La uruguaya María-Noel Vaeza, directora de ONU Mujeres para América Latina y el Caribe, afirma que las mujeres y niñas están en la primera línea de respuesta ante la pandemia de coronavirus y son las que más pagan sus consecuencias en la región.
Como prueba están el aumento de los trabajos de cuidados en casa, la inseguridad económica, así como la violencia de género, que ha registrado un aumento del 30% en los últimos meses. Estos problemas estructurales se han visibilizado aún más durante la cuarentena y el confinamiento.
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En diálogo con El Comercio, Vaeza explica cómo el COVID-19 ha profundizado las desigualdades de género y a la vez representa una oportunidad para lograr un cambio y asumir más liderazgos. “Este es el momento”, afirma.
—¿Qué ha significado el coronavirus para la situación de las mujeres y niñas de la región?
Para resumirlo en una idea: su impacto se ve en el tema de cuidados. Uno puede ver en la pandemia cómo el cuidar se convierte en un trabajo fundamental y cómo ha sido invisibilizado a lo largo de los años. Es algo de lo que no se habla porque es “obvio” que lo tiene que hacer la mujer. ¿Pero por qué lo tiene que hacer la mujer? ¿Por qué lo tienen que hacer las niñas? Todos vivimos en el mismo espacio y todos somos corresponsables. Así que yo diría que el tema de cuidados se ha visibilizado. Nosotros estamos haciendo un gran esfuerzo para que así sea. En unas dos semanas vamos a sacar un documento para impulsar que en la etapa post COVID-19 los gobiernos inviertan en sistemas nacionales de cuidado que permitan diseñar una nueva industria porque el cuidadoriato es un nuevo sistema que puede generar empleos decentes con mejores salarios, mejores condiciones, con certificaciones. Puede ser un sistema donde uno tenga la garantía de que deja a su adulto mayor, a su enfermo o a su niño con gente que está capacitada. Eso es fundamental.
—Un reciente informe hecho por CARE Internacional y ONU Mujeres incide precisamente en el rol clave que las mujeres y niñas tienen en la pandemia, tanto en los hospitales como en el hogar…
Claro, porque el 74% del personal de los servicios de salud, ya sean médicos, enfermeras, anestesistas o el personal de limpieza de los hospitales, son mujeres y, sin embargo, siempre dicen “los doctores y las enfermeras”, como si no pudiera haber mujeres doctoras. Eso te señala los dos problemas estructurales que tiene el sector. El primero es que hay un 28% de brecha salarial, es decir a igual trabajo no hay igual remuneración. Y otro tema importante es que en este proceso del COVID-19 las mujeres no están en la toma de decisión. Solo un 25% se sienta en la mesa a tomar decisiones a pesar de que el sector es mayoritariamente femenino.
Yo creo que el COVID-19 está dejando en evidencia los problemas estructurales de discriminación y desigualdad, pero también nos da una posibilidad, una oportunidad. No puede haber una salida de la pandemia si seguimos con desigualdades, si seguimos poniendo a la mujer en un segundo plano, si seguimos impidiendo que la mujer avance. Para nosotros es fundamental que se acelera la salida y la recuperación económica a través de la energía y el poder transformador que tenemos las mujeres.
—Durante la pandemia también se ha reconfirmado cuán peligroso es para miles de mujeres y niñas quedarse en casa. ¿Qué tan alarmante ha sido el aumento de la violencia de género durante la cuarentena y el confinamiento?
Estaba previsto que iba a subir. Estar confinados en espacios pequeños con una gran frustración por la falta de empleo y la cantidad de enfermos ha sido como un cóctel explosivo para los depredadores que de por sí ya son violentos, por lo que la violencia ha sido más fuerte. En promedio podemos decir que hay un 30% de aumento de violencia de género que se está reportando y es un aumento sustantivo. Hay ciudades donde el número se eleva muchísimo. Tenemos datos de Colombia, Uruguay, Argentina, Chile, México, Brasil y El Salvador. En estos países ha habido un aumento sustantivo de la violencia. Hay un posible aumento también de feminicidios.
—¿Es este el problema que más ha recrudecido para las mujeres de la región?
Yo diría que sí, pero también hay que tener en cuenta que va de la mano con la falta de oportunidades económicas porque en parte si una mujer se queda con un depredador es porque no tiene medios económicos para sustentarse ni a ella ni a sus niños. Por eso nosotros queremos bregar mucho más por una inclusión financiera.
Muchas mujeres emprendedoras tienen acceso a una demanda, pero no tienen capital semilla para comprar los materiales, entonces falta esa posibilidad de una independencia económica y eso es fundamental. Por eso nosotros estamos trabajando por la inclusión financiera, para que haya inversiones con enfoques de género, para que se entienda la necesidad de que se realicen más inversiones para las mujeres, sobre todo en este proceso de la pandemia donde los gobiernos están dando muchos subsidios, están atendiendo a las pymes, a las microempresas. Allí tenemos que valorar cuántas mujeres están recibiendo estos aportes. Esto es fundamental.
—La pandemia ha venido a golpear a las mujeres y niñas en muchos frentes…
Yo creo que sí, como siempre desproporcionadamente. Las mujeres y niñas son las que peor sufren en cualquiera de los desastres y crisis porque siempre están más dejadas detrás. Si va a haber un aumento de la pobreza y la pobreza extrema, pues la pobreza y la pobreza extrema en América Latina tienen cara de mujer. Entonces vamos a ver cómo se va a golpear mucho más a las mujeres en esos aspectos, particularmente a esas mujeres que son jefas de hogar, a aquellas que llamamos mujeres de los pisos pegajosos, que son las que fueron violadas jóvenes, han tenido niños jóvenes y se dedican particularmente a las tareas de cuidado porque no tienen con quien dejar a sus niños.
