De izquierda a derecha: Mohammed Burqan, quien perdió su ojo izquierdo; Muath Amarneh, quien perdió su ojo izquierdo; Jacqueline Shahada, que perdió su ojo izquierdo; Ahmed al-Louth, quien perdió su ojo izquierdo; Malek Issa, de 9 años, que perdió su ojo izquierdo; Nafez al-Damiri, quien perdió su ojo derecho; Rifaat Barham, quien perdió su ojo derecho; Mai Abu Rawda, quien perdió su ojo derecho; Sami Marsan, quien perdió su ojo izquierdo. A lo largo de la frontera de la Franja de Gaza, el ejército israelí utiliza francotiradores que, según las instrucciones, abren fuego solo cuando los soldados corren el riesgo ante los alborotadores palestinos. (Fotos: EMMANUEL DUNAND / AFP).
De izquierda a derecha: Mohammed Burqan, quien perdió su ojo izquierdo; Muath Amarneh, quien perdió su ojo izquierdo; Jacqueline Shahada, que perdió su ojo izquierdo; Ahmed al-Louth, quien perdió su ojo izquierdo; Malek Issa, de 9 años, que perdió su ojo izquierdo; Nafez al-Damiri, quien perdió su ojo derecho; Rifaat Barham, quien perdió su ojo derecho; Mai Abu Rawda, quien perdió su ojo derecho; Sami Marsan, quien perdió su ojo izquierdo. A lo largo de la frontera de la Franja de Gaza, el ejército israelí utiliza francotiradores que, según las instrucciones, abren fuego solo cuando los soldados corren el riesgo ante los alborotadores palestinos. (Fotos: EMMANUEL DUNAND / AFP).
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Redacción EC

Gaza [AFP]. Cuando Jacqueline Shahada participó en una manifestación a favor del retorno de los refugiados a sus tierras, no imaginó que pudiese perder la vista. Y aún menos que acabase repudiada por su marido y perdiese la custodia de sus hijos.

El 9 noviembre de 2018, como cada viernes desde hacía meses, miles de palestinos se reunieron a lo largo de la barrera altamente vigilada que separa la Franja de Gaza e Israel, para una enésima manifestación de la “Marcha del Retorno”.

La situación se repite cada viernes: neumáticos incendiados, piedras, granadas y cócteles Molotov lanzados hacia los soldados israelíes apostados del otro lado, que replican con disparos de balas de goma o reales.

Jacqueline, de unos treinta años, con el velo bien ajustado que cae sobre su pañuelo palestino, pensaba que las manifestaciones también eran para las mujeres. Y allí fue, justo al lado de la barrera, para corear "Palestina".

“Pero de repente, sentí algo que quemaba en mis ojos y perdí el conocimiento”. Se trataba de una bala de goma.

Jacqueline Shahada mostrando su ojo izquierdo y el lugar donde recibió un disparo en el campo de refugiados de Bureij, en el centro de Gaza. (Foto: Emmanuel DUNAND y Mahmud Hams / AFP).
Jacqueline Shahada mostrando su ojo izquierdo y el lugar donde recibió un disparo en el campo de refugiados de Bureij, en el centro de Gaza. (Foto: Emmanuel DUNAND y Mahmud Hams / AFP).
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Fue trasladada al hospital donde se confirmó que había perdido la visión del ojo izquierdo.

Pero en esta tierra gobernada por el movimiento Hamas, asolada por un desempleo endémico, Jacqueline no fue recibida con honores.

“Pensaba que mi familia y mi marido estarían orgullosos de mí, pero no. Pagué un alto precio. Mi marido se divorció y perdí [la custodia] de mis hijos”, relata.

"Todo esto me afectó realmente. Hubiera preferido morir", dice Jacqueline, licenciada en Matemáticas.

De arriba a abajo: Ahmed al-Louth, quien perdió su ojo izquierdo; Muath Amarneh, quien perdió su ojo izquierdo; Mohammed Burqan, quien perdió su ojo derecho; Jacqueline Shahada, quien perdió su ojo izquierdo; Malek Issa, de 9 años, que perdió su ojo izquierdo; Mai Abu Rawda, quien perdió su ojo derecho; Sami Marsan, quien perdió su ojo izquierdo; Nafez al-Damiri, quien perdió su ojo derecho, habla en lenguaje de señas con su esposa Sawsan; Rifaat Barham, quien perdió su ojo derecho. (Foto: Emmanuel DUNAND / AFP).
De arriba a abajo: Ahmed al-Louth, quien perdió su ojo izquierdo; Muath Amarneh, quien perdió su ojo izquierdo; Mohammed Burqan, quien perdió su ojo derecho; Jacqueline Shahada, quien perdió su ojo izquierdo; Malek Issa, de 9 años, que perdió su ojo izquierdo; Mai Abu Rawda, quien perdió su ojo derecho; Sami Marsan, quien perdió su ojo izquierdo; Nafez al-Damiri, quien perdió su ojo derecho, habla en lenguaje de señas con su esposa Sawsan; Rifaat Barham, quien perdió su ojo derecho. (Foto: Emmanuel DUNAND / AFP).
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- Más de 8.000 heridos -

Durante las últimas semanas, la AFP entrevistó a una decena de palestinos que perdieron un ojo por disparos israelíes, a menudo durante o al margen de manifestaciones en Gaza, Jerusalén y Cisjordania ocupada.

Algunos reconocen haber lanzado piedras contra las fuerzas israelíes, otros estiman que solo estuvieron en o cerca de una manifestación. A veces lejos de los enfrentamientos.

