El cardenal Raymond Burke, al centro, y sus compañeros prelados ultraconservadores están trabajando para extender el apoyo eclesiástico a los políticos nacionalistas.
El cardenal Raymond Burke, al centro, y sus compañeros prelados ultraconservadores están trabajando para extender el apoyo eclesiástico a los políticos nacionalistas.

Ciudad del Vaticano. Cuando , el político italiano de extrema derecha, dijo frente a una audiencia que esperaba ser mejor cristiano a pesar de ser un “pecador” divorciado de primera clase, uno de los cardenales ultra conservadores que más han criticado al papa, sonreía y aplaudía detrás de él en el estrado.

“A mi manera, con mi actividad profesional, trato de hacer mi mejor esfuerzo para ayudar a sesenta millones de italianos con lo que no solo depende de nosotros”, dijo el ministro del Interior anti inmigrante y nacionalista de en octubre, en una universidad pontificia al lado del Vaticano.




Sin embargo, aunque el cardenal Raymond Burke, líder de facto de la oposición conservadora al papa Francisco en la iglesia católica, le aplaudió cálidamente a Salvini, el papa se ha mostrado menos impresionado con las “actividades profesionales” de Salvini.

Esas acciones han incluido prohibir que las embarcaciones llenas de migrantes desesperados entren a Italia y trabajar para desestabilizar a la Unión Europea desacatando sus reglas y potencialmente debilitando su moneda. Un día después de la victoria aplastante de Salvini en las elecciones del Parlamento Europeo, Francisco advirtió, como lo había hecho durante meses, que quienes se dedican a infundir miedo habían vuelto a la gente “intolerante, cerrada y quizá incluso racista, sin darse cuenta”.

Mientras que el papa ha sido uno de los principales defensores de los refugiados y migrantes en todo el mundo, los políticos anti inmigrantes y populistas han hallado cada vez más apoyo en las figuras católicas conservadoras y anteriormente poderosas a quienes Francisco ha relegado al interior de la iglesia.

Burke y sus colegas prelados ultra conservadores están trabajando para extender el apoyo eclesiástico a los políticos nacionalistas alabándolos como defensores del cristianismo occidental y los valores tradicionales ante lo que insinúan que es una invasión migrante musulmana. En el proceso, el apoyo de los cardenales ha ayudado a vacunar a los populistas contra las críticas por parte de los aliados del papa y ha contribuido a aumentar su atractivo político para los electores católicos.

Los obispos católicos que se apegan a la visión inclusiva de la iglesia que Francisco promueve han criticado a los líderes nacionalistas de Polonia, Hungría y Estados Unidos por sus opiniones severas en torno a la migración, pero esos políticos también han disfrutado del apoyo de un pequeño grupo de clérigos conservadores que constantemente alzan la voz. Quizá esa dinámica no es tan evidente en ningún otro lugar como lo es en el territorio mismo del papa.

Personas cercanas al papa Francisco han criticado a Matteo Salvini, ministro del Interior de Italia, por hacer payasadas como besar un crucifijo en el evento nocturno de su elección al Parlamento Europeo en Milán en mayo.
Personas cercanas al papa Francisco han criticado a Matteo Salvini, ministro del Interior de Italia, por hacer payasadas como besar un crucifijo en el evento nocturno de su elección al Parlamento Europeo en Milán en mayo.

Salvini, cuyo partido en Italia comenzó como un organismo secesionista y reverencial de los poderes paganos del río Po, ha pasado años cultivando su relación con Burke.

“Salvini no busca un acuerdo con la iglesia; busca un acuerdo con los elementos dentro de la iglesia que le resultan favorables”, dijo Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad Sant’Egidio, un grupo católico cercano a Francisco.

Los clérigos próximos a Francisco han expresado su desprecio por lo que consideran la explotación que hace Salvini de los rosarios y los crucifijos, así como por sus oraciones a la inmaculada Virgen María por la victoria electoral. Se lamentan cuando cita a Juan Pablo II y al predecesor conservador de Francisco, el papa Benedicto XVI, para mostrar que sus opiniones sobre Europa se apegan a las de la iglesia.