—¿Estos problemas siguen siendo más fuertes en la región que en otras partes del mundo?
Acá se ve porque el 70% de las mujeres de la región trabajan en la informalidad, o sea reciben recursos día a día. Entonces una mujer que está acostumbrada a trabajar del turismo, a estar en los mercados y no puede acceder a su fuente de trabajo hace 100 días está en una situación muy difícil. Yo estoy de acuerdo con lo que dice la Cepal de que es necesario tener un subsidio y ese subsidio tiene que estar dedicado a las mujeres jefas de hogares porque si no cómo viven. La seguridad alimentaria es crítica, ya hay personas que comen una vez por día. Una de las maravillas que ha mostrado la pandemia es que existe una gran solidaridad entre los latinoamericanos. Pero eso también deja en evidencia la falta de un sistema impositivo que no sea regresivo porque los impuestos en nuestra región nadie los paga, se evitan. Hay un 6% de evasión impositiva del PBI de la región. Y todos los programas sociales no llegan al 2%. Yo creo que tenemos que volver a las discusiones básicas en esta pandemia, una de ellas es la igualdad, otra los sistemas de cuidado, también los sistemas tributarios y la inclusión financiera de la mujer. Tengo mucha esperanza en la Fintech. La tecnología está aportando una democratización del acceso a las finanzas, ojalá que eso pueda ser muy útil. Tenemos que ir hacia otros caminos que permitan a la mujer avanzar y desarrollarse, tener ese capital semilla que tanto requieren.
—Hemos visto también grandes liderazgos de mujeres en todo el mundo durante la pandemia. ¿Qué rol deberían asumir las mujeres en “la nueva normalidad”?
Está clarísimo. Quedó en evidencia. Esas 10 mujeres maravillosas que están liderando países como Alemania, Nueva Zelanda, Noruega, Finlandia, Islandia, han dado una muestra de que el liderazgo de la mujer está anclado en la empatía, en negociaciones provechosas, en las necesidades que tienen las familias. Ellas han gerenciado la crisis de una manera distinta, mucho mejor, de forma más organizada y con resultados palpables. Yo creo que esa sensibilidad que tenemos las mujeres es lo que nos hace distintas y el hecho de poder estar en una mesa decisoria con una visión distinta hace que en conjunto, tanto el hombre como la mujer, vayamos avanzando en la sociedad con esas visiones distintas. Por eso la pandemia para mí ha demostrado a través de estas 10 mujeres cómo se puede hacer las cosas distintas.
Está anclada en la cabeza de la gente, y por eso no vota por nosotras, la idea de que los hombres son mejores, son más fuertes y que nosotras tenemos que demostrar la habilidad, la capacidad. Ellos no tienen que hacerlo porque son hombres y eso lo tenemos que erradicar. En eso yo creo que la prensa tiene un rol muy importante para. Debe buscar cambiar de una vez por todas esos sesgos que son culturales, sociales.
—Dijo recientemente que las mujeres son una parte central del proceso de recuperación después de la pandemia. ¿Cuál es el mayor desafío que nos deja esta crisis y cómo podemos aprovecharlo como una oportunidad de cambio?
Necesitamos estar en la mesa de negociación, en la mesa decisoria. Necesitamos que el Estado entienda que tiene que invertir en sistemas de cuidado para tener ese efecto compuesto que mencionaba antes para que la mujer tenga una industria nueva, tenga la industria del cuidado, pero que también salga a trabajar en otras áreas para seguir capacitándose e invirtiendo en ella misma. Necesitamos entender que la mujer es una energía transformadora impresionante y que tiene una visión que genera riqueza, que genera entendimiento. Estaba estudiando hace poco un informe sobre Noruega, que para mí es uno de los países del mundo donde la igualdad se absorbe de una manera poblacional. Ellos crearon una ley que establece que el 40% de las juntas de administración de las empresas deben estar compuestas por mujeres. Les llevó 5 años llegar al 40% y se demostró que las empresas que llegaron más temprano a ese 40% hoy ganan 25% más y además su valor en el mercado subió 40%. Esto significa que la mezcla de esa clásica manera de dirigir que tienen los hombres y de lo que las mujeres traemos -la empatía, el poder negociador, la visión integradora, el gerenciamiento distinto- hace que el mercado se dé cuenta de que la empresa va mejor.
Y eso también pasa en los países, cuando uno ve que se le da espacio a la mujer, que la mujer también es líder entonces la población mira la eficiencia y la efectividad. Una amiga alemana tiene un hijo varón que toda su vida ha vivido con Angela Merkel como canciller. En las últimas elecciones el pequeño vio que había señores entre los candidatos y le preguntó a su mamá si era legal que los hombres sean políticos. Qué lindo llegar a eso. Y ojalá lleguemos a decir “mira qué presidente maravilloso”, sin importar que sea hombre o mujer.
—Aún parece un sueño…
Estamos lejos pero a la vez yo creo que la crisis del COVID-19 representa un acelerador porque la única manera de salir todos juntos de la recesión económica es dejar que la mujer de una vez por todas ocupe el espacio que le corresponde por derecho natural. Este es el momento. Nuestro derecho natural es ser iguales, es que nos den las oportunidades. Hay un tema cultural que tenemos que erradicar, esos sesgos negativos y esa mirada que nos ve como objetos, como inferiores. Yo tengo mucha fe en que esta pandemia nos va a permitir posesionarnos de una forma distinta y ocupar el lugar que nos corresponde.
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