Sobre la barrera de cemento que bordea Gaza, el ejército israelí utiliza francotiradores de élite que, según las consignas, abren fuego cuando se intensifican los lanzamientos de piedra.

Preguntado por la AFP sobre las heridas de Jacqueline y el uso ocasional de balas reales, el ejército israelí habla de un "desafío de seguridad" y dice que toma "todas las medidas posibles para reducir las heridas en los habitantes de Gaza que participan en estos disturbios violentos".

“Hay humo, neumáticos en llamas, el gas y la multitud en movimiento. Los francotiradores están a distancia, es difícil”, subraya un alto responsable militar.

Más de 8.000 palestinos resultaron heridos de bala, real o de goma, en Gaza en casi dos años de “Marcha del Retorno”, desde marzo de 2018 a principios de este año.

El 80% de las heridas de bala se centran en la parte inferior del cuerpo, según datos de las autoridades palestinas, las ONG y organizaciones internacionales. Alrededor del 3% de los heridos de bala resulta alcanzado en el cuello o en la cabeza, como Jacqueline.

Mai Abu Rawda mostrando su ojo derecho y el lugar donde recibió un disparo en el campo de refugiados de Bureij, en el centro de Gaza. (Foto: Mahmud Hams y Emmanuel DUNAND / AFP).
Mai Abu Rawda mostrando su ojo derecho y el lugar donde recibió un disparo en el campo de refugiados de Bureij, en el centro de Gaza. (Foto: Mahmud Hams y Emmanuel DUNAND / AFP).
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- “Matar al padre” -

En Jerusalén, donde la situación es menos tensa, hay enfrentamientos recurrentes en barrios como Shuafat y Essauiya, en la parte oriental de la ciudad, bajo control de Israel desde 1967.

Los habitantes se quejan de la creciente violencia de la policía israelí, que dice por su parte que responde al aumento de violencia en estos barrios.

Aquí también usa balas ovaladas de goma consideradas "menos letales", calificativo empleado para describir estas municiones que pueden de todos modos provocar la muerte si alcanzan por ejemplo la cabeza desde una distancia corta.

En febrero, Malik Issa, de nueve años, acababa de comprarse un sándwich en Essauiya cuando una de estas balas lo alcanzó.

Junto a él, Tala, su hermana mayor, llamó enseguida a sus padres.

Malek Issa, de 9 años, mostrando su ojo izquierdo y de pie en el lugar donde le dispararon en Jerusalén. (Foto: Mahmud Hams y Emmanuel DUNAND / AFP).
Malek Issa, de 9 años, mostrando su ojo izquierdo y de pie en el lugar donde le dispararon en Jerusalén. (Foto: Mahmud Hams y Emmanuel DUNAND / AFP).
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“Simplemente dijo ‘Malik ha sido alcanzado en la frente’, pero me dije: ‘no, debe de ser en los ojos’. Me quedé de pie, como paralizado durante unos minutos”, cuenta su padre, Wael.

Actualmente, Malik cuenta con un ojo de cristal en la cuenca izquierda.

“Mi hijo es educado, inteligente, tiene buenas notas en el colegio pero un soldado llega y le dispara... Quieren matar a los padres atacando a sus hijos”, critica Wael, que trabaja en la restauración en Tel Aviv.

La familia aún intenta comprender por qué un policía disparó a un niño cuando además no había una manifestación cerca.

Contactado por la AFP, el ministerio israelí de Justicia afirmó que había abierto una “investigación interna” sobre este caso.

- El ojo de la “verdad” -

Muath Amarneh ha cubierto incalculables manifestaciones en Cisjordania hasta el pasado 15 de noviembre. Ese viernes, guardias fronterizos israelíes y palestinos se enfrentaban cerca del pueblo de Surif, en Cisjordania ocupada.

Muath, periodista independiente cubría la escena equipado con un casco y un chaleco antibalas en el que se leía "Prensa".

“Un francotirador en tierra preparaba su arma. Dijo algo al oficial que no oí pero se rieron. Me dije que nos iba a ocurrir algo”, cuenta Muath.

El periodista Muath Amarneh (arriba) muestra su ojo izquierdo y parado en el lugar donde le dispararon en el pueblo de Surif, al norte de Hebrón, en la Cisjordania ocupada. (Foto: Emmanuel DUNAND y Hazem BADER / AFP).
El periodista Muath Amarneh (arriba) muestra su ojo izquierdo y parado en el lugar donde le dispararon en el pueblo de Surif, al norte de Hebrón, en la Cisjordania ocupada. (Foto: Emmanuel DUNAND y Hazem BADER / AFP).
/ EMMANUEL DUNAND HAZEM BADER

De repente "sentí que algo me había golpeado la cara, como si mi cabeza hubiese sido arrancada [...]. La sangre caía por mi cara. Estaba de rodillas y no podía levantarme".

Según testigos, Muath fue herido por una bala de goma que contenía metal. Un fragmento metálico le reventó el ojo izquierdo, ahora sustituido por uno de cristal.

Un escáner muestra un trozo de metal todavía atrapado detrás de la órbita, cerca del cerebro. Su historia se hizo viral en las redes sociales palestinas, donde algunos se grabaron con un vendaje de pirata y escribieron: "Los ojos de la verdad nunca serán cegados".

Las autoridades israelíes aseguran que no apuntaron al periodista.

Seis meses después, Muath no ha vuelto a tomar su cámara y no ve cómo podrá un día volver al terreno. “Mi vida está acabada”, lamenta.

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