Daniel Ortega ya ni intenta ocultar su autoritarismo o fingir que le importan los reclamos de la comunidad internacional. Desde que el presidente de Nicaragua arreció la persecución contra sus opositores hace más de dos semanas, 16 de sus contrincantes han sido privados de su libertad. Entre los detenidos hay cuatro precandidatos presidenciales, representantes de la sociedad civil, empresarios y hasta excompañeros de armas del mandatario. Y la lista aún tiene espacio para muchos más.
El mensaje es claro: interponerse en el camino del régimen es sinónimo de prisión. La cacería de opositores, ejecutada a mansalva y sin discreción, llega cuando Nicaragua está a menos de cinco meses de las elecciones generales del 7 de noviembre, en las que Ortega busca su cuarto mandato presidencial consecutivo.
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La seguidilla de detenciones empezó el 2 de junio. Aquel día Cristiana Chamorro, hija de la expresidenta Violeta Chamorro y favorita para vencer a Ortega, fue puesta bajo arresto domiciliario. Esta semana, la persecución alcanzó los niveles más altos de la élite empresarial con el arresto de un importante banquero exaliado del régimen. Además, las autoridades bancarias congelaron las cuentas de 13 destacados ejecutivos comerciales.
Y no queda ahí. Ya hay órdenes de captura contra el empresario Gerardo Baltodano y el exministro de Educación Humberto Belli, hermano de la escritora Gioconda Belli.
Estrategia evidente
Para el periodista independiente Wilmer Madrigal, a diferencia de persecuciones anteriores, es claro que esta vez a Ortega no le importa esconder su plan. “Está tocando a líderes opositores de trayectoria y reconocidos a nivel internacional, como Cristiana Chamorro. Hoy Ortega actúa sin ningún miedo ni temor porque ya no tiene nada que perder”, dice a El Comercio.
“Ortega está tratando de eliminar a la oposición por completo, evitar que se lleven a cabo unos comicios electorales justos, transparentes y observados, como han demandado los diferentes organismos internacionales. Continúa metiendo terror y miedo a la población porque él sabe que ha perdido gran parte de la simpatía de la gente que lo hizo ganar en el 2006″, agrega.
Considera, además, que el gobierno que lideran Ortega y Rosario Murillo, su esposa y vicepresidenta del país, pretende lograr un alto abstencionismo en las elecciones para que la gente no llegue a votar, tomando en cuenta que el régimen ya que ha elegido únicamente a un partido para competir.
En principio, el principal objetivo del gobierno es que los precandidatos detenidos renuncien a sus campañas. De lo contrario, plantea seguir adelante con un proceso penal contra ellos para después argumentar que debido a eso esos postulantes están inhabilitados para competir.
Para lograrlo está haciendo uso del terror. Tres de los precandidatos presidenciales detenidos -Arturo Cruz, Félix Maradiaga, y Juan Sebastián Chamorro- se encuentran en la cárcel conocida como “El Chipote”, un lugar calificado como “centro de torturas” por defensores de los derechos humanos y donde el trato cruel y degradante es la ley. Si bien Cristiana Chamorro está detenida en su domicilio, ella no puede salir de su habitación. Hombres armados circulan libremente dentro de su casa.
Maynor Salazar, periodista de investigación del portal Divergentes, destaca también que Ortega se ha “radicalizado” con el objetivo de el objetivo de negociar tiempo para continuar en el poder.
“Él está tratando de tener la mayor cantidad de llaves, que serían los opositores, para poder negociar con Estados Unidos su permanencia en el poder. Él tiene claro que solo tiene dos rutas: extender su mandato otros cinco años, o perder el poder y enfrentarse a la cárcel. Por su cabeza no pasa la idea de entregar el poder y por eso es que está tratando de alargar todo eso y continuar en el poder”, dice Salazar a este Diario.
El país que ha tomado más decisiones ante los actos del régimen ha sido Estados Unidos, que ya ha sancionado a más de 20 funcionarios leales a Ortega, incluidos hijos del presidente.
Atados de manos
Con la oposición prácticamente descabezada y todos los poderes controlados por el régimen, tanto Madrigal como Salazar ven muy difícil que el cambio pueda venir desde dentro del país, por lo que las sanciones o acciones provenientes de la comunidad internacional son vistas como un camino para recuperar la democracia.
