Un 2023 distinto a lo esperado

Franco Olcese

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¿Un 2026 inalcanzable?

Paulo Vilca

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“El gobierno debería replantear su modelo de gestión, reconociendo sus limitaciones y enfocándose en puntos críticos”.

El saldo del 2023 es profundamente insatisfactorio, pero lo es de una manera distinta al escenario pesimista que se temía al inicio de año. El 2023, desde el punto de vista político, empezó como un año muy convulsionado, con movilizaciones de alcances sociales excepcionalmente amplios en las regiones del sur, que pedían: la salida de Dina, adelanto de elecciones, reposición de Pedro Castillo, cierre del Congreso y una asamblea constituyente. El electorado original de la plancha de la reciente presidenta Boluarte rechazaba visceralmente su nombramiento y el enfrentamiento entre manifestantes y las fuerzas del orden tuvieron un saldo lamentable en vidas humanas que fortalecía la sensación de inestabilidad del nuevo gobierno.

Pese a eso, el consenso de analistas económicos esperaba que se lograra una tasa de crecimiento económico positiva, y existía la expectativa –al menos en un sector de la población y líderes de opinión– de que un gobierno nuevo debería tener una mejor gestión que la vista durante el gobierno de Pedro Castillo.

El 2023 termina muy distinto: con un movimiento social claramente desgastado y desmotivado que no ha logrado convencer a la población de que vale la pena manifestarse por su causa; con una disputa entre facciones políticas por una mayor presencia en instituciones claves y la modificación de políticas públicas rechazadas por la convergencia de la mayoría de las fuerzas políticas con representación parlamentaria; con un Gobierno y Congreso “estabilizados”, pero ambos con una aprobación ciudadana aún más baja que la del inicio del año; y con una gestión del Gobierno que no ha obtenido (al menos aún no) resultados claramente superiores (más allá de algunos ministerios específicos) a los de un muy deficiente gobierno de Pedro Castillo. Ni siquiera se ha resuelto del todo algunos de los aspectos nocivos del gobierno previo, como son la agenda Maraví, o mejorado en temas pendientes desde el punto de vista productivo como lo son la reducción de la tramitología en los proyectos mineros o el impulso de las exploraciones en el mismo sector. Esto último es particularmente grave en el contexto de una ya reconocida recesión económica, que muy probablemente termine el año con un decrecimiento.

El Ejecutivo tiene un reto importante frente a la opinión pública. Una reciente encuesta de Datum nos muestra que existe expectativas negativas para el 2024 y una encuesta anterior nos señala que la población no está aprobando ni reconociendo las medidas del Gobierno en el principal punto de preocupación que tienen: la inseguridad ciudadana. Su “estabilidad” fundamentada por la debilidad de su oposición, más que por su propia fortaleza política, debería llevar al Gobierno a replantear su modelo de gestión, reconociendo sus limitaciones, y enfocándose políticamente en unos pocos puntos críticos y de alta relevancia para la población, que permita llegar al final del 2024 con ciertos logros tangibles y reconocidos por la ciudadanía.