Lasso vs. el Congreso: un constante desencuentro que podría terminar con la salida del presidente de Ecuador (y de los legisladores)

El presidente de derecha está haciendo malabares para maniobrar la gobernabilidad ante un Congreso adverso, el aumento del precio de los combustibles, motines carcelarios, narcotráfico y un golpe a su imagen tras la denuncia de los Pandora Papers y la participación de empresas suyas en paraísos fiscales.

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Un mix al que se suma el descontento en la calle, que ya se empieza a encender con convocatorias de movilizaciones, en medio de un estado de excepción que ha impuesto el mandatario para luchar contra el crimen organizado.

Y para complicar el panorama, la grieta entre el Legislativo y el Ejecutivo se sigue abriendo. El miércoles, el mandatario decidió no asistir a la citación de una comisión parlamentaria que investiga los Pandora Papers y su implicación en empresas ‘off-shore’, algo que está penado por la ley. El Congreso lo ha citado, de manera obligatoria, para el viernes y queda ver si, finalmente, el mandatario termina cediendo o sigue desafiando a la Asamblea Nacional, en la que su grupo parlamentario (CREO) tiene apenas 13 de los 137 miembros del Legislativo.

¿Cómo va a sobrellevar el presidente Lasso esta ola que se viene? ¿Se están dando las condiciones para que sus enemigos políticos lo saquen del poder?

En estos días se ha estado hablando con cada vez más insistencia sobre la posibilidad de que el presidente decrete la muerte cruzada, una figura que contempla la Constitución y que implica el cierre de la Asamblea Nacional y una nueva convocatoria a elecciones. El riesgo es que Lasso podría no salir elegido. Es decir, habría otros congresistas, pero también, nuevo mandatario.

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“La distancia entre el Ejecutivo y el Legislativo se amplió luego que la Asamblea Nacional le rebotara al presidente su megaproyecto Creando Oportunidades, que incluye una reforma tributaria y laboral. Poco después de tomar posesión había mandado una nueva ley de comunicación, que también le fue devuelta”, comenta a El Comercio el analista ecuatoriano Sebastián Mantilla, director del Centro Latinoamericano de Estudios Políticos.

Para Mauricio Alarcón, director ejecutivo de la Fundación Ciudadanía y Desarrollo, para el gobierno era evidente que el camino sería difícil dado el resultado de las elecciones: “Cuando Lasso gana la presidencia tenía claro que no iba a tener gobernabilidad en la Asamblea Nacional. Apenas 13 de 137 legisladores forman parte de su organización, es decir, ni siquiera el 10% para constituir propiamente una bancada; así que el panorama no es nuevo, ellos lo tenían claro”.

Una frágil alianza

Mantilla recuerda que el desencuentro entre el presidente y el Legislativo se dio incluso antes de llegar a la Presidencia. Al tener tan pocos congresistas, era imperativo formar alianzas. La primera opción fue juntarse con el correísmo y el Partido Social Cristiano, pero Lasso no aceptó porque considero que aliarse con los seguidores del expresidente podrían dañar su imagen.

“El correísmo puso como condición revisar el tema de los juicios al expresidente Rafael Correa y a otros exfuncionarios de ese gobierno, es decir, hubo un intento de tomar la justicia para echarse abajo los procesos por corrupción. Lasso pensó que esa alianza le podía quitar legitimidad y decidió no hacerlo, lo cual fue acertado. Pero el problema fue que para poder decidir autoridades en la Asamblea Nacional -como dividirse las comisiones y presidencias- tuvo que recurrir a una alianza frágil con independientes, el movimiento Pachakutik y la Izquierda democrática”, comenta.

Sin embargo, se trató de una alianza muy forzada. Lasso, un liberal de derecha que está a favor del libre mercado, tenía ahora como aliados al brazo político del movimiento indígena y a la centroizquierda. No era muy difícil pronosticar que una coalición así terminaría mal.

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Para Alarcón, el bloqueo político del que habla el Ejecutivo forma más de una narrativa que de la realidad. “El gobierno nacional ha posicionado una narrativa de pugna de poderes, un mensaje de bloqueo político de parte de la Asamblea Nacional para justificar en alguna medida el hecho de que no se enviaron a tiempo los proyectos de ley que se habían ofrecido, así como otros errores administrativos. El punto es que hasta el momento no tenemos claro lo que quiere hacer el Ejecutivo en materia económica, tributaria, laboral o de seguridad”, puntualiza.

“Hay causales para establecer la disolución de la asamblea nacional, pero hasta el momento ninguna de ellas se configura como para habilitarle a Lasso ahora una eventual disolución del órgano legislativo”, añade Alarcón.

A esto, los analistas añaden la falta de estrategia política del mandatario, quien sabía que entraba a gobernar con aliados que podían volteársele.

“Estos grupos empezaron a tomar distancia básicamente por sus diferencias ideológicas. Y tampoco han sido consecuentes con la alianza que se formó. Pero no solo eso. Lasso no tiene un operador político, un enlace entre el Ejecutivo y la Asamblea que sepa negociar”, expresa Mantilla.

Para Alarcón, “el error de Lasso es no tener estrategia política, y a pesar de decir que se ha preparado para esto durante diez años, la improvisación lo está llevando a cometer errores que afectan a todo el país”.

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¿Llegará al año de gobierno?

Bajo este escenario, ¿cada vez es más posible la salida de Lasso de la presidencia?

Mantilla considera que en el corto plazo se verá una agudización de la crisis: “Se podrían dar dos escenarios: que avance la investigación por los Pandora Papers y un posible juicio al presidente con la opción de que sea destituido; y que el presidente decrete la muerte cruzada si continúa enviando proyectos de ley a la Asamblea y no tiene acogida”.

El analista añade que, más allá de la tensa relación entre el Ejecutivo y Legislativo, es importante ver el contexto general en el país: con los precios de los combustibles que continúan subiendo, la presión para más movilizaciones y la posible paralización de vías para fines de octubre. “Vendrá una presión social desde las calles para poner contra la pared al gobierno y doblarle la muñeca”.

Y acá también entra a tallar el correísmo, que antes había logrado dividir al influyente movimiento indígena pero que ahora está acercándose a muchos de sus dirigentes con el fin de azuzar las protestas. “El objetivo principal del correísmo es deshacer todos los juicios que existen contra Correa y sus exfuncionarios, y controlar la justicia”, comenta Mantilla.

Y Alarcón añade: “La estrategia del correísmo es perversa, porque quienes antes destruyeron las instituciones, violaron el estado de derecho y desconocieron su propia Constitución, hoy se presentan ante el país como los grandes defensores de la Constitución y la democracia, esperando que el gobierno se tropiece en sus propios errores para capitalizar políticamente”.

La opción para Lasso es saber capear el temporal. Por lo pronto, este jueves se reunió con la cúpula de Pachakutik para llegar a acuerdos. Mantilla hace un símil preciso con el fútbol: “Depende mucho de su capacidad de maniobra. El problema es que no tiene operadores políticos. Le falta un buen número 10, alguien que arme el medio campo y meta los goles. Si no, podría perder el partido”.

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