Este lunes 6 se ha dado inicio a la Cumbre de las Américas: hasta este viernes 10 los representantes de varios países de la región se reunirán en Los Ángeles -que vuelve a ser sede después de 28 años, cuando albergó la primera edición del foro- para estrechar los lazos. Estados Unidos, el anfitrión, ya adelantó que se conversará sobre economía, salud (coronavirus), una nueva iniciativa junto al Caribe por el cambio climático, la falta de alimento, el estado de las democracias, y la migración y sus cifras históricas.
Sin embargo, la agenda real será política y dependerá de si las naciones más importantes deciden asistir o no al foro.
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Porque los puentes entre EE.UU. y varios de los países ubicados al sur del gigante norteamericano empiezan a tambalear. Tanto es así que “The New York Times” compartió el temor de que, “en vez de resaltar la visión del gobierno de [Joe] Biden, el evento podría mostrar la disminución de la influencia de Estados Unidos”. El miedo tiene asidero: el primer golpe vino de su vecino, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien se ha distanciado del término boicot a pesar de liderarlo.
“La cumbre es un dolor de cabeza para la administración Biden porque, en su afán de invitar a solo aquellos que piensan como ellos, se arriesga a quedarse sin la participación de países como Argentina, además de los que obviamente están violando los derechos humanos”, dice el analista político Hernán Molina. “Esto se convirtió en la cumbre de los aliados de EE.UU., y no tendría que ser así”.
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La cumbre se organiza, aproximadamente, cada tres años y, según recuerda CNN, "es la única reunión que convoca a todos los jefes de Estado y de Gobierno elegidos democráticamente de los países de Sudamérica, Centroamérica y Norteamérica". Aunque no siempre asisten todos: en la reunión del 2018 organizada en el Perú, recuerda el medio, "no asistieron los entonces presidentes Donald Trump y Raúl Castro, y no fue invitado el venezolano Nicolás Maduro".
El reclamo de México encontró eco en Brasil y otras naciones del Caribe para plantarle cara a la actitud tomada contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, que hasta el cierre de esta nota no fueron invitados a la fiesta. Jamás se vio tanta unidad.
Previo al foro, Juan Gonzalez, director senior para el Hemisferio Oeste del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU., declaró sobre la polémica. “Lo que es realmente importante para nosotros es porqué nos estamos reuniendo. Por lo tanto, no nos centramos en quién está invitado y quién no, sino en los resultados que queremos lograr en esta cumbre”.
Esto se suma a lo que informó hace unos días “El País”: “Washington aún está estudiando si invita a una delegación cubana de segundo nivel”.
Ahora se sabe que EE.UU. decidió prescindir de la participación de estos países.
En respuesta, Nicolás Maduro dijo que sus voces serán representadas por el mandatario argentino Alberto Fernández. Asimismo, López Obrador ha esperado hasta este lunes 6 para confirmar que no asistirá a la cumbre y que, en su reemplazo, irá el canciller mexicano. AMLO agregó:
“No voy a asistir a la cumbre, en mi representación va, en la del Gobierno de México, Marcelo Ebrard. No voy porque no se invita a todos los países de América y yo creo en la necesidad de cambiar la política que se ha venido imponiendo desde hace siglos, la exclusión”.
Para Molina, la situación que vive EE.UU. se explica por una “política errática hacia Latinoamérica”, que se caracterizó, además, por poner sus intereses comerciales y estratégicos siempre por encima. En el descuido, agrega, permitieron que China se hiciera más presente, que Rusia se metiera de vuelta en la región, y ahora están a la defensiva. “La mirada cambió con cada administración, así que esto es el fruto de la falta de constancia y consistencia, y de entender lo que se sucedía hacia abajo suyo como un pensamiento secundario”.
“Ahora estamos viendo a un imperio en decadencia”, sentencia.
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La primera edición se llevó a cabo en Miami, Florida, entre el 9 y el 11 de diciembre de 1994. Presidida por Bill Clinton -y a la que asistió el expresidente peruano Alberto Fujimori-, la reunión dio como resultado la Declaración de Principios, así como 59 mandatos basados en 23 temas. "Nuestra meta es crear una nueva arquitectura para las relaciones de las naciones y las personas de las Américas, para asegurar que los dichos se conviertan en hechos", sostuvo Clinton.
El problema de la desatención
“Hay dos formas de presionar cuando eres el fuerte. La primera es amenazar: si no haces esto, te voy a presionar. La segunda es con zanahorias: si me haces caso, te voy a recompensar”, anota el analista y profesor en UCLA Octavio Pescador. El asunto con Estados Unidos y Latinoamérica, agrega, es que ajustaron mucho la correa y descuidaron a la región.
“Durante las últimas tres administraciones -Biden, Trump y Obama-, bajó el nivel de atención y de recursos dedicados a América Latina. Hay discursos, pero en términos de apoyo económico, se concentraron solo en algunos países, como Colombia”.
Además, pusieron su atención en el Medio Oriente, lo que habría “disminuido el temor de los pequeños desafiantes a expresar su simpatía por países como China”. Porque, finalmente, si no hay beneficios directos de alinearse, ¿por qué obedecer?
Es verdad que las sanciones económicas pueden ser dolorosas, pero Venezuela y Cuba son pruebas de que son insuficientes. Y a pesar de que la hegemonía militar estadounidense es abrumadora, una guerra queda descartada.
“Lo que es cierto es que la economía estadunidense está, comparativamente, perdiendo terreno frente a la china, pero no hablaría de un declive absoluto. Todavía más de la mitad de las empresas más grandes del mundo son estadounidenses, y el país, a nivel de desarrollo tecnológico, tiene una hegemonía significativa. Pero ya se puede ver, desde este momento, que la situación no se mantendrá así por tanto tiempo”, advierte Pescador.
El Gobierno de Biden tendría, en todo caso, que reformular sus objetivos con mucha más autocrítica. ¿Qué tanto estará dispuesto a ceder con tal de mantener su influencia en la región?
“El temor de EE.UU. era la expansión del comunismo porque tenía que ver con la militarización de los países. Pero si ves a las naciones, te das cuenta que van y vienen de la derecha a la izquierda y que no existe esa tendencia, así que la región no les genera preocupación en términos geoestratégicos y militares”.
Entonces, vale preguntarse: ¿los cuatros días de la Cumbre de las Américas serán el inicio de una nueva relación o, por el contrario, el club de amigos cerrará todas puertas y ventanas?
Por el momento, parece que EE.UU. decidirá por el primer camino. Ahí está el relajo de las sanciones contra Cuba y Venezuela: por el momento, se reestablecerán los vuelos comerciales a la isla, en tanto que el país de Nicolás Maduro podrá negociar con la petrolera Chevron para reactivar sus negocios.
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