Más de 7 millones de bolivianos estaban llamados a participar en las elecciones del domingo. (AFP / AIZAR RALDES).
Bolivia
Redacción EC

La Paz. El conteo rápido oficial de votos en le da la victoria en primera vuelta a Evo Morales. La junta electoral actualizó el lunes su conteo preliminar de votos, después de su inesperada interrupción un día antes que provocó protestas y llamados de observadores internacionales y gobiernos extranjeros para que se garantice la transparencia.

Con 95,43% de los votos escrutados, el presidente boliviano Evo Morales tiene el 46,86% y su principal rival, Carlos Mesa, el 36,73%. Morales extendió su ventaja, pero aún así probablemente tenga que disputar una segunda vuelta con Mesa en diciembre, según los datos del sitio web de la junta electoral.

Morales extendió su ventaja, pero aún así no tenía los 10 puntos porcentuales de diferencia sobre su rival que le evitarían una riesgosa segunda vuelta con Mesa en diciembre, según los datos del sitio web de la junta electoral.

El conteo rápido estuvo detenido por más de 23 horas, sin que el órgano electoral explicara claramente las razones pese al llamado de observadores de la OEA y otras organizaciones civiles.

Pocas horas antes, se anunció que el cómputo oficial a mitad del escrutinio en daba una mínima ventaja al opositor sobre el actual presidente, , con unas décimas a su favor, lo que abocaría al país a una segunda vuelta en las urnas

Mesa alcanza el 42,61% al 50,44% de votos escrutados, por 42,45% de Morales, según los datos del Órgano Electoral Plurinacional (OEP).

Los votos escrutados son unos 3,7 millones, de los cerca de 7,3 del padrón electoral en el país y el exterior.

El recuento se centraliza en La Paz, donde el Tribunal Supremo Electoral de Bolivia instaló en un céntrico hotel su base para contabilizar los votos, en medio de protestas en el exterior.

-VOTOS BAJO LA MIRA-

Una creciente sospecha de manipulación de resultados electorales en favor del presidente se apoderó el lunes de muchos bolivianos, que iniciaron vigilias en torno a las sedes de los tribunales electorales, que tardan en confirmar si habrá segunda vuelta.

A falta de los escrutinios del voto rural y del exterior, a los que Morales se aferra para ganar en primera vuelta y evitar el balotaje de infarto, el OEP no había actualizado hasta las primeras horas de la tarde las cifras preliminares, producto del conteo rápido.

Hasta el momento de la interrupción de la entrega de datos, la noche del domingo, Morales, que busca su cuarto mandato en serie, sumaba un 45,28% frente al 38,16% de Carlos Mesa, con el 84% de las actas, lo que parecía apuntar a un balotaje el 15 de diciembre.

Resultado de las elecciones presidenciales del domingo en Bolivia, con casi el 84% de actas escrutadas. (Infografía: AFP)
Resultado de las elecciones presidenciales del domingo en Bolivia, con casi el 84% de actas escrutadas. (Infografía: AFP)

Ante la dilación, Mesa denunció que “el gobierno está intentando, a través del Tribunal Supremo Electoral (TSE), eliminar el camino a la segunda vuelta” y llamó a sus adherentes a movilizarse en defensa del voto.

Waldo Albarracín, líder de una organización civil Conade, alertó de su lado que el oficialismo está generando un clima de inestabilidad y afirmó que “si en este país se suscita una guerra civil, es responsabilidad de este gobierno”.

“A ninguno de nosotros nos interesa caldear el ambiente”, reflexionó luego el ministro de Comunicación, Manuel Canelas.

Una misión de observadores de la OEA urgió en Twitter a que “el proceso de publicación de los datos del cómputo se desarrolle de manera fluida”.

Mientras, Estados Unidos llamó este lunes a restablecer “ya” la “credibilidad y la transparencia” del proceso electoral, en un tuit del subsecretario interino de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Michael Kozak.

“Estados Unidos está observando de cerca la ronda de elecciones en Bolivia, especialmente la repentina interrupción de la tabulación electrónica de votos. Autoridades electorales deben restaurar credibilidad y transparencia al proceso ya para que se respete la voluntad del pueblo”, escribió Kozak.

