La naturaleza parece no darle tregua a Australia. Tras sufrir una de las peores sequías en los últimos 100 años e incendios forestales que hasta el momento han dejado 6 muertos y devastado al menos tres millones de hectáreas; ahora una ola de calor amenaza con elevar la temperatura en el país oceánico hasta cerca de los 50°C.
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El Buró de Meteorología de Australia (BOM) ha lanzado la alerta de que esta semana una ola de calor que avanza del oeste al este del país podría llevar a los termómetros a marcar un nuevo récord de temperatura máxima diaria nacional. Hasta el momento, el máximo había sido registrado el 7 de enero del 2013, cuando marcaron 40,3°C según el meteorólogo Adam Morgan del BOM.
Tras su traslado hacia el este, se espera que entre el jueves y viernes la ola de calor se dirija al sur del país, provocando que los estados de Australia Meridional, Victoria y Nueva Gales del Sur experimenten máximas de 47°C y 48°C. El récord lo marcará la ciudad de Oak Valley, en Australia Meridional, donde se pronostica que alcanzará los 49°C.
Según Morgan, “las olas de calor son los fenómenos climáticos más letales en Australia”. Solo para poner un ejemplo, según datos del Gobierno en el 2007 se registraron 294 muertes relacionadas al calor en la ciudad de Perth y se espera que para el 2050 la cifra incremente hasta las 1.419 debido a que se estima una mayor gravedad del fenómeno a causa del calentamiento global.
EL DÍA MÁS CALUROSO DE LA HISTORIA
Aunque es alarmante la temperatura que experimentará Australia esta semana, aún se mantiene lejos de la más alta registrada desde que inició este tipo de mediciones. El 10 de julio de 1913, en Furnace Creek, ubicado en el Valle de la Muerte al sureste de California, se registraron temperaturas de 56,7°C, según la Organización Meteorológica Mundial.
La principal razón para que este desierto paraje sea considerado el punto más caluroso de la Tierra responde a su geografía: la forma de cuenca con una profundidad de 86 metros por debajo del nivel del mar y las cadenas montañosas que la rodean producen que el aire seco se concentre en ella. La ausencia de vegetación, además, impide que el calor abandone el valle haciendo que en verano las temperaturas no desciendan de los 30°C.
“El aire calentado y más ligero se eleva pero queda atrapado en las paredes que envuelven el valle. Sólo se enfría ligeramente para caer de nuevo en el fondo”, explicó al diario español La Vanguardia el experto en climatología Marc Prohom.