Las disputas diplomáticas entre Reino Unido y Argentina por las islas Malvinas/Falklands son habituales, y se acrecentaron desde que ambos países se enfrentaron hace casi cuatro décadas por la soberanía de ese archipiélago en el Atlántico Sur.
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Pero la más reciente controversia involucra un nuevo “frente de batalla”: la Antártida.
Argentina y Reino Unido son dos de las siete naciones que reivindican partes del continente blanco, pero son los únicos dos que reclaman exactamente la misma porción de territorio.
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El reclamo antártico británico, realizado en 1908, abarca por completo (y excede) el territorio que el país sudamericano había reclamado cuatro años antes.
En 1940, Chile se sumó a la polémica, reivindicando parte del terreno reclamado por ambos.
Ahora esta rivalidad antártica se ha profundizado, gracias a un hecho que a primera vista no pareciera tener mucho que ver.
Se trata de la construcción de un nuevo puerto de aguas profundas en las Malvinas/Falklands, tras el deterioro del puerto actual.
En BBC Mundo te explicamos por qué esta obra ha generado el enojo de algunos políticos en Argentina y la preocupación de expertos antárticos en ese país.
Y por qué el nuevo puerto de las Malvinas/Falklands se ha convertido en un nuevo capítulo de la disputa antártica.
Qué pasó
Todo comenzó a finales de 2018, cuando el gobierno de las islas Malvinas/Falklands —conocido como FIG o Falkland Islands Government— publicó un aviso invitando a compañías a presentar sus ideas para la construcción de un nuevo puerto.
En un informe presentado ante la Asamblea Legislativa local, Barry Elsby, responsable de la cartera de Desarrollo y Servicios Comerciales, explicó que el deterioro del puerto actual, construido en 1984 y conocido como Fipass (Sistema de Almacenamiento y Puerto Interino de las Falklands), era tal “que ya no es seguro que los barcos atraquen allí”.
Consultado por el diario Penguin News —el único que se publica en las islas— sobre cómo pretendían que fuera el nuevo puerto, Elsby señaló que el FIG estaba abierto a sugerencias, y que había dejado el aviso “deliberadamente abierto”.
“El anuncio salió diciendo que queremos un puerto con esta cantidad de espacio de atraque, esta cantidad de capacidad de carga en el borde, y luego permitimos que los interesados desarrollen sus propias ideas y nos las vendan”, afirmó.
En mayo de 2019 se abrió la licitación de lo que Elsby describió como “uno de los proyectos de capital más grandes de la historia de las islas” y en febrero de 2020 se anunció que la obra había sido adjudicada a la firma británica-neerlandesa BAM Nutall Ltd.
“Como es bien sabido, la instalación Fipass existente se acerca rápidamente al final de su vida útil. La emocionante noticia de hoy es el primer paso en el diseño de una nueva instalación que pueda manejar tanto nuestras necesidades actuales como nuestras proyectadas demandas futuras”, dijo el jefe del Ejecutivo del FIG, Barry Rowland, al hacer el anuncio.
Se informó que el nuevo puerto se construirá cerca del actual, en Stanley Harbour (Puerto Stanley).
Durante la firma del contrato, en abril de 2020, el director gerente de BAM Nuttall, Martin Bellamy, dijo que el nuevo puerto “respaldará la economía local, incluida la pesca, el turismo y el transporte marítimo, y facilitará el crecimiento económico previsto en el futuro”.
Tras una pausa por la llegada de la pandemia de coronavirus, los planes se retomaron en agosto de 2020 y en setiembre BAM Nuttall presentó el plano del nuevo puerto en una audiencia pública en la municipalidad.
Las autoridades de la isla informaron que el puerto estará operativo “a comienzos de 2024 a más tardar”, y que su construcción será financiada con créditos por US$85 millones.
La polémica
Hasta aquí la noticia del nuevo puerto en Malvinas/Falklands había pasado casi inadvertido fuera del archipiélago.
Sin embargo, un año después, en agosto de 2021, esta obra se convirtió en el centro de una polémica en la vecina Argentina.
Primero, el gobierno de la provincia más austral del país, cuyo nombre oficial es Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur (lo que incluye a las Malvinas/Falklands), denunció a BAM Nuttall por operar sin su autorización en esa región sobre la que reclaman soberanía.
Luego, a mediados de mes, un senador nacional por Tierra del Fuego denunció ante el Parlamento argentino que esta obra tiene como fin último ampliar el control británico sobre la Antártida.
“Con la construcción de este puerto, Gran Bretaña pretende consolidar su colonialismo en Malvinas y la región como punta de lanza para extender su influencia sobre la Antártida”, acusó Pablo Blanco.
Según el legislador, el objetivo del nuevo puerto es “brindarle servicios logísticos a terceros países europeos que tienen intereses en el continente blanco”.
“Lo que pretenden es contar con más recursos logísticos para seguir apropiándose de recursos naturales renovables y no renovables que son nuestros”, afirmó.
