Después de más de tres años de diálogos en Cuba, las y el Gobierno de no firmaron un acuerdo de paz el miércoles 23 de marzo, como habían prometido. En territorio de la guerrilla, se muestra un escenario remanente del conflicto que no ha llegado a su fin.

La Macarena se paraliza los miércoles por el descanso semanal instaurado hace unos 15 años por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), cuando controlaba esa zona del centro del país, porque el domingo el mercado tiene a todos demasiado ajetreados.

Los domingos, dicen los que viven allí, todavía se ve a milicianos FARC pasar en moto con el revólver bajo el poncho. "Vienen a hacer inteligencia, a mirar", dice a la AFP Arsemiro Carmona, un campesino de 60 años que trató siempre de pasar desapercibido entre los cultivos de su finca. 

En armas contra el Estado desde 1964, las FARC han impuesto su ley no solo en campamentos perdidos en la selva, sino también en pueblos remotos, donde la presencia del Estado es débil. "A quien robaba, le ponían un cartel adelante y otro atrás que ponía: 'Me llevan por ladrón", cuenta Carmona. 

Entre 1998 y 2002, durante los fallidos diálogos de paz del Caguán con el Gobierno de Andrés Pastrana, La Macarena, en el departamento de Meta, fue uno de los cinco municipios de una zona de distensión del tamaño de Suiza, de donde las fuerzas militares se replegaron para permitir la concentración de los rebeldes.

Ahora, en la recta final de un proceso de paz en La Habana, las FARC siguen presentes en La Macarena.

Vista aérea de La Macarena. (Foto: AFP)
 

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La Macarena, con 32.000 habitantes, tiene unas 6.000 fincas agrícolas, la mayoría sin título de propiedad, cuenta el alcalde Ismael Medellín. "El Estado tendría que regularizar los predios. Esto generaría un respaldo económico local, porque ahora se recauda muy poco", asegura. "No tenemos el apoyo que se requiere", dijo.

— Cocinero del "Mono Jojoy" —

En Meta están acostumbrados a que mande el fusil: es el departamento donde más persiste el enfrentamiento entre las FARC y el Ejército. Seis de los 16 registrados en Colombia desde el alto el fuego unilateral de la guerrilla en julio pasado fueron allí, según el centro de análisis del conflicto Cerac.

Durante la época de distensión, los jefes rebeldes y los milicianos "se paseaban por acá, normal, con sus guerrilleros armados... estábamos familiarizados", recuerda Mauricio Núñez, un cocinero de 42 años.

Uno de ellos era Jorge Briceño, el "Mono Jojoy", muerto en 2010 en un bombardeo cerca de La Macarena. "Me acuerdo que su comida predilecta eran dos perniles de pollo doraditos con sus tres o cuatro pataconcitas" (rodajas de plátano frito), dice. 

En ese pueblo de campesinos -la Última Cena de la parroquia los muestra junto a Jesús en lugar de a los apóstoles-, hay más escepticismo que esperanza ante el eventual fin de un conflicto que deja ya 260.000 muertos y 6,6 millones de desplazados. 

"Paz no va a haber nunca", afirma con sonrisa irónica Jairo García, un carnicero de 66 años. "Se fue el Ejército, llegó la guerrilla, volvió el Ejército y ahora vendrán otros grupos a fastidiarnos".

Jesús Hernández se encarga de la exhumación de los cuerpos no identificados en La Macarena. (Foto: AFP)
 

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Mantener su poder en zonas históricamente suyas preocupa a las FARC, porque en las elecciones regionales de octubre en sitios como Florencia y San Vicente del Caguán (Caquetá) ganó el derechista Centro Democrático, el más férreo opositor al proceso de paz, explicó el analista Frederic Massé. 

"Es más complicado mantener el control sin fusil, pero no quieren renunciar a sus zonas de influencia", agregó este profesor de la Universidad Externado de Colombia.

— “Hoja de ruta” —

"Con toda honestidad, tenemos que informar a la opinión pública que en este momento subsisten diferencias importantes con las FARC sobre temas de fondo", reconoció Humberto de la Calle, jefe de la delegación del Gobierno en La Habana.

Por su parte, Iván Márquez, jefe del equipo negociador de las FARC, reconoció que la suscripción del acuerdo "no fue posible porque las exigencias lógicas de una prolongada y compleja guerra como la que ha padecido Colombia así lo determinaron".

La guerrilla anunció que ha puesto en consideración del Gobierno una "hoja de ruta" para concluir las negociaciones este año.

"Se está trazando un itinerario que contempla propósitos, requisitos y tiempos dentro del término del año 2016 para la finalización de la guerra como muestra fehaciente de la voluntad y la determinación de las partes alcanzar prontamente la anheladas paz", indicó Márquez.

Las FARC y el Gobierno de Santos ya alcanzaron acuerdos sobre el tema agrario - origen del conflicto-, los cultivos ilegales, la reparación de las víctimas y la participación en política de la guerrilla una vez deponga las armas.

Además del cese del fuego bilateral, queda pendiente por definir el mecanismo de refrendación de los pactos, un asunto sobre el que las partes mantienen igualmente diferencias.

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