crecimiento sostenido que había mostrado el recinto desde el 2012, cuando se lanzó un ambicioso proyecto de restauración que contó con un presupuesto de 140 millones de dólares. “El público en Pompeya es cada vez más variado y diversificado incluso étnicamente, tuvimos 3,5 millones y medio de ingresos el año pasado, lo cual está aumentando en un 10% mensual”, señaló en el evento.
Aquejados por la amenaza de aumentos de atentados terroristas en el Viejo Continente durante esos años, Pompeya se vio obligada a aumentar sus cuerpos de seguridad y procedimientos de identificación para los visitantes. Pese a ello, consiguieron mantener la tendencia alcanzando un pico de poco más de 4 millones de visitas durante el 2017.
Con la pandemia de COVID-19, sin embargo, un decreto emitido por el Gobierno Italiano el 8 de marzo del 2020 que buscaba frenar el avance del virus obligó a que la mítica ciudad, el segundo destino turístico más visitado en el país superado únicamente por el Coliseo Romano, cerrara completamente por primera vez.
El 26 de mayo reabrió, en lo que Ossana calificó como “un nuevo resurgir de las cenizas”. “La historia nos ha demostrado que Pompeya es una ciudad resiliente por excelencia (...) Ha superado catástrofes, terremotos, erupciones, excavaciones arqueológicas fallidas y excavaciones ilegales”, señaló el director en aquella oportunidad.
Con la promesa de mostrar espacios cerrados durante muchos años, el parque buscó recuperar parte de los casi 4 millones que registró en el 2019. Y si bien hasta el momento no hay cifras oficiales de las visitas registradas durante el 2020 disponibles para el público, es innegable que la pandemia mermó en el número de concurrentes.
En ese sentido, la reapertura más reciente se produjo el 25 de enero, cuando tras 40 años el Antiquarium abrió sus puertas al público. El nuevo museo alberga una exposición permanente que narra la historia de la ciudad a partir de los artículos mejor conservados que fueron hallados en la ciudad.
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