Cuatro expresidentes, ocho intelectuales y seis defensores de derechos humanos se reúnen en un libro para analizar cómo el populismo y el extremismo político han puesto en riesgo los principios básicos de la democracia.
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La obra, titulada “Las transiciones de la democracia”, tiene como editores a la politóloga Paola Bautista de Alemán, el diputado venezolano Juan Miguel Matheus y al expresidente de la Asamblea Nacional venezolana Julio Borges.
Borges, uno de los rostros más representativos de la oposición al régimen de Nicolás Maduro, ha vivido en carne propia las consecuencias de la caída de la democracia en su país. Cuando la justicia controlada por el chavismo lo acusó de estar detrás de un intento de magnicidio tuvo que huir hacia Colombia, país del que también salió luego de que Gustavo Petro llegara al poder y restableciera las relaciones diplomáticas entre Bogotá y Caracas.
Desde España, donde actualmente reside junto a su familia, conversó con El Comercio sobre este nuevo libro, la diáspora venezolana y sus expectativas frente a las elecciones presidenciales que deberían celebrarse en Venezuela en el 2024.
- ¿Qué desafíos enfrenta la democracia, según su libro?
Uno de los módulos del libro está dedicado precisamente a responder esa pregunta. Es una serie de artículos sobre el problema de la democracia actual, qué diferencia a las distintas transiciones y los problemas entre el sector privado y las democracias. Yo lo resumiría como que en este momento la democracia está en crisis por dos factores muy concretos.
- ¿Cuáles son?
Se dinamitó el centro político, no hay una visión compartida sobre los elementos vitales de la sociedad sino que mas bien existe un campo de batalla en la sociedad. En segundo lugar, vivimos un momento en el que la noción de valores o de verdad ha perdido totalmente su contenido, eso lo podemos ver desde Estados Unidos hasta Venezuela, Perú o España. Las democracias están muy fracturadas en casi todos los países y la polarización es lo que está mandando.
- Vivimos en un mundo donde solo encontramos extremos políticos...
Sí, lamentablemente. Es un momento en el que ya no hay un centro político, un lugar donde visiones contrarias puedan construir acuerdos. Y en la medida que eso ha desaparecido, lo que se impone es la lógica de amigos y enemigos. Eso lleva a tener una democracia sustentada en el enfrentamiento, sin entender que una democracia sana es la que requiere más esfuerzo y sacrificio; es decir, llevar a un entendimiento en el centro político. Ahora ser de centro es como una mala palabra, es algo deleznable, la gente le huye. Por ello se imponen las posiciones extremas que, según demuestra la historia, terminan en derrota para todos.
- Usted ha vivido las consecuencias de un régimen autocrático, ¿cuáles son las alertas a las que debe atender el ciudadano para evitar caer en una situación así?
Una de las cosas novedosas es que la democracia se convierte en una escalera que se usa para acceder al poder y desde allí desmantelar esa misma democracia. A mí me parece que es una super alarma aquellos procesos en los que se busca resetear y borrar todo con llamados a procesos constituyentes. Cuando se quiere enaltecer liderazgos absolutamente personales y no institucionales también es el comienzo del fin. Utilizar una retórica de estar conmigo o contra mí es otra señal muy peligrosa. Finalmente, cuando no se focalizan los verdaderos problemas de la región como la pobreza o la falta de derechos humanos y se prefiere crear enemigos, externos o internos, es una alarma muy peligrosa. Eso lo vivimos en Venezuela, todo comenzó como un proceso reivindicativo pero terminó con la libertad e institucionalidad de Venezuela secuestradas. Hoy, finalmente, solo somos un satélite de países como Cuba, Irán, China o Rusia.
- ¿Usted mantiene la esperanza de que Venezuela vuelva a tener una democracia saludable?
La salud de la democracia es un problema regional y Venezuela, lejos de ayudar a que las democracias de la región mejoren, las ha enfermado. Lo ha hecho exportando su ideología, metiéndose en política de otros países, financiando movimientos políticos, abriendo puertas a actores internacionales como los que mencionaba. Pero yo sí tengo la convicción de que Venezuela recuperará su democracia. Nosotros estamos más allá de un autoritarismo.
- ¿Cómo lo definiría usted?
Lo han bautizado como un régimen ‘gangsteril’. Y no es simplemente un insulto sino una realidad. Es una mezcla de dictadura, crimen organizado y corrupción, donde solo se sobrevive si estás metido en una actividad ilícita como lavado de dinero, tráfico de oro, de gasolina o de armas. Y ahí está metida la médula del poder, de Nicolás Maduro para abajo. Pero a pesar de ello, el país tiene unos anticuerpos muy grandes y lo demostró en las primarias de octubre, cuando el pueblo salió a votar masivamente por María Corina Machado.
