“Conmoción”. “Crimen atroz”. “Ensañamiento”. “Cifras alarmantes”. “Indignación”. El feminicidio de la pequeña Fátima y el repudio generalizado que ha provocado dentro y fuera de México, han puesto en evidencia, por enésima vez, la urgencia de combatir una lacra que no deja de apuntar contra niñas y adolescentes.
En diálogo con El Comercio, la abogada mexicana e investigadora del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe) de su país, Sofía Cobo Tellez, destaca que al abordar la lucha contra la violencia machista es importante visibilizar especialmente a las niñas y adolescentes debido a que se encuentran en un riesgo mucho mayor.
Además, la especialista en justicia y ciencias penales defiende que es momento de llamar a brutales crímenes como el de Fátima por su verdadero nombre: feminicidio infantil, un problema real y que se replica sin cesar en México y en toda la región.
— ¿No se usa tanto como se debería el término feminicidio infantil?
El feminicidio se define como la forma más extrema de violencia contra las mujeres de cualquier edad, por razones de género. Cuando la víctima es menor de edad no siempre se le da el trato de feminicidio debido a que existe una falsa percepción de que para que se actualice el mismo, debe existir en el contexto de una pareja o expareja sentimental, pero esta causal, se refiere a uno de los tipos de feminicidio que es el “íntimo”. Sin embargo, existen cuando menos otros dos tipos de feminicidio, por ejemplo, el sexual y el de grupo que pueden realizarse en mujeres menores de edad (0 a 17 años cumplidos). Resulta importante abordar el fenómeno como feminicidio infantil y no como homicidio agravado, no solo por la consecuencia jurídica (diferenciada), sino para crear una política pública que nos permita disminuir o erradicar este tipo de violencias. Por lo tanto, todos los homicidios violentos contra niñas y adolescentes deben ser abordados como feminicidios y en caso de no actualizarse las causales, se investigarán como homicidio agravado.
— Ha dicho que el feminicidio de Fátima se debe analizar desde el enfoque de la niñez. ¿Qué significa eso y cómo se puede lograr?
El Protocolo Latinoamericano para la investigación de muertes violentas de mujeres por razón de género parte del paradigma de la interseccionalidad, es decir, las mujeres son analizadas como un grupo heterogéneo por lo cual la violencia no nos afecta de la misma manera. Además de la condición sexual y de género existen diferencias económicas, culturales, raciales y etarias que radicalizan la violencia y la injusticia social, debido -entre otras cosas- a que existe una relación de desigualdad y abuso mucho más evidente entre el sujeto activo y pasivo cuando se trata de menores de edad. Es indispensable incluir el enfoque y perspectiva de niñez a fin de elevar el estándar de debida diligencia, garantías y protección de los derechos humanos de la víctima, fundamentándose en el principio de interés superior, por ejemplo el tipo de reparación, la prescripción y la privacidad de datos personales a fin de no violentar sus derechos.
— Entre menor es la edad el riesgo es mayor...
Existe varios enfoques para abordar el riesgo, mientras menor es la edad de la víctima se reduce su capacidad de denunciar, defenderse y cuidarse; pero a medida que las niñas crecen, sus factores de riesgo aumentan fuera de su círculo más cercano, es decir su exposición al riesgo aumenta fuera de la familia.
— Después de tantos casos horrendos, ¿es posible encontrar algún patrón de conducta en quienes cometen estos feminicidios?
La moderna criminología trata de explicar las causas del delito desde un enfoque distinto a la etiología del agresor. Es decir, no debemos tratar de explicar el feminicidio por las características del agresor, sino más bien encontrar al agresor por las características del feminicidio. De ahí que sea indispensable conocer algunos datos clave para abordar el problema como por ejemplo la identidad, escolaridad, ocupación, condición étnica y situación de pobreza de las víctimas, debido a que mientras más elementos de aproximación tengamos, podremos dimensionar la magnitud y características del fenómeno a fin de abordarlo eficazmente.
— Se ha hablado de una “cadena de errores” en el caso Fátima. ¿Cuáles son los errores más comunes que se cometen al tratar este tipo de casos?