“Puerta de entrada a la Antártida”
BBC Mundo consultó al FIG y al gobierno británico por las declaraciones argentinas y los planes respecto al nuevo puerto, pero al momento de publicación no obtuvo respuesta.
La agencia de noticias Merco Press, que cubre el Atlántico Sur, remarcó que las denuncias en Argentina se producen en la antesala de las elecciones primarias de medio término, que se realizan a mediados de septiembre.
“Despertar la vena nacionalista es muy útil”, señaló, sobre el peculiar timing de las denuncias.
Pero lo cierto es que, más allá de la política, existe una genuina preocupación entre algunos en Argentina de que el nuevo puerto de Malvinas/Falklands busque reemplazar a la capital de Tierra del Fuego, Ushuaia, como punto de ingreso a la Antártida.
Ubicada a unos 1.000 kilómetros del continente blanco, Ushuaia es la capital más austral del mundo y se autoproclama la “puerta de entrada a la Antártida”.
Aunque las autoridades de las Malvinas/Falklands en ningún momento relacionaron directamente su nuevo puerto con las expediciones antárticas, un hecho ocurrido en febrero pasado ha llevado a algunos en Argentina a concluir que este será uno de sus objetivos.
Así lo afirmó la revista argentina DEF, especializada en asuntos de defensa, energía y ciencia, en un informe publicado a comienzos de agosto.
Según la publicación, lo que “despertó la alarma entre los especialistas antárticos argentinos” fue un viaje que realizaron cerca de un centenar de técnicos y científicos del Instituto Alfred Wegener de Alemania.
Los expertos salieron de la ciudad de Hamburgo con destino a la base alemana Neumayer III, en la Antártida.
Pero lo que fue inédito, según reseñó DEF, fue cómo realizaron ese trayecto: primero volaron en un avión de Lufthansa, contratado por el Instituto Wegener, hasta el Aeropuerto Internacional Mount Pleasant, una base militar de la Fuerza Aérea británica en las Malvinas/Falklands.
Y desde allí viajaron hasta el continente blanco en el rompehielos alemán Polarstern.
Según DEF, “fue la primera operación aeromarítima de este tipo, con capacidad de hacer ida y vuelta a Europa en un plazo de entre 48 y 72 horas”.
La revista señaló que, este viaje, sumado a la construcción de “un nuevo puerto británico en Malvinas (/Falklands) especializado en servicios antárticos (...) son indicios del comienzo de una política agresiva británica para captar clientes entre la comunidad antártica internacional”.
Competencia antártica
Hasta ahora, muchos de los países que reivindican partes de la Antártida, y de las restantes 35 naciones que tienen bases permanentes en el continente blanco, habían accedido hasta allí desde los dos puntos más cercanos: Ushuaia o Punta Arenas, en Chile(ubicada unos 150km más al norte).
Pero según el mismo informe de DEF, estos países —que en su mayoría están en el hemisferio norte— podrían estar buscando otras vías de acceso debido a que “los puertos sudamericanos se caracterizan por tener trabas administrativas”.
“Además, en un mundo globalizado cada vez es más importante reducir los costos del flete”, destaca el medio especializado.
En este sentido, también resalta que, más allá de los planes británicos, Chile ya aventaja a Argentina en cuanto a la logística que ofrece para acceder a la Antártida.
“Chile desarrolló empresas privadas de buques y aeronaves para la exploración polar, lidera la franja de turismo antártico y dentro de poco contará con el rompehielos más moderno del hemisferio sur”, resalta.
Por todo esto, algunos expertos antárticos creen que, más que poner el foco en los planes británicos, Argentina debería concentrarse en aprovechar más su privilegiada posición geográfica.
“La proximidad con la Antártida nos permitiría conformar un polo logístico operativo y científico tanto a nivel nacional como internacional, que nos permitiría posicionarnos como un referente mundial”, señala la periodista Susana Rigoz, especialista en temas antárticos.
Alejandro Bertotto, exdirector provincial de Antártida y exjefe de la base antártica San Martín, señaló a DEF que en la década de los 1990 hubo un ambicioso proyecto, auspiciado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para establecer en Ushuaia “un sistema internacional de logística antártica”.
Los planes incluían la instalación de “una estación de terminal de cargas aéreas, una terminal de carga marítima y un alojamiento para personal científico en tránsito”.
“Además en la Antártida, en la base Petrel, se preveía una estación terminal de cargas antárticas, para, desde ahí, distribuir a las bases argentinas y extranjeras que contraten esos servicios”, contó.
Sin embargo, el país sudamericano, aquejado por constantes crisis económicas, no avanzó con los planes.
“Lamentablemente, Argentina no supo tomar el tren de la logística antártica”, lamentó Bertotto.
El informe de DEF resalta que el país —el primero del mundo en instalar una base permanente en la Antártida y en reclamar su soberanía allí— “cuenta con una alta calidad de sus recursos humanos, militares y científicos, además de una amplia trayectoria en el desarrollo de campañas antárticas”.
Por ello, concluye que “Argentina está desperdiciando su ventaja de tener un puerto de aguas profundas en el canal de Beagle”.
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