Además, les disgustó la manera en que defendió su postura de línea dura en torno a la migración en un mitin en Milán al utilizar una imagen del cardenal Robert Sarah de Guinea, quien ha sido aislado por Francisco y ha escrito de manera crítica sobre la migración. (Salvini lo describió como “un cardenal africano y, por lo tanto, experto en los temas de los que estamos hablando”).

Salvini despertó más preocupación en el Vaticano cuando celebró su victoria en las elecciones europeas ante un estante donde se encontraba una figura de Jesucristo, una gorra de “Hagamos a Estados Unidos grandioso de nuevo” y libros de historia como La cruzada de Himmler, acerca de una infame exploración nazi en el Tíbet.

El papa Francisco con migrantes en Ciudad del Vaticano en 2018. Incluso cuando Francisco ha surgido como un líder a favor de los refugiados, los políticos antimigrantes han encontrado creciente respaldo entre las alguna vez poderosas figuras conservadoras católicas.
El papa Francisco con migrantes en Ciudad del Vaticano en 2018. Incluso cuando Francisco ha surgido como un líder a favor de los refugiados, los políticos antimigrantes han encontrado creciente respaldo entre las alguna vez poderosas figuras conservadoras católicas.

Poco después de la elección de Francisco en 2013, el papa denunció la “globalización de la indiferencia” durante su visita sin precedentes al centro migrante de Lampedusa en el Mediterráneo. Salvini escribió en ese entonces que el papa debía preocuparse por la “globalización de la inmigración clandestina”.

En septiembre de 2016, Salvini caminaba por el festival anual de la Liga Norte cuando vio lo que, según exclamó, era “¡una camiseta increíble!”. Tenía a un papa Francisco perplejo, con las manos en las mejillas como el niño angustiado en el póster de Mi pobre angelito, sobre la frase “Mi papa es Benedicto”.

“Todos me caen bien, pero el papa es Benedicto”, dijo Salvini. Mientras señalaba a los simpatizantes que lo rodeaban, agregó: “El papa Benedicto tenía ideas muy claras sobre el islam y la gente que vive junta. No me agradan los que invitan a los imanes a la iglesia”.

Para entonces, Salvini ya llevaba años cultivando su amistad con Burke. En febrero de 2017, los medios italianos reportaron que Salvini se había reunido durante más de una hora con el cardenal en el departamento del prelado justo afuera de los muros del Vaticano.

Salvini despertó más preocupación en el Vaticano cuando celebró su victoria en las elecciones europeas ante un librero donde se encontraba una figura de Jesucristo, una gorra de “Hagamos a Estados Unidos grandioso de nuevo” y libros de historia como “La cruzada de Himmler”, acerca de una infame exploración nazi en el Tíbet.
Salvini despertó más preocupación en el Vaticano cuando celebró su victoria en las elecciones europeas ante un librero donde se encontraba una figura de Jesucristo, una gorra de “Hagamos a Estados Unidos grandioso de nuevo” y libros de historia como “La cruzada de Himmler”, acerca de una infame exploración nazi en el Tíbet.

Después del evento de octubre, cuando le preguntaron si tenía más en común con Burke, dado el fuerte rechazo de Francisco al nacionalismo, Salvini dijo: “Respecto de la inmigración, el papa Francisco dice que es necesario respetar los límites y las reglas… y ese es exactamente mi principio”.

Mientras tanto, Burke siguió apoyando a Salvini. Cuando le preguntaron en un evento en Roma en mayo sobre una aseveración del limosnero del papa acerca de que a los políticos antimusulmanes se les debería negar la bendición papal, Burke respondió: “Considero que resistirse a la inmigración musulmana a gran escala es una postura responsable”.

“No tienes que ser científico espacial para ver lo que ha pasado en Europa y Estados Unidos”, agregó, y describió a los inmigrantes musulmanes como parte de una fe que busca conquistar el mundo.

© "The New York Times"

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