Hace poco más de un año, el 24 de marzo del 2020, Jair Bolsonaro calificaba el coronavirus de “gripecita” o “resfriadito”. En ese mismo día del 2021, en Brasil habían muerto 2.009 personas por COVID-19, cifra que trepó hasta 3.869 el pasado 1 de abril.
En más de un año, la pandemia ya ha matado a más de 330 mil personas en el país, el segundo del mundo más afectado por el número de contagios y fallecimientos. Y las cifras continúan en dramático ascenso.
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La magnitud de la pandemia en Brasil, con un manejo a la deriva desde el inicio por parte del Ejecutivo, cuando se minimizó durante meses la enfermedad y el mandatario prefirió entrar en pugna con los gobernadores que sí decretaron cuarentenas, podría costarle la tan anhelada reelección en el 2022.
Y esta preocupación quedó evidenciada esta semana con un radical cambio en el gabinete que incluyó seis nuevos ministros en puestos tan trascendentales como los de Defensa, Relaciones Exteriores y la jefatura de la Casa Civil (o primer ministro).
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Con esta decisión, Bolsonaro colocó en puestos claves a fieles aliados y le dio una rama de olivo al Congreso con el fin de limar asperezas.
La poderosa coalición conocida como ‘Centrao’, que tiene un fuerte peso en el Congreso y está integrado por partidos conservadores tradicionales, pedía a gritos la salida del canciller Ernesto Araújo, uno de los ministros más bolsonaristas, a quien acusaban de obstaculizar el acceso a las tan necesitadas vacunas debido a sus constantes críticas hacia China y Rusia, dos de las potencias que más están negociando con países en desarrollo para la inmunización de la población del planeta.
Incluso, en la Cámara de Diputados se sugirió la posibilidad de llevar a Bolsonaro a un ‘impeachment’ o juicio político, que años atrás terminó sacando del cargo a Dilma Rousseff.
Ante ello, el gobernante no dudó en otorgarles la cabeza de Araújo, y a cambio entregó algunos ministerios a estos partidos conservadores.
“Los cambios responden a una doble lógica: primero porque [Bolsonaro] necesita dar espacio al ‘centrao’ y segundo porque se está preparando para la crisis política que podría venir y quiere estar rodeado de personas extremadamente leales, sobre todo en las Fuerzas Armadas”, valoró a la AFP el analista Oliver Stuenkel.
Las fuerzas armadas y Lula
Sin embargo, Bolsonaro -un excapitán del Ejército y nostálgico de la dictadura militar- puso a sus alfiles en el Ministerio de Defensa y de Justicia. En el primer caso, el nombramiento del general Walter Souza Braga Netto derivó en la inédita salida de los tres jefes de las Fuerzas Armadas, mientras que en Justicia colocó al comisario de la Policía Federal, Anderson Gustavo Torres, con el fin de tener el apoyo de esas fuerzas de seguridad.
Este quiebre con la cúpula militar no implica, no obstante, una ruptura con las fuerzas castrenses pues sus principales ministros siguen siendo militares, así como cerca de 6 mil uniformados que ocupan diferentes puestos en su gobierno.
Según el diario “O Globo”, Bolsonaro busca contar con nuevos jefes de las fuerzas armadas que estén más alineados con él, sobre todo luego de que la jefatura militar no se adhiriera a las manifestaciones a favor del cierre del Congreso el año pasado.
“Desde 1985 no hemos tenido noticias de una intervención tan clara por parte del presidente con respecto a las fuerzas armadas”, comentó a la AP Carlos Melo, profesor de ciencias políticas en la Universidad Insper de Sao Paulo.
Así, el presidente buscaría tener un apoyo incondicional en las fuerzas armadas y en la policía en medio de una situación de descontento por la pandemia, la crisis económica y ante la reaparición del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, su archienemigo, quien esta semana fue habilitado políticamente por la justicia y que, además, podría impedirle la reelección en el 2022.
Hasta ahora, Bolsonaro ha mantenido su base de apoyo en alrededor del 30% en las encuestas de opinión, pero sus índices de rechazo han subido en los últimos meses -debido a la gestión de la pandemia y la crisis económica- llegando a casi el 50%, de acuerdo a la última encuesta de Datafolha y XP/Ipespe.
“Se dio cuenta de que tenía gente a su alrededor que no iba a hacer todo lo que quería”, explicó a Reuters Rafael Alcadipani, profesor de la escuela de negocios Fundação Getulio Vargas, acerca de Bolsonaro. “Se está organizando, tanto con las fuerzas armadas como con la policía a través del Ministerio de Justicia, para tener un grupo que le sea más leal”.
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