Los 30 primeros días de Pedro Castillo. (Ilustración: Víctor Aguilar)
Los 30 primeros días de Pedro Castillo. (Ilustración: Víctor Aguilar)
Marisol Pérez-Tello y Richard Arce

Este sábado el presidente cumplirá un mes en el cargo, mientras en el el Gabinete Ministerial liderado por viene buscando desde ayer el voto de investidura. En esta edición, dos especialistas analizan los primeros 30 días de la presidencia de Pedro Castillo y la manera, en general, en la que se ha desempeñado el Ejecutivo en las últimas cuatro semanas.

El balance es negativo, por Marisol Pérez Tello

“Lo que quieren es hacer estallar al Estado por dentro”.

Casi un mes después del discurso del presidente Pedro Castillo, las dudas y temores que despertó su llegada al cargo, lamentablemente, se vienen concretando en la realidad y nos presentan un panorama nada alentador.

Su discurso de asunción estuvo marcado por el acento en lo que nos divide, dejando de lado el empuje, la fuerza y la solidaridad que nos permitió enfrentar, desde fenómenos de El Niño y pandemias, hasta el terrorismo. El mensaje presidencial ignoró el proceso de mestizaje que nos hace ser lo que somos y que nos regala, junto con la diversidad de nuestra geografía, una dinámica social que podría convertirnos en una potencia si les sumáramos un uso responsable de nuestros recursos naturales (ese banco de oro que significa para nuestro país el 12% del PBI) y la oportunidad de desarrollo para muchos de nuestros pueblos, de los más alejados, para quienes el canon podría significar un salto hacia la igualdad de oportunidades.

Se culpa, sin embargo, al empresario de hacer empresa, generar trabajo y pagar impuestos; se culpa al militar de usar la fuerza; y se culpa al crecimiento económico de abrir brechas. Es el mundo al revés.

Pero la culpa, en realidad, es del Estado y de nuestra débil institucionalidad, con una justicia que no salvaguarda derechos y sí impunidad para los delincuentes, con procesos democráticos que no garantizan una verdadera representación, y sin seguridad. Estamos desgastados para enfrentar al narcotráfico, al crimen organizado y a sus guardianes, los terroristas, y a la manera cómo estos últimos se infiltran en la política.

Los mensajes de este Gobierno han sido autoridades que representan todo aquello que enfrentamos, como investigados por terrorismo, improvisados administrando el país, populismo y, para terminar, un presidente del Consejo de Ministros que abre y cierra la presentación de su equipo ministerial recordando que la culpa de todo la tienen los opresores que no los escuchan ni toman en cuenta.

Qué elemental y básico discurso el de ayer, qué poco respeto hacia los hombres y mujeres que trabajan cada día y esperan del Estado justicia, un sistema de salud que funcione, una educación de calidad y un largo etcétera.

Los mensajes de esta administración son: el Estado es el que hará empresa, habrá trabajo para los amigos y votos golondrinos que permitan concentrar más poder en las municipalidades, además de subvenciones. ‘Vamos a gastarnos la plata con miras a las elecciones municipales del 2022’. ¿En serio creen que algo tan burdo no es evidente?

Han modificado leyes a través de decretos supremos, para evitar pasar por el Congreso. De paso, distraen con Vladimiro Montesinos, trasladándolo a un penal que no corresponde y poniendo en riesgo todo el sistema penitenciario al encomendarle a un órgano político la decisión de hacia dónde irán los reos más peligrosos.

Esto no respeta los límites que establece la Constitución.

El balance, en fin, es malo porque todos los que pueden están buscando salir del país, porque el que tenía plata ya la sacó de aquí, porque quienes tenemos hijos jóvenes no hemos dejado de pensar en si se irán y porque quienes no pueden irse esperan un milagro.

Más allá de la buena voluntad y de los sueños de un país mejor, el balance es pésimo porque lo que quieren es hacer estallar al Estado por dentro y, si no es así, déjense ayudar.

Jugando con fuego, por Richard Arce

“Se ha constatado que el Gabinete Bellido está bajo las órdenes de Vladimir Cerrón”.

El primer mes del Gobierno del presidente Pedro Castillo ha estado marcado por la improvisación y la controversia sobre las decisiones que ha tenido desde el primer día que asumió el poder, resaltando los cuestionamientos en la designación del presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido; de los ministros del Estado; e, inclusive, de funcionarios de mando medio, que destacan principalmente por sus antecedentes y denuncias, en desmedro de las condiciones mínimas que se requiere para asumir dichos cargos públicos.

Un aspecto determinante es que se ha puesto en juego la gobernabilidad del país al exponer innecesariamente a la presidencia, agotando la oportunidad del “romance” con la población que siempre se genera en los primeros meses de un nuevo gobierno y que permitiría encaminar las bases de los grandes cambios que Pedro Castillo ofreció en parques y plazas durante la campaña. Se trata de compromisos en los que están cifradas las esperanzas de un sector importante de la población –los sectores más vulnerables del país– que votaron ilusionados por el cambio y la supuesta revolución que ofrecía la “palabra de maestro”, con el cliché de: “no más pobres en un país rico”.

Desde este mes, ya han resaltado algunos hitos que nos permiten vislumbrar la orientación que tendrá el Gobierno, dentro del margen de lo impredecible que ha sido en estas últimas semanas. Se ha constatado, por ejemplo, que el Gabinete Bellido está bajo las órdenes de Vladimir Cerrón, como un poder sibilino, debido a la consonancia que encuentran sus mensajes en Twitter y en entrevistas televisivas con las decisiones que toma este Gobierno, desde la propia designación de Bellido hasta la posición del país en la política internacional, al extremo de exponer a la cancillería con la elección de Héctor Béjar quien, finalmente, renunció al cargo luego de sus desafortunadas expresiones sobre el terrorismo y la Marina de Guerra.

El Gobierno carece de un vocero político y, más bien, es notorio el protagonismo de Cerrón como portavoz oficioso, tras bambalinas, lo que, al final, desacredita la posición del presidente Castillo y lo expone innecesariamente, generando la crisis política actual cuyo desenlace se verá con el voto de confianza del Congreso al Gabinete Bellido.

La realidad es que existe una puesta en escena de la tesis marxista de la “agudización de las contradicciones”, que prevalece y que se ha puesto de manifiesto en la presentación del Gabinete Bellido, acentuando la polarización en lugar de buscar consensos, justamente para tratar de ganar la confianza del Parlamento y evitar que se llegue a una situación de abierta confrontación entre los poderes del Estado que podría saldarse con consecuencias nefastas, como la disolución del Congreso o la vacancia presidencial.

La decisión la tiene el presidente Castillo, porque es él el que está “jugando con fuego”. Esperemos que reoriente su Gobierno y que, en una muestra de desprendimiento y compromiso con el país, pueda hacer cambios ministeriales que garanticen la gobernabilidad y que envíen mensajes al país y a los inversores. Según Bloomberg, la devaluación de nuestra moneda se debe al ruido político del país y el escenario futuro no es promisorio.