Las autoridades mexicanas empezaron el sábado a entregar uniformes azules y rifles de asalto a milicianos del conflictivo estado de Michoacán (oeste), con el fin de legalizar este movimiento formado el año pasado para combatir el narcotráfico, reseñó la agencia AFP.
Campesinos formados en filas en un rancho ganadero esperaban recibir el uniforme de la nueva Policía Estatal Fuerza Rural de Tepalcatepec, uno de los primeros pueblos en los que surgieron las llamadas autodefensas del agrícola estado de Michoacán.
Estas unidades hicieron también su debut en el vecino pueblo de Buenavista, el cual se rebeló en febrero del 2013 contra el culto a Los Caballeros Templarios, una organización criminal que era protegida por la desaparecida policía local.
"No vamos andar de ilegales", dijo después de ponerse su uniforme Estanislao Beltrán, un hombre de larga barba blanca apodado 'Papá Pitufo' y portavoz de las autodefensas. Con esto "somos parte del gobierno", añadió.
Unos 100 nuevos policías rurales cantaron el himno nacional en una ceremonia de toma de juramento en la plaza del pueblo. El Gobierno informó más tarde en un comunicado de prensa que juraron 450 personas.
Ahora "tienen la responsabilidad de defender a sus hermanos, a sus familias, a sus vecinos y todo aquel que puede ser agraviado por la delincuencia común y organizada", dijo de su lado Alfredo Castillo, comisionado Especial para la Seguridad en Michoacán.
El Gobierno federal, que ha tolerado a los milicianos, ha advertido que será detenida cualquier persona que porte armas ilegalmente después del plazo fijado para este sábado.
Después de que las autoridades detuvieron o abatieron a tres de las cuatro principales cabezas de Los Caballeros Templarios, los milicianos firmaron el mes pasado un acuerdo para registrar y guardar sus armas o unirse a la fuerza rural.
Aunque las milicias llegan a este momento en medio de divisiones entre sus líderes, más de 3.300 de un estimado de 20.000 autodefensas han solicitado unirse a la policía rural, dijeron autoridades.
La violencia en Michoacán se convirtió en uno de los principales desafíos de seguridad del Presidente Enrique Pena Nieto, quien desplegó a miles de tropas en esa región para restaurar el orden el año pasado y designó a Castillo como su enviado de seguridad especial este año.
Esta desmovilización ocurre en medio de una profunda división del movimiento armado de autodefensas, con uno de sus fundadores preso y otro destituido, así como con constantes acusaciones entre los milicianos sobre presuntos vínculos con el crimen organizado.