Para evitar que el clima de desconfianza escale, el canciller Diego Pary extendió públicamente una invitación a los embajadores de Argentina y Brasil y al encargado de negocios de Estados Unidos, además de organismos internacionales, “a continuar el acompañamiento del conteo de votos”.

Las primeras expresiones de protesta contra el tribunal electoral ocurrieron en la ciudad de Potosí (suroeste), donde plataformas ciudadanas cuestionan la transparencia del escrutinio. La medida fue replicada de inmediato en La Paz (oeste) y Santa Cruz (este).

- ¿Segunda vuelta? -

Morales, de 59 años, confía en que el voto rural y del exterior volcará el resultado a su favor para asumir nuevamente el 22 de enero y cantó victoria la noche del domingo, sin referirse a un eventual balotaje.

“El pueblo boliviano se ha impuesto para continuar con el proceso de cambio (política oficialista)”, dijo desde la casa de Gobierno en La Paz.

Pero para ganar en primera vuelta, Morales precisa el 40% de los votos válidos y tener una ventaja de al menos 10 puntos sobre Mesa.

El analista Iván Arias dio por sentado el balotaje, previsto para el 15 de diciembre y que se efectuaría por primera vez en Bolivia.

En contraste, el académico y abogado Carlos Borth dijo que será importante la contabilización de los votos en las provincias más alejadas y en el exterior, “donde van a tener un peso muy grande los resultados de la Argentina”.

- Un referendo -

En un escenario de polarización, el balotaje quedaría convertido en una suerte de referéndum para Morales sobre sus casi 14 años de gobierno, según deslizó Mesa en un encuentro con la prensa donde calificó de “triunfo incuestionable” su pase a segunda vuelta.

“Si hay una segunda vuelta se transforma en referéndum”, dijo a la AFP Gaspard Estrada, especialista en América Latina de la Ciencias Políticas de París.

Si se llega a esa instancia Mesa sostuvo que “Bolivia tendrá que escoger entre dos opciones para la presidencia del país (..), el país conoce perfectamente cuál es el camino de la construcción democrática”.

“Esa será una elección en la que se juega el destino de Bolivia”, insistió el expresidente (2003-2005) de 66 años.

- La sombra de la rebelión -

Si en cambio se plantea un triunfo de Morales en primera ronda, algunos sectores de oposición han llamado a la "rebelión".

“Porque soy jurista, sé exactamente qué es lo que se debe y no se debe hacer”, dijo Waldo Albarracín, líder del Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade), un colectivo civil de derechas de Santa Cruz, la región de mayor desarrollo de Bolivia y tradicional feudo opositor.

Sin embargo acotó que “quien está transgrediendo la norma no es la sociedad civil, sino el Estado, a través del gobierno. ¿Quién ha postulado candidatos inconstitucionales?: el gobierno. ¿Quién los ha habilitado violando el resultado de un referéndum: el órgano electoral”.

La decisión de Morales de volver a postularse es mal vista por un segmento de la población y fuertemente criticada por la oposición, que cree que si gana Bolivia va camino hacia una autocracia.

Morales, de 59 años, se vio favorecido por un fallo del Tribunal Constitucional que lo habilitó en 2017 para una reelección indefinida, alegando que se trata de su derecho humano, un año después de perder un referendo que consultaba a la población sobre el tema.

La transferencia de mando está prevista para el 22 de enero de 2020.

AFP.
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EL GOBIERNO DEL PUEBLO O DE LAS ÉLITES

Morales se convirtió en el 2006 en el primer presidente indígena en Bolivia salido de las urnas, uno de los pocos en la historia de América.

Es el presidente con más tiempo en el poder de la historia en Bolivia y en los comicios de este 20 de octubre aspira a un cuarto mandato consecutivo hasta 2025.

La única alternativa de la oposición parece Carlos Mesa, un intelectual que ya gobernó el país entre 2003 y 2005 en medio de una sociedad convulsa que le llevó a renunciar.

Si Evo ha basado su discurso en la justicia social para acabar con históricas discriminaciones hacia indígenas, campesinos y los más desfavorecidos, Mesa para unos representa la vuelta a un pasado dirigido por las elites, pero para otros es la esperanza de la clase media que teme una perpetuación en el poder de Morales.