Creo que el principal error que se comete es que los operadores del sistema penal no saben investigar el delito de feminicidio, y peor aún, en su investigación no incluyen la perspectiva de género, niñez y derechos humanos. La mayoría de muertes violentas de niñas y adolescentes, se investigan como homicidio calificado, por ejemplo, del 2015 al 2018 se reportaron 194 casos de feminicidio en niñas y adolescentes y 671 casos de homicidios dolosos. Resulta indispensable darle el tratamiento que se merece a fin de generar acciones estratégicas de prevención: Se necesita visibilizar especialmente a las niñas y adolescentes debido a que se encuentran en mayor riesgo.
— ¿Por qué les cuesta a nuestras autoridades abordar estos crímenes desde un enfoque de género y de derechos humanos?
Por una ausencia de capacitación específica en estas materias. Debemos fortalecer las capacidades institucionales, en este caso desde el recurso humano, a fin de que se encuentren en posibilidades de investigar los delitos con una perspectiva de género y derechos humanos, aumentando la perspectiva de niñez y la adolescencia, todo ello en armonía con las recomendaciones de organismos internacionales como CEDAW y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
— En el 2019, el gobierno mexicano registró 1006 feminicidios, un aumento del 10% con respecto al 2018. ¿Qué estrategia se debería adoptar?
En México, el 28% del total de la población son niños, niñas y adolescentes de entre 0 y 14 años. De acuerdo con las normas e instrumentos internacionales como la Convención Internacional de los Derechos del Niño, toda política pública debe ser abordada desde un enfoque de niñez y adolescencia. Una de las estrategias que podrían ser efectivas, para contar con datos firmes, actualizados y fiables es aumentar variables clave y segregarlos, por ejemplo una estadística clave son los datos de abuso sexual infantil y que estos se trasversalicen con los de muertes violentas de niñas y adolescentes. Es indispensable disminuir la violencia estructural en contra de niñas y adolescentes en nuestro país, fundamentar el interés superior de la infancia como un eje rector en la política pública, mejorar los mecanismos de coordinación entre el sector salud, justicia y educativo, además de fortalecer las capacidades institucionales a fin de investigar todo tipo de delitos en contra de las menores de edad con un enfoque de infancia y adolescencia. Todas las formas de violencia contra niñas, niños y adolescentes deben estar penalizadas y generar mecanismos de protección a favor de los mismos.
— ¿Se han normalizado la violencia feminicida contra las niñas en México?
Hace un año, el Grupo de Diarios de América realizó una investigación denominada “Pequeñas Inocentes: el peligro de ser niña en América Latina” en base a datos cuantitativos, analizó el comportamiento de la violencia feminicida en 7 países latinoamericanos (Salvador, Argentina, Brasil, Perú, Costa Rica, México y Colombia). Una de las principales conclusiones a las que llega es que en todos los países se evidencia una falta de estadísticas firmes y actualizadas en la materia, por ejemplo en México los datos que reportan las distintas entidades federativas no son homogéneos pero además hay estados como Aguascalientes que hasta el 2017 incluyó en su Código Penal el delito de feminicidio, razón por la cual no contamos con datos contundentes que afirmen que se ha normalizado este fenómeno.
— ¿Qué dice de nuestras sociedades el que no podamos frenar esta lacra?
El que se cometan este tipo de delitos habla de un proceso de descomposición social, por lo cual, es necesario reforzar los mecanismos de prevención dentro de las instituciones de control social informal -escuela, familia, comunidad-, por lo que considero que de esta forma podremos avanzar en la disminución y erradicación de conductas de esta naturaleza. Para frenarlo, la ONU ha retomado el Modelo ecológico a fin de analizar el problema y tratar de lograr una cohesión social.
— Por su trabajo conoce más que la ciudadanía en general los datos y causas de este problema. ¿Qué es lo que más le impacta cuando surge un nuevo caso como el de Fátima?
Cada que suceden casos como el de Fátima o el de “Calcetitas Rojas”, por nombrar algunos, sorprende el nivel de violencia que se empleó en su comisión. Esto es producto de muchas inercias, pero sobre todo del no reconocer a nuestras niñas y niños como sujetos de derechos.