“Definitivamente sería un golpe bastante duro para Ortega que, por ejemplo, Estados Unidos y otros países no reconozcan su mandato o su gobierno si llegara a ganar cinco años más. Considero que la única forma de lograr un cambio sería con más presión externa, que se reavivara la oposición en el país y que el Ejército tenga un papel determinante, porque ahora Ortega tiene el control de la policía nacional, cuenta con el silencio cómplice del mismo Ejército y también tiene armados a muchísimos paramilitares”, señala Salazar.
Pero hasta ahora Ortega ha hecho oídos sordos a los reclamos de la comunidad internacional. Para los expertos, el régimen trata de verse fuerte ante sus bases para mantener el poco apoyo que aún le queda. “Sus bases son las que están gozando con el encarcelamiento de opositores, de empresarios, de extrabajadores de la Fundación Violeta Barrios. Pero sin lugar a dudas él no hace caso a nada de lo que diga la comunidad internacional”, dice Salazar.
Mientras la crisis política y la persecución arrecian, los ciudadanos sienten cada vez más incertidumbres. El gobierno de Ortega, ejecutado con puño de hierro, ha disminuido la resistencia en las calles y todos tienen por seguro que los arrestos contra opositores continuarán.
“Había la esperanza de que la oposición se formara, pero al final Ortega descabezó los liderazgos. Hay opositores y candidatos presidenciales encarcelados, ahora también los empresarios, entonces ahora en Nicaragua no hay ninguna resistencia que le haga frente. La democracia no existe en Nicaragua. Es muy complicado que la solución venga desde adentro, a menos que la oposición tome un papel bastante visible, como en el 2018, pero que no gire en torno a sus intereses, sino a la demanda popular que es que Daniel Ortega salga del poder”, agrega Salazar.
Por su parte, Wilmer Madrigal apunta que las alarmas están puestas a lo que pase ahora con la prensa independiente. “Circula en medios digitales sandinistas que el régimen irá contra los periodistas y dueños de medios independientes para tratar de hacer un apagón informativo. Van a atacar a todos, van a tratar de ocultar todo lo que represente peligro para ellos para evitar que las denuncias de los actos que se están cometiendo a diario salgan a nivel internacional”.
“A Ortega no se le podría poner un límite. Analistas políticos han dicho que la dictadura del régimen de Ortega ha superado la de Somoza. Ortega en realidad superó a su maestro, a quien él ayudó a sacar, y hoy está cometiendo peores delitos o actos que Somoza”, agrega.
Punto de vista
“Lo que Ortega está haciendo es tomar rehenes”
José Miguel Vivanco
Director para las Américas de Human Rights Watch
Daniel Ortega opera como un dictador y ha gobernado así por mucho tiempo. Lo que el régimen está haciendo es tomar rehenes para obligar a sus rivales a renunciar infundiendo miedo y terror. Ortega no está dispuesto a correr el más mínimo riesgo de perder el poder. La pareja que gobierna ha decidido usar el poder que tiene ahora, a cinco meses de las elecciones, y sobre esa base negociar con la oposición. Podría parecer una estrategia descarada, pero eso es, es un plan bastante básico y evidente.
Desde lo interno no hay ninguna manera de frenarlo porque el régimen lo controla todo. La palabra la tiene la comunidad internacional, pero hasta ahora la presión ejercida ha sido insuficiente y tendrá que aumentar, tendrán que haber más sanciones contra el entorno directo de Ortega, el tipo de sanciones que permiten congelar bienes y cancelar visas. Con la presión actual, Ortega se sigue riendo y habrá más opositores presos.
Ortega es un líder que siempre está dispuesto a negociar, esa es su historia. Pero negocia primero tomando rehenes y luego está dispuesto a darte una ley de amnistía, que es completamente infundada porque esta es gente que no ha cometido ningún delito. Esto es una fabricación completa diseñada para que Ortega pueda pedir algo a cambio, algo que le permita asegurar estar en el poder y usufructuar del poder y de la riqueza que ha acumulado de por vida.
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