AFP.
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UN GOBIERNO AISLADO O EN CONSONANCIA EN LA REGIÓN

El presidente boliviano es de los pocos supervivientes del llamado socialismo del siglo XXI que se extendió por parte de Sudamérica desde la década de 2000.

Hace tiempo que los Kirchner en Argentina, Michelle Bachelet en Chile, Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff en Brasil, y Rafael Correa en Ecuador dejaron el poder, por lo que le quedan como aliados Nicolás Maduro en Venezuela y Miguel Díaz-Canel en Cuba, puesto que con Daniel Ortega en Nicaragua hace tiempo que no se le ve.

Una victoria de Mesa acercaría ideológicamente a Bolivia a Gobiernos como los de Sebastián Piñera en Chile, Mauricio Macri en Argentina, si revalida su puesto en los comicios del día 27 en su país, o Jair Bolsonaro en Brasil, mientras que lo alejaría de Venezuela.

Además de devolverlo a unas mejores relaciones con Estados Unidos, con quien Morales está enfrentado desde que gobierna, hasta el punto de expulsar a su embajador en La Paz en 2008.

AFP.
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ESTABILIDAD ECONÓMICA O UN CAMBIO DE MODELO

Evo Morales lleva años vanagloriándose de que Bolivia es uno de los países que más crece y de forma mantenida desde que gobierna, con incrementos que más de un año han superado el 4 %, avalados por entidades internacionales como el Banco Mundial.

Pero su modelo económico, basado en buena medida en los ingresos del Estado por la venta de gas a países vecinos, genera dudas de si será indefinido y si se invierte efectivamente en mejorar el país.

O se despilfarra en obras faraónicas unas, como la torre de 29 pisos desde la que Morales gobierna en La Paz, y populistas otras, como canchas deportivas en zonas rurales con problemas de agua o electricidad.

Indicadores como la deuda exterior, que según datos oficiales ha subido hasta los 10.605 millones de dólares, el 24,6 % del Producto Interior Bruto (PIB), con China como principal país acreedor, frente a los menos de 5.000 que Morales se encontró al tomar posesión, encienden ciertas alarmas.

Las reservas internacionales de Bolivia llegaron a los 15.000 millones de dólares en 2015, pero se teme que sigan cayendo hasta la mitad el año que viene, pasando de representar el 45 % del PIB a poco más del 10 %, un porcentaje que se acerca a los de países con crisis económicas como Argentina y Venezuela.

Con estas cifras poco esperanzadoras, Mesa se ha pasado la campaña electoral prometiendo que acabará con el despilfarro y la corrupción si gobierna en Bolivia, para que la riqueza beneficie a todos y no solo a quienes rodean a Morales.

Evo Morales junto a su vicepresidente  Álvaro García Linera en El Alto. (REUTERS/Ueslei Marcelino).
Evo Morales junto a su vicepresidente Álvaro García Linera en El Alto. (REUTERS/Ueslei Marcelino).
/ UESLEI MARCELINO

SEGURIDAD U OTRA VENEZUELA

Bolivia tiene fama de ser una de las naciones más tranquilas de Sudamérica, pero la candidatura de Morales para un cuarto mandato hasta 2025 despierta en parte de los bolivianos los miedos de una “venezuelización” del país.

Por el temor a que haya fraude electoral, se eternice en el poder y Bolivia acabe padeciendo la reciente violencia en Ecuador o una crisis social sin final a la vista como en Venezuela.

El presidente ha advertido de que si gana, desde la oposición habrá “un golpe de Estado” para que no gobierne de nuevo, mientras que algún movimiento social que le respalda, como las indígenas campesinas de las “bartolinas”, amenazan incluso con las armas con tal de mantenerle al frente de Bolivia.

Muchos ven a Evo Morales como la única opción para mantener la estabilidad del país, para bien o para mal, mientras otros claman por Carlos Mesa como el cambio necesario, aunque alertan de que los incondicionales del líder indígena le harían la vida imposible si gana este próximo domingo o en una segunda vuelta en diciembre.

Fuente: EFE / AP / Reuters

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