Cientos de sirios celebran desde la plaza ___, en Damasco, el empate de su selección con Australia. (AFP)
Cientos de sirios celebran desde la plaza ___, en Damasco, el empate de su selección con Australia. (AFP)
Renzo Giner Vásquez

Minuto 85 del partido. El delantero Omar Al Somah convierte un penal para Siria. Las tribunas del estadio Hang Jebat de Malasia celebran. El equipo nacional sirio empata 1 a 1 con Australia y sigue soñando con conseguir un cupo para el Mundial Rusia 2018. A unos 7.600 kilómetros del campo de juego, en la plaza Umayyad de Damasco, cientos de sirios saltan, cantan y celebran frente a las pantallas gigantes instaladas por el régimen de Bashar al Asad. 

(Reuters)
(Reuters)

La selección nacional no puede jugar dentro de sus fronteras por la guerra civil que se vive en Siria desde marzo del 2011 y que, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, ha dejado uno 475 mil muertos y ha provocado la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el fútbol parece lograr que por 90 minutos los sirios olviden que el país se cae a pedazos.

La última victoria frente a Qatar (por 3 a 1 en agosto) y empates frente a Irán (2 a 2 en setiembre) y Australia (1 a 1 hace cuatro días) llenan de ilusión a la selección siria antes del segundo encuentro contra los 'aussies' (a las 4:00 a.m. del 10 de octubre) que definirá quién jugará el repechaje contra una selección de la Concacaf. 

Ganar esos encuentros pondría al equipo entrenado por Ayman Al Hakim por primera vez en un Mundial de Fútbol desde su fundación, en 1936. 

Sin embargo, ni la racha de resultados positivos ni tener la mejor posición de su historia en el ránking FIFA (puesto 75) pueden contentar por completo a los sirios. Tras la efervescencia del empate, muchos recuerdan a los más de 200 jugadores que han tenido que abandonar el país escapando de la guerra civil.

Selección nacional de Siria antes del partido contra Irán. (AFP)
Selección nacional de Siria antes del partido contra Irán. (AFP)

Otros tantos aún lloran a los 38 futbolistas de primera y segunda división (no hay datos exactos sobre los deportistas de categorías inferiores) que fueron asesinados a manos del régimen o murieron en bombardeos, según una investigación de la periodista deportiva Anas Ammo. 

Los rumores también apuntan a que dentro del camerino existe mucha división. Las acusaciones de que la selección es utilizada por Bashar al Asad como una maquinaria de propaganda han provocado que en estos años varios jugadores renuncien a ella y que otros vuelvan temerosos. 

"Tengo miedo, quisiera hablar pero no puedo", le dijo el jugador Firas al Khatib al equipo de ESPN que grabó el documental "El equipo del dictador". "En Siria no te matan por lo que haces sino por lo que dices, por lo que piensas". 

"¿Cómo podemos concebir que este equipo lleve la misma bandera que los aviones que matan a niños y civiles?", le preguntaba el ex miembro del equipo olímpico de fútbol sirio Ayman Kasheet al medio australiano Fairfax Media.

La imagen del Centro de Medios Ghouta muestra una columna de humo que se levanta luego que el Gobierno Sirio bombardeara un refugio de rebeldes en Damasco. (AP)
La imagen del Centro de Medios Ghouta muestra una columna de humo que se levanta luego que el Gobierno Sirio bombardeara un refugio de rebeldes en Damasco. (AP)

"Este equipo no me representa como sirio. La Asociación Siria de Fútbol está controlada por Asad, que la utiliza como propaganda", añadía el deportista que hoy vive refugiado en Suecia. 

La vinculación entre el Gobierno y la selección nacional ha causado que la FIFA suspenda todos los fondos de desarrollo para Siria, al considerar que el fútbol en ese país se ha politizado.  

El Gobierno, por su lado, se ha limitado a resaltar la importancia del deporte. "El fútbol es lo que une a los sirios, donde todos los bandos se encuentran en paz", dijo Bashar al Asad tras los partidos ganados por su selección en declaraciones recogidas por "El Diario", de España. 

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