Las fuerzas de seguridad iraquíes izaron la bandera nacional en el edificio del gobierno provincial de Anbar, en Ramadi, este 28 de diciembre.
Así marcaron las tropas gubernamentales su regreso al centro de la ciudad luego de semanas de intensos combates.
El Estado Islámico ha debido replegarse a Sufia, un distrito rural en el noreste, y aún mantiene pequeñas posiciones en el centro urbano en ruinas.
El grupo extremista volverá a atacar en Ramadi, incluyendo coches bombas ocasionales y operativos espectaculares para desestabilizar la situación, pero es difícil que logre un control total de la ciudad como lo venía manteniendo desde mayo de este año.
Ya en diciembre del 2013, mientras caía en sus manos Faluya, el Estado Islámico trató de capturar sin éxito Ramadi.
Durante 16 meses desgastó la resistencia del ejército iraquí con una ofensiva lanzada desde los suburbios rurales, pero solo cuando las fuerzas del gobierno se concentraron en la recuperación de Tikrit en el 2015 pudieron finalmente los islamistas ingresar al centro de la ciudad y utilizarla para distraer los esfuerzos de Bagdad por retomar Mosul.
Ahora, con la operación de Ramadi terminada, Estado Islámico sabe que es hora de la ofensiva en contra de su mayor fortaleza.
La organización radical puede intentar nuevas maniobras disuasivas pero las fuerzas iraquíes y sirias están mejor preparadas y cuentan con el apoyo aéreo de la coalición liderada por Estados Unidos.
Lo más probable es que las fases iniciales de la batalla de Mosul se desarrollen en la primera mitad del 2016.
La coalición internacional apoyó en la ofensiva.
Primero serán atacadas otras defensas del Estado Islámico, como la refinería de hub Qayyarah y locaciones en el valle del Tigris, al sur de Mosul.
Luego, la ciudad será lentamente sitiada en el verano y los ataques aéreos se intensificarán sobre objetivos logísticos y el liderazgo de la organización.
Por último, el asalto comenzará una vez que el calor del verano ceda, en el otoño del 2016.
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Entrenamiento y equipo nuevo
Aunque el Estado Islámico ha ganado tiempo gracias al uso de Ramadi, el ejército iraquí y la coalición internacional también han aprendido de esta experiencia.
Ramadi vio cómo ambas fuerzas trabajaban juntas para elaborar informes de inteligencia detallados de la ubicación de los yihadistas y luego usaron fuego aéreo para golpear con precisión sus objetivos.
Ramadi también presenció el entrenamiento y el equipo que el ejército local ha conseguido del contingente internacional.
Las tropas iraquíes mostraron sus nuevas habilidades en la ofensiva contra Ramadi.
Una de las nuevas habilidades del ejército iraquí que pudieron observarse fue su capacidad de limpiar el terreno de dispositivos explosivos improvisados, en una sola maniobra, con ayuda de equipo estadounidense de desmantelamiento de minas.
Ingenieros militares, usando bulldozers estadounidenses, consolidaron las defensas de los atacantes y les permitieron desarmar cualquier intento de contraataque de los que resistían.
Los militares iraquíes mostraron también que podían construir rápidamente nuevos puentes para reemplazar los que el Estado Islámico había destruido.
Todas estas habilidades serán útiles en Mosul.
El ejército iraquí piensa ahora en Mosul. (Reuters)
La batalla por Ramadi fue también el último de los combates que ha mostrado a comandantes profesionales, y no a líderes milicianos, al frente de las operaciones militares principales.
Éste fue el caso de Tikrit y Baiji, donde milicias trataron sin éxito de recuperar estas ciudades por meses. Al final, fuerzas especiales iraquíes, dirigidas por oficiales profesionales y apoyadas por fuego aéreo, triunfaron en ambos lugares en cuestión de días.
Esta dinámica es importante porque milicianos chiitas como Hadi al Amiri o Abu Mahdi al Muhandis, considerado este último por Washington como un terrorista a nivel global, buscarán probablemente ser protagonistas de la liberación de Mosul.
Pero la situación política local en la mayoritariamente sunita Mosul sugiere que la milicias chiitas no van a ser bienvenidas como liberadores sino que van a ser consideradas fuerzas ocupantes extranjeras.
Lo que es importante es que el asalto en Mosul –como las decisivas operaciones en Tikrit, Baiji y Ramadi– sean comandadas por el liderazgo profesional del ejército bajo un comando nacional.
Un anunciado fondo internacional de US$50 millones para restaurar servicios básicos en la ciudad, más los planes de que las fuerzas de seguridad locales sean integradas por musulmanes sunitas, tendrán un efecto importante en el regreso de la población local y una estabilidad duradera. El ejemplo previo de Tikrit da motivos para el optimismo.
El Estado Iraquí deberá hacerse presente en Ramadi con más que una bandera si desea ser recibido como liberador en otras ciudades.
Tikrit resultó muy dañada durante la lucha por liberar a la ciudad y luego fue saqueada por milicias predominantemente chiitas. Pero el proceso de reconstrucción ha transcurrido asombrosamente bien.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) está gestionando exitosamente un operativo para reubicar a los desplazados y las milicias han actuado con moderación.
Estos esfuerzos de estabilización y reubicación serán doblemente necesarios en Mosul, una ciudad 15 veces más grande que Tikrit y tres veces más grande que Ramadi.
Como resultado, Ramadi le ha dado al gobierno iraquí y a las fuerzas de seguridad una rara oportunidad de prepararse mejor para la batalla principal y la situación postconflicto en Mosul.
Si Ramadi no hubiese caído, el ejército iraquí hubiera marchado hacia el fracaso en Mosul.
Aunque el proceso será probablemente lento, la campaña para liberar esa ciudad pisa ahora terreno firme.
Las grandes ciudades se blindan en Año Nuevo por miedo al #terrorismo https://t.co/sqNGRvyppU pic.twitter.com/3HXLe6820F
— Mundo El Comercio (@Mundo_ECpe) diciembre 30, 2015
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