La droga "es una herida en nuestra sociedad, un veneno que corroe, corrompe y mata", una "nueva forma de esclavitud" que "representa una mafia", que debe ser combatida con todos los esfuerzos. Aunque no hay que caer en la injusticia de clasificar a los dependientes como si fueran objetos o "trastos rotos", sino hay que rehabilitarlos.
Así de contundente fue el papa Francisco al intervenir en el seminario "Narcóticos, problemas y soluciones de esta plaga mundial", que concluye enP la Pontificia Academia de Ciencias y que reunió a unos 150 expertos de todo el mundo, entre los cuales hubo muchos referentes del mundo judicial, político y eclesiástico argentino.
En su discurso, Francisco, quien como arzobispo de Buenos Aires conoció de cerca el flagelo de la droga -un tema que lo desvela-, no pudo no referirse a su propio país. Lamentó, de hecho, que "en 30 años" la Argentina pasó de ser un país de tránsito de drogas a tener "consumo y un poco de producción". Y hasta contó la historia de un juez que trabajaba contra la droga que recibió "un aviso mafioso" porque "cuando se buscan las redes contra la droga uno se encuentra frente a la mafia, porque se mata a quien quiere destruir esta esclavitud", advirtió, hablando en español.
"La droga es una herida en nuestra sociedad, que atrapa a muchas personas en sus redes. Ellas son víctimas que han perdido su libertad a cambio de esta esclavitud, de una dependencia que podríamos llamar «química». Es ciertamente una «nueva forma de esclavitud», como otras muchas que flagelan al hombre de hoy y a la sociedad en general", dijo al principio de su intervención Francisco, quien fue recibido por un caluroso aplauso cuando llegó, al mediodía, al aula magna de la Casina Pío IV, sede de la Pontificia Academia de Ciencias.
Después de unas palabras de bienvenida de su "canciller", el arzobispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo, el ex arzobispo de Buenos Aires subrayó que todo el mundo es consciente de que el problema de la droga "representa una parte importante del crimen organizado". Por lo tanto, llamó a identificar el modo de controlar los circuitos de corrupción y las formas de blanqueo de dinero.
"No queda otro camino que el de remontar la cadena que va desde el comercio de drogas en pequeña escala hasta las formas más sofisticadas de lavado, que anidan en el capital financiero y en los bancos que se dedican al blanqueo del dinero sucio", denunció el papa.
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—Educación—
Para frenar la demanda del consumo, por otra parte, destacó la importancia de poner en marcha programas sociales orientados a la salud, al apoyo familiar y, sobre todo, a la educación, algo que consideró fundamental. "La formación humana integral es la prioridad; ella da a las personas la posibilidad de tener instrumentos de discernimiento, con los cuales puedan desechar las diferentes ofertas y ayudar a otros", indicó.
Aunque admitió que la prevención es el camino prioritario, recordó asimismo que es fundamental trabajar "por la plena y segura rehabilitación" de las víctimas de la droga en la sociedad, "para devolverles la alegría y para que recobren la dignidad que un día perdieron". Advirtió: "Mientras esto no esté asegurado, también desde el Estado y su legislación, la recuperación será difícil y las víctimas podrán ser re-victimizadas".
Lo escuchaban entonces los jueces federales Daniel Rafecas, quien fue invitado como observador, María Romilda Servini de Cubría y Sergio Gabriel Torres, y Zunilda Niremperger, del Chaco; el legislador porteño y titular de la fundación La Alameda, Gustavo Vera -brazo derecho de Sánchez Sorondo en este tipo de eventos-; el profesor Luis Alberto Ferrari, experto en toxicología y química forense que se desempeñó más de 32 años en la Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires, entre otros cargos; monseñor Jorge Lozano, promovido recientemente por el papa Francisco como arzobispo de San Juan de Cuyo y referente eclesiástico de la Pastoral Social, la lucha contra el narcotráfico y el cuidado del medio ambiente; Héctor Masoero, uno de los impulsores y fundadores del Observatorio para la Prevención del Narcotráfico de la Argentina (Oprenar), junto con Jorge Aufiero, el presbítero Guillermo Marcó -durante años vocero de Jorge Bergoglio- y Guillermo Marconi.
También estuvieron presentes en el evento el padre Juan Carlos Molina, que fue titular de la Secretaría de Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) durante el kirchnerismo; Roberto Moro, secretario de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico de la República Argentina; y el embajador argentino ante la Santa Sede, Rogelio Pfirter, entre otros.
Francisco en su discurso destacó también que no hay una única causa que lleva a la dependencia de la droga, sino que son muchos los factores que intervienen: la ausencia de familia, la presión social, la propaganda de los traficantes o el deseo de vivir nuevas experiencias, entre otros. Recordó, además, que "cada persona dependiente trae consigo una historia personal distinta, que debe ser escuchada, comprendida, amada y, en cuanto posible, sanada y purificada".
"No podemos caer en la injusticia de clasificarlos como si fueran objetos o trastos rotos, sino que cada persona debe ser valorada y apreciada en su dignidad para poder ser sanada. Siguen teniendo, y más que nunca, una dignidad en cuanto personas e hijos de Dios", afirmó.
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—Felicidad efímera—
Francisco consideró también que "no es de extrañar que haya tanta gente que caiga en la dependencia de la droga, pues la mundanidad nos ofrece un amplio abanico de posibilidades para alcanzar una felicidad efímera, que al final se convierte en veneno, que corroe, corrompe y mata".
"La persona se va destruyendo y, con ella, a todos los que están a su alrededor. El deseo inicial de huida, buscando una felicidad momentánea, se transforma en la devastación de la persona en su integridad, repercutiendo en todas las capas sociales", indicó.
Como sucedió en junio pasado cuando en la Pontificia Academia de Ciencias hubo una Cumbre Mundial de Jueces contra la trata de personas, también esta vez al final los asistentes al evento pudieron acercarse al Papa para saludarlo. Tuvieron, además, el honor de sacarse con él una foto grupal en la escalera de la entrada principal de la Casina Pío IV, espectacular edificio renacentista enclavado en los Jardines Vaticanos.
Fuente: La Nación, GDA
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