No es la primera vez que un presidente de Uruguay vivirá solo, y aunque hay escasos antecedentes, ahora Luis Lacalle Pou deberá enfrentar los desafíos políticos pospandemia en una casa grande, que quedará sin la vida familiar de un matrimonio con hijos.
La información del viernes sobre la separación del presidente uruguayo (de 48 años) de su esposa, Lorena Ponce de León (45 años), se convirtió en el principal tema de conversación y tendencia en las redes sociales en Uruguay. No hubo comunicación oficial ni comentarios públicos, pero la prensa local confirmó en Casa de Gobierno que la separación era un hecho, justo cuando faltaba solo un mes para que cumplieran 22 años de casados.
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Allegados a la familia identifican un proceso de tensiones vinculado a lo vivido durante los últimos meses en la gestión del presidente y no descartan que puedan reconciliarse, con el recuerdo de que ya habían tenido una separación de algunas semanas durante 2011.
El matrimonio se había mudado a la residencia presidencial del Prado luego de que Lacalle Pou asumiera la jefatura de Estado en marzo de 2020, al mismo lugar donde el actual presidente había vivido parte de su adolescencia. Entre 1990 y 1994 allí vivieron Luis Alberto Lacalle de Herrera y Julia Pou, durante el anterior gobierno del Partido Nacional.
Lacalle Pou y Ponce de León han tenido proyectos juntos y ella dirige uno de los planes de impulso a emprendimientos personales y familiares, en el plan Sembrando. Un acto de esa organización los mostró juntos el jueves pasado.
Mensaje en las redes
Hace poco más de un año, ella había puesto un cariñoso mensaje en sus redes sociales para recordar la fecha de la boda: “Hoy cumplimos 21 años de casados. Tantas anécdotas, recuerdos, historias, aprendizajes, tantas enseñanzas que nos ha dado este tiempo juntos y tantos que todavía nos queda por aprender. Lo más importante, el amor y la búsqueda constante por el entendimiento del uno por el otro y lo mejor de esta vida, nuestros tres hijos: Luis, Violeta y Manuel”.
Lacalle Pou ha destacado el rol de su esposa en el impulso a embarcarse en proyectos políticos desafiantes, como la segunda campaña electoral en busca de la presidencia.
La política, curiosamente, es lo que unió a esta pareja: siendo adolescentes se conocieron a fines de 1989 durante una fiesta del Partido Nacional (blancos) para celebrar la victoria electoral de Luis Lacalle de Herrera en unas duras elecciones. El último gobierno blanco había sido en 1962-1967.
Pasaron los años, se pusieron en pareja y se casaron con la bendición del actual Arzobispo de Montevideo, el cardenal Daniel Sturla, que conocía la familia desde hacía mucho tiempo. Lacalle de Herrera es un católico de los que acude a misa semanalmente y uno de sus diputados más importante fue Martín Sturla, el hermano del sacerdote. “Luis me llamó cuando se iba a casar para pedirme que yo presidiera la boda, entonces ahí tuve la alegría de celebrar la boda y de hacer la preparación con él y Loli. Y después cuando nacieron los chicos, los bauticé. Así que ahí también tuve encuentros y después me he encontrado varias veces con Luis”.
Ponce de León no venía de una familia política, pero al ponerse de novia con Lacalle Pou emprendió el recorrido de campañas electorales y se la vio incluso colgando y descolgando carteles de publicidad partidaria.
Él se recibió de abogado y ella de técnica forestal y paisajista. Ambos han relatado lo difícil que fue poder tener hijos y probar diversas técnicas para lograrlo, acompañados en ese proceso.
Antecedentes
Uruguay registra un solo antecedente de separación de un presidente en ejercicio, según recuerda el historiador Alejandro Giménez Rodríguez, autor de los libros de biografías de todos los jefes de Estado. El caso no fue dado oficialmente en su momento, pero se manejaba públicamente, con un presidente muy especial, que le gustaba la política, ejercía el mando con firmeza, amaba el deporte -el boxeo particularmente- y las salidas con amigos para compartir whisky. Jorge Pacheco Areco fue presidente entre 1967 y 1972, tuvo cuatro matrimonios, uno de los cuales fue durante el ejercicio del poder, pero se interrumpió dos antes de concluir el período.
Hay dos casos de viudez en tiempos ya finales de mandato. El anterior presidente, Tabaré Vázquez, que ejerció en dos períodos, 2004-2010 y 2015-2020, quedó viudo cuando faltaban siete meses de terminar su mandato, por la muerte de su esposa María Auxiliadora Delgado.
Juan Campisteguy fue el presidente del centenario, con los festejos patrios y la inauguración del estadio para el primer Mundial de fútbol (1930), que quedó viudo tres días antes de pasar el mando.
Y Uruguay tuvo tres presidentes solteros: José Ellauri (1873-1875), Francisco Antonino Vidal (1880-1882 y 1886) y Julio Herrera y Obes (1890-1894), que vivieron solos mientras ejercían el cargo.
La residencia del Prado pasó a ser casa para los presidentes en 1947 y una mujer argentina fue decisiva para elegirla como sede. Hasta ese momento se alquilaba una casa para el presidente y fue Luis Batlle Berres que decidió elegir un inmueble del Estado para dejarlo como residencia fija. Su esposa, la argentina Matilde Ibáñez (1907-2002), eligió la del Prado por los recuerdos que tenía de cuando había conocido a su marido, cuando ella era muy joven, quinceañera.
Ponce de León se mudó con sus hijos, y Luis Lacalle Pou se quedará en esa gran residencia, justo cuando el gobierno enfrenta presión de la oposición política y sindical por la inflación, que llegó al 9,4%, y sus seguidores esperan que pise el acelerador para implementar reformas prometidas.
Por Nelson Fernández