“A la municipalidad se le han retirado las competencias directas sobre el transporte público, pero sigue teniendo a su mando la calidad de las vías por las que el sistema transita”.
Durante muchas campañas electorales, las principales propuestas de los candidatos en materia de transporte se han orientado a dos frentes: las grandes obras viales y el ordenamiento del transporte público. Este año, por primera vez, los postulantes se enfrentan a un escenario distinto: ya no tienen competencias sobre transporte público. Con la creación de la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU), las promesas de quienes aspiran a ser alcalde sobre el Metropolitano, las rutas de transporte, las líneas del metro o los corredores complementarios pueden quedar principalmente en eso.
Sin embargo, los candidatos a la alcaldía limeