El tribunal luso de Leiria condenó hoy a 25 y 18 años de prisión por homicidio, respectivamente, al padre y a la madrastra de una niña de 9 años cuyo cuerpo fue encontrado en un bosque hace un año. El caso conmocionó a Portugal.
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Valentina, de 9 años, fue encontrada muerta el 10 de mayo de 2020 en un bosque de Peniche, a unos 100 kilómetros al norte de Lisboa, con señales de violencia y tras varios días de búsqueda.
El tribunal dictó 25 años de prisión (la pena máxima) para el padre y 18 años y 9 meses para la madrastra por homicidio cualificado, profanación del cadáver, abuso y simulación de señales de peligro.
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La condena del padre también incluye un delito de violencia doméstica.
Los jueces consideraron que quedó probado que Valentina murió por las “brutales agresiones” del padre y que su pareja no hizo nada para impedirlo o socorrer a la menor, por lo que condenó a ambos por homicidio.
Después, acordaron dejar su cuerpo en el bosque y denunciar su falsa desaparición.
La Justicia portuguesa ya había dictado en mayo del año pasado prisión preventiva para los ahora condenados, después de encontrarse el cuerpo de la niña a unos cinco kilómetros de la casa, después de que el padre finalmente confesara y llevase a los agentes al lugar exacto.
La niña, que vivía con su madre biológica, pasaba unos días en la casa de su padre durante el confinamiento, quien denunció su desaparición asegurando que había visto por última vez a la niña la noche anterior en su habitación.
La policía lusa estimó que Valentina habría muerto en el domicilio paterno el mismo día en que se denunció la desaparición y que, ayudado por su pareja, el padre habría ocultado el cadáver.
En el momento de la desaparición había tres menores más en la vivienda: una menor de 4 años y un bebé de pocos meses, hijos en común de la pareja, y un niño de 12 años, fruto de una relación anterior de la madrastra, cuyo testimonio ante la policía fue fundamental para centrarse en los progenitores.
Valentina había huido de la casa de su padre dos años antes del suceso, cuando explicó a los agentes que la encontraron que echaba de menos a la madre e iba a buscarla.
La Comisión de Protección de Niños y Menores investigó entonces su caso, pero no halló señales de malos tratos y lo archivó poco después.
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