"Los analistas políticos atribuyen el éxito de la campaña conservadora sobre todo a dos factores: un nuevo ánimo de unidad nacional y la conjunción de un liderazgo débil y una importante falta de fe en las capacidades del Partido Laborista". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"Los analistas políticos atribuyen el éxito de la campaña conservadora sobre todo a dos factores: un nuevo ánimo de unidad nacional y la conjunción de un liderazgo débil y una importante falta de fe en las capacidades del Partido Laborista". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Paul Keller

Bajo cualquier cálculo lógico, el Partido Laborista británico debería ser el que logre una aplastante victoria en las elecciones generales adelantadas en el , programadas para el 8 de junio. Después de todo, el Partido Conservador pasará a la historia como el que gobernaba durante el voto por el ‘brexit’, una decisión que podría condenar al país a décadas de aislamiento e incluso arruinar su economía.

Al menos en el papel, el Partido Laborista de Jeremy Corbyn está ofreciendo promesas electorales mucho más atractivas que las anunciadas por su principal rival, la conservadora , quien asumió como primera ministra tras la renuncia de David Cameron.

En cambio, las encuestas sugieren que será el Partido Conservador el que gane la mayoría de los escaños en el Parlamento, y por un cómodo margen. Si es vencido, muchos esperan que Corbyn renuncie como líder del Partido Laborista, aunque si eso ocurre, es probable que sea reemplazado por otro líder de izquierda tradicional, no por alguien más moderado. Entonces, ¿qué ha pasado? ¿Por qué el Partido Laborista no ha sido capaz de explotar los reveses políticos masivos sufridos por los conservadores desde que llegaron al gobierno en el 2010?

Los analistas políticos atribuyen el éxito de la campaña conservadora sobre todo a dos factores: un nuevo ánimo de unidad nacional y la conjunción de un liderazgo débil y una importante falta de fe en las capacidades del Partido Laborista. Sobre lo primero, se dice que el ‘brexit’ ya no es el factor más relevante para la mayoría. De hecho, apenas figura en los manifiestos presentados por ambos partidos. Y, en cualquier caso, el ‘brexit’ no se dividió ordenadamente según líneas partidarias: había personas a favor y opositores en los dos partidos principales. Ahora, incluso los más firmes opositores al ‘brexit’ aceptan que el debate terminó y ven a Theresa May como quien tiene la posición dominante para liderar al país en las negociaciones.

Solo el Partido Liberal Demócrata, el tercero más grande, ha tratado al ‘brexit’ como un asunto determinante en su campaña, con la promesa de que exigirá un referéndum sobre el acuerdo final entre Londres y Bruselas.

En lugar de concentrarse en la ruptura con Europa, Theresa May dirigió la atención hacia otros temas. Con un eslogan ‘churchilliano’ – “Adelante, juntos”– May ha presentado a los conservadores como el partido de la unidad nacional, aprovechando el nacionalismo renovado tras el ‘brexit’. El ataque mortal ocurrido en Manchester a inicios de la semana pasada, que quitó la vida a 22 personas (el peor que ha ocurrido en el Reino Unido desde los ataques del 7 de julio del 2005) ha fortalecido su imagen como líder de la nación, recientemente unida en rechazo al terrorismo.

Como resultado, los conservadores podrían obtener pequeñas pero significativas victorias, incluso en Escocia. Allí, la mayoría de escoceses ve al Partido Conservador –y no al Partido Laborista– como el mejor para oponerse al Partido Nacional Escocés. Y si bien se espera que el Partido Nacional Escocés mantenga la mayoría de los escaños de Escocia, podrían perder algunos frente a los conservadores escoceses.

El segundo factor que perjudica a Corbyn es la poca credibilidad del Partido Laborista. Ellos han lanzado una serie de propuestas llamativas que han capturado la atención del votante promedio: comida escolar gratuita, matrícula universitaria gratuita, aumentar el número de policías y retornar a la propiedad pública a las empresas de ferrocarril, agua, correo y electricidad. En contraste, los conservadores ofrecen pocas cosas igual de tentadoras. Y Theresa May, quien carece del carisma y la habilidad para hablar en público que tiene David Cameron, incluso ha declinado de los debates públicos.

¿Por qué entonces los británicos no aceptan las generosas ofertas del Partido Laborista? Como el comentarista político izquierdista Jonathan Freedland de “The Guardian” explica: “Todo se reduce a la credibilidad. Los votantes no creen que el Partido Laborista logre cumplir con sus promesas”. Una percepción, dice, que se remonta a la gestión del gobierno laborista durante el colapso económico del 2008. Y aun más atrás, al malestar económico de los años setenta.

Los conservadores han hecho campaña con la promesa de un “liderazgo fuerte y estable”, explotando la creencia de que, como partido pro empresa, saben manejar la economía. De hecho, uno de los mayores obstáculos para una aplastante victoria conservadora es la apatía de muchos votantes. La expectativa de la victoria podría persuadir a muchos de que no hay necesidad de votar, pues el resultado está decidido. Aunque tras tres grandes contiendas consecutivas –el referéndum en Escocia del 2014, la elección del 2015 y el ‘brexit’ el 2016– sería irónico que sea la fatiga la que decida el resultado de esta histórica elección.


Traducido del inglés por El Comercio