El calvario de los jóvenes uruguayos en un "país de viejos"
El calvario de los jóvenes uruguayos en un "país de viejos"

Montevideo. En un país donde menos de un cuarto de su población de casi 3,3 millones de habitantes tiene entre 14 y 29 años, la consigna "Ser joven no es delito" busca propiciar un cambio de actitud en Uruguay, donde la sociedad que suele destacar conductas negativas de la juventud.


El lema "Ser joven no es delito" acompaña por quinto año consecutivo la carrera de cinco kilómetros que tendrá lugar en el centro de Montevideo el próximo setiembre y fue lanzada esta semana por el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) en el marco del Día Internacional de la Juventud, celebrado el 12 de agosto.

Dicha consigna estuvo popularmente asociada a la campaña contra el intento de bajar la edad de imputabilidad penal de los 18 a los 16 años en el 2014, pero, según el director del Instituto Nacional de la Juventud (INJU), Santiago Soto, la frase trata de promover los derechos de los jóvenes y de ponerlos "en un lugar positivo".

Eso porque, si bien la propuesta de bajar la imputabilidad penal fue rechazada en un referéndum durante las elecciones nacionales el año pasado, el apoyo que dio a la iniciativa un 47% de la población todavía resuena en la sociedad uruguaya.

Así es que, según el sociólogo experto en el tema juventud, Sebastián Aguiar, y en consonancia con Soto, los jóvenes en Uruguay son víctimas de una campaña mediática que los estigmatiza y los asocia a lo negativo, a la inseguridad, "al miedo, al peligro, a lo desconocido, a lo raro".

De hecho, una sencilla búsqueda de la palabra "joven" en el contenido en línea del diario uruguayo de mayor tirada resulta en una serie de noticias mayoritariamente vinculadas a crímenes.

En los últimos días se instaló en la opinión pública otra polémica que involucra a jóvenes con menos de 18 años que están en conflicto con la ley.

Unas grabaciones de seguridad de un centro de detención de menores infractores filtradas a la prensa local mostraron a varios funcionarios conteniendo un intento de motín con golpes físicos, algo que causó conmoción nacional.

No se sabe, sin embargo, si las imágenes que parecieron indignar hasta a los promotores de la idea de poder encarcelar a adolescentes a partir de los 16 años compusieron un unísono en defensa de los derechos humanos por sus visibles violaciones o por la oportunidad política de criticar al vicepresidente de la central sindical del país, quien aparece pasivo en el vídeo ante la situación.

Independientemente de la sensibilización provocada, lo sucedido remarca el protagonismo de los jóvenes en noticias negativas.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de Uruguay, mientras América Latina registra un índice general de 52 jóvenes por cada 10 mayores de 65 años, esa proporción se reduce a 17 uruguayos con edades entre 14 y 29 años por cada decena de ancianos en el país sudamericano.

Esa estrecha relación, sumada al dato oficial de que hay solo un 23,9% de jóvenes entre los menos de 3,3 millones de habitantes, apunta a una tendencia de que el panorama sea todavía peor en el futuro.

Para Aguiar, "decir que Uruguay es un país de viejos" es un cliché y el problema está en la "hostilidad" de esa sociedad "envejecida" que "trata muy mal" a las nuevas generaciones.

"Los viejos acusan a los jóvenes de los problemas del país, por ejemplo, en la educación. Es común escuchar que los jóvenes de hoy no quieren nada, como si tuvieran la culpa de que haya un mal sistema educativo. ¡Si fueron los viejos los que lo hicieron!", sostuvo.

En ese contexto, otro dato llama la atención: menos de la mitad de los uruguayos con 18 y más años ha concluido los estudios secundarios, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud, lo que acentúa un sinfín de brechas sociales en esa población.

Dentro de los propios partidos políticos que promovieron la campaña del "sí a la baja" de la imputabilidad penal, diversos sectores de sus jóvenes afiliados se movilizaron en contra, sin que fueran tomados en cuenta.

Este episodio refleja una realidad en la que los "veteranos" parecen decidir por los jóvenes sobre lo que afecta a los propios jóvenes, quienes, a su vez, gritan sin voz. 

Fuente: EFE

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