Miles de personas bailan y tocan música ante la mirada de decenas de miles de ciudadanos y turistas en la entrada del carnaval folclórico de Oruro, en el Altiplano boliviano, el más grande del país y uno de los más seguidos en todo el mundo por su gran riqueza y diversidad.
Alrededor de medio centenar de fraternidades bailan, a lo largo de todo el día y la noche, en un recorrido de aproximadamente tres horas hasta el santuario de la Virgen Candelaria del Socavón, a la que honran y agradecen por permitirles bailar.
Algunos, incluso, entran a la iglesia -situada sobre una mina- de rodillas en señal de penitencia.
Entre los bailes más populares están las morenadas, las diabladas, los tinkus o los caporales, que se acompañan de respectivas músicas típicas y atuendos particulares para hombres y mujeres.
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Las principales avenidas orureñas, como la 6 de agosto, fueron habilitadas con gradas a los dos lados, que el público puede pagar para ver desfiles de músicos y grupos de baile y donde la gente también come y bebe en abundancia.
El Carnaval de Oruro tiene el estatus de Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, declarado por la Unesco en 2001.
Oruro, situada en el Altiplano boliviano a 3.700 metros sobre el nivel del mar, se considera la capital folclórica de Bolivia y su carnaval es, tras el de Río de Janeiro, el más famoso de Sudamérica.
El carnaval refleja las tradiciones de diversas zonas de Bolivia, que se expresan a través de trajes, bordados, máscaras y, por supuesto, coreografías, ritmos y canciones de diversos tipos.
La ciudad de Oruro era un importante centro de ceremonias precolombino y fue refundada por los españoles en el siglo XVI.
Desde el siglo XIX, Oruro es un destacado centro minero y los propios trabajadores de las minas realizan rituales y sacrificios a la Pachamama o Madre Tierra al comienzo de la festividad.
Los encuentros que sostuvieron la primerda dama de #Argentina, Juliana Awada, y Letizia, reina de España, en Madrid https://t.co/Hw7G0CDSUK pic.twitter.com/AURh99kgQD
— Mundo El Comercio (@Mundo_ECpe) 25 de febrero de 2017
Esta mezcla de influencias y el sincretismo de las tradiciones indígenas con las festividades religiosas han propiciado una extraordinaria riqueza a la fiesta del lugar.
El baile emblemático del desfile folclórico es la Diablada, que representa la llegada de Lucifer a la Tierra y su enfrentamientos con los ángeles, mientras que El tinku es un enérgico baile que recrea un ritual preincaico del mismo nombre que consiste en una lucha cuerpo a cuerpo entre hombres y mujeres.
Los caporales son una danza creada a finales de los años 60 y que se inspira en el capataz de los esclavos negros traídos al Altiplano -que se conocía como caporal- y tiene fuertes influencias de la saya afroboliviana, un baile típico de la comunidad de este origen que reside mayoritariamente en los Yungas.
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Otras danzas, que proceden de regiones de todo el país, reflejan las culturas campesinas locales y diversas manifestaciones del choque con los colonizadores españoles y la llegada de esclavos africanos.
"No somos un pueblo que sobrevive como una hoja botada al viento, sino un árbol", dijo desde Oruro a los medios el vicepresidente del país, Álvaro García Linera, en referencia a la fortaleza de las tradiciones propias del país.
García Linera precisó que el presidente, Evo Morales, acudiría al Carnaval de Oruro en horas de la tarde, a pesar de que su agenda oficial había anunciado su presencia en la fiesta para mediodía.
El Carnaval de Oruro, una ciudad del Altiplano que tiene alrededor de 265.000 habitantes, atraerá a alrededor de 426.000 turistas y generará más de 15 millones de dólares de movimiento económico, según previsiones del Ministerio de Cultura.
(Fuente: Efe)
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