- Machado obtuvo el 90% de los votos para convertirse en la candidata de la oposición, pero el chavismo se ha encargado de inhabilitarla políticamente. ¿Cree que eventualmente pueda participar de las elecciones del 2024?
Estamos en medio de un proceso de negociación entre Maduro y Estados Unidos. Precisamente estamos a días de que, según los compromisos, deben hacerse públicos los temas acordados sobre las elecciones. Eso implica tener claridad sobre el levantamiento de las inhabilitaciones, la presencia de observadores internacionales y las garantías electorales para la oposición. Maduro tiene la presión de que si no cumple, se anularían las reversiones a las sanciones que se le aplicó. Es un momento donde se necesita mucha presión de la comunidad internacional para que Maduro cumpla y tengamos a una María Corina habilitada.
- El chavismo ha demostrado en el pasado tener más de un truco bajo la manga. Prueba de ello son las mesas de diálogo con la oposición en las que siempre les sacó la vuelta y terminó con más poder que antes. ¿Cuáles son los errores que no deben repetir?
Lo que dices es cierto. Hubo diferentes procesos de negociación, yo mismo encabecé dos de ellos, y el guion es siempre el mismo. Prometen y se mantienen en una zona gris de indefinición para no cumplir. Ese es un gran aprendizaje. Estados Unidos debe tener claro que el principal propósito de Maduro es conservar el poder al precio que sea, por lo tanto no se puede partir de la buena fe, la promesa o un simple compromiso. Hay que tener el mayor rigor, ningún tipo de consideración con una dictadura que lleva más de 20 años y ha costado un proceso de migración enorme. Son más de 7 millones de venezolanos fuera de nuestro país. Es un gran dolor que causa un gran peso en diferentes países de la región, como el Perú. Tenemos que tener claro que la causa de esa crisis tiene un nombre: Nicolás Maduro.
- ¿Cuál es su evaluación sobre los principales líderes de la oposición: Juan Guaidó, Henrique Capriles y Leopoldo López? ¿Qué papel deberían cumplir en este proceso electoral?
Una de las cosas que analizamos en el libro es precisamente que un ingrediente obligatorio para las transiciones es la unidad. La unidad es fundamental. Es la manera en cómo el país se vuelve fuerte ante una dictadura. En este momento, todos los líderes políticos tienen que ponerse detrás de Maria Corina Machado. La gente salió masivamente a votar por ella y a demostrar que quiere un cambio en el país. Nos toca apoyarla y que su crecimiento siga contagiando al país para lograr el cambio en apenas 10 meses.
- En los últimos años se han registrado diversos episodios de xenofobia en la región contra los venezolanos, ¿qué cree usted que ha causado esto?
Es un proceso que todos seguimos con muchísimo dolor y sentido del sufrimiento de los venezolanos. Nos preocupa mucho que la migración y los brotes de xenofobia se desvíen y no veamos con claridad que la causa de esa migración es la dictadura de Maduro. Hace unos días indignaba ver a Maduro atacando al Perú y hablando en nombre de los migrantes cuando él es la causa única de esa migración y del sufrimiento de los venezolanos. Además, insultando a los peruanos como lo ha hecho antes con otros países. En el siglo XX Venezuela era el país con mayor recibimiento de migrantes latinoamericanos y europeos, y tuvimos algunos brotes de xenofobia en algún momento. Eso es muy doloroso y negativo. Lo mejor que podemos hacer para superarla es unir esfuerzos para que salga Maduro, mientras él siga en el poder continuará el problema. Hay estudios que demuestran que la inmensa mayoría de los 7 millones que han emigrado volverían a Venezuela con un eventual cambio político.
- ¿Cuánto ha mejorado la situación de los migrantes venezolanos y los lugares a los que han llegado en estos años de diáspora?
Yo he podido ver cómo los venezolanos echan para adelante. Surgen con creatividad, trabajo y mucha dedicación. Hay miles de historias de éxito, innovación y verdadero aporte. También hay una minoría que causa más ruido en historias relacionadas a venezolanos con temas delictivas. Es el caso del Tren de Aragua, por ejemplo. Pero lo que buscamos en un país tan importante como el Perú es que se nos juzgue por esa mayoría de venezolanos trabajadores que quieren acompañar y luchar mano a mano con el pueblo para tener un futuro mejor. No nos juzguen por esa minoría metida en acciones delictivas.