Ana Valeria Herrera

Este mayo, el comediante estadounidense terminó su propia serie de HBO, “”, sobre un sicario harto de su trabajo que quiere dedicarse al teatro. Después de producciones en las que la violencia ha sido un escape para los hombres de sus vidas, Hader hizo todo lo contrario con “Barry”. Ha dicho que él quería evitar que la violencia en la serie se viera ‘cool’. Para Barry, matar es una obligación rutinaria y aburrida, y sus fantasías eran las de tener una vida doméstica normal, con una esposa e hijos. A través de la actuación, encuentra un propósito, un lugar al que pertenece –el teatro– y una forma de pretender ser alguien más.

Vimos la vida doméstica de Barry, Sally y su hijo John, en uno de los últimos episodios. Fue aterrador verlos a ambos ser malos padres, viviendo en una casa en un lugar completamente remoto, escondiéndose de la justicia. El episodio te hace sentir atrapado, al igual que los personajes, y no puedes evitar sentir lástima por el niño que está siendo manipulado para no tener aspiraciones fuera de su pequeña casa. Ni siquiera había música en el episodio, todo parecía monótono y mediocre. Fue apropiado que Barry y Sally acabaran actuando en su vida cotidiana mientras estaban fuera. Incluso eligieron nuevos nombres para ellos: Emily y Clark –como el álter ego de Superman, Clark Kent–. Quiere ser un héroe a los ojos de su hijo, pero también quiere verse a sí mismo como una buena persona, digna de perdón, que es por lo que se convirtió al cristianismo. Fue graciosísimo cuando dijo “Bingo” después de encontrar un podcast religioso que justificaba el asesinato. Esto se llama sesgo de confirmación: elegir solo la información que coincide con nuestras ideas.

Sin embargo, esto significa que no asumió sus errores. Siempre quiso redimirse sin afrontar las consecuencias de sus actos, matando a muchas personas para no afrontarlas. Cuando por fin decidió entregarse, ya lo había perdido todo. Sally y John lo habían abandonado, al igual que Fuches. Es demasiado tarde cuando ya no tienes nada que perder. También fue una gran elección creativa que Barry no muriera como un mártir defendiendo a su familia. Fue absurdo que un tan frío tuviera una muerte tan mundana, disparado con una pistola diminuta por su profesor.

La película sobre Barry fue un final perfecto para la serie. Se burla de la policía por el mal trabajo que hicieron en su investigación, de Hollywood por glorificar la violencia y a los militares, teniendo en cuenta lo falsa que es esa historia, y de cómo Chris Kyle no debería ser retratado como un héroe en absoluto.

Si bien no creo que Barry merezca esa redención ‘post mórtem’, creo que John merecía ver esta película. Él es el único inocente en esta historia, un niño que merece una vida normal, no la del hijo de un asesino a sueldo. Nos da la esperanza de que será una mejor persona de lo que fueron sus padres. 10/10.


*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Ana Valeria Herrera es estudiante de posgrado en literatura en George Washington University

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