Michoacán: No hay voluntad de terminar con la violencia
Michoacán: No hay voluntad de terminar con la violencia
Redacción EC

La región de Tierra Caliente, en el sur de Michoacán, se ha convertido en la zona más vigilada de con miles de policías y soldados que recorren pueblos y carreteras.

El gobierno envió al ejército a la zona después de que en las últimas semanas tomaron el control de varias poblaciones en una ofensiva contra el cartel de los .

Pero con las fuerzas armadas también llegaron inconformidades y polémica.

El obispo de , Miguel Patiño Velázquez, asegura que hasta ahora no existen evidencias de que realmente se quiera terminar con la violencia que azota al estado desde hace varios años.

El sacerdote católico habló con el enviado especial de BBC Mundo a Michoacán, Will Grant. Le dijo, por ejemplo, que que aplica el gobierno federal en el lugar solo ha causado "indignación" e inconformidad en las comunidades.

Patiño Velázquez, quien hace unos meses debió salir de Michoacán por amenazas de la delincuencia organizada se refiere al incidente del lunes pasado en el pueblo de Antúnez, donde murieron durante un altercado con efectivos del ejército.

El obispo le mostró a BBC Mundo una carta que dirige a los feligreses de su diócesis y a sus compañeros obispos de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

"En lugar de buscar a los criminales que dañan a la comunidad, el ejército mexicano, por órdenes superiores, fue a desarmar a las autodefensas de Nueva Italia y de Antúnez agrediendo a la gente indefensa con el resultado de tres hombres muertos", señala el documento.

"El pueblo está exigiendo al gobierno que primero agarren y desarmen al crimen organizado. El ejército y el gobierno han caído en el descrédito porque en lugar de perseguir a los criminales han agredido a las personas que se defienden de ellos. ¿No han comprendido que nos encontramos en un Estado de necesidad?", indica el prelado.

Miedo en Apatzingán

La posición del obispo de Apatzingán refleja la creciente inconformidad en Tierra Caliente, sobre todo entre los grupos de autodefensa que se resisten a ser desarmados.

Pero para el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, esa no es una opción viable: en Michoacán no se permitirá a los civiles estar armados.

Y no se trata de castigar a las autodefensas, sino de cumplir con las leyes, añade el funcionario. "No son ellos nuestro objetivo, son los criminales, ellos tienen que estar convencidos de que vamos a hacer nuestra tarea y eso se da solamente, el regreso de la confianza, a partir de resultados", precisa.

Pero es precisamente la desconfianza el origen de las autodefensas, insiste el obispo Miguel Patiño. "No encontramos de nuestras autoridades locales ninguna garantía", acota.

"Eso afecta muy seriamente porque ¿a quién acudir? No se puede acudir a las autoridades locales y la gente está como desamparada, sola con esas cosas feas que nos están aconteciendo".

Y quienes más se sienten en esta situación son los guardias armados de las comunidades. Estanislao Beltrán, uno de los líderes de autodefensas, reconoce que tienen miedo de quedar desprotegidos.

"El gobierno quiere que entreguemos las armas, ¿pero quién nos asegura que no vendrán los delincuentes a asesinarnos?", recuerda.

En medio de la controversia el secretario Osorio Chong insiste en que la estrategia es para atrapar a los criminales. "Estamos convencidos que la efectividad se irá notando, se irá viendo de manera inmediata", asegura.

Pero eso no detiene la desconfianza. José Manuel Mireles, el jefe más visible de las autodefensas, reconoció que no volverá a Michoacán "mientras no entreguen las cabezas" de siete de los principales líderes del grupo de narcotraficantes los Caballeros Templarios.

Mireles teme por su vida, al igual que otros jefes como Hipólito Mora y Estanislao Beltrán quien en cada entrevista con medios locales repite la misma frase: "A ver si no termino dentro de una bolsa de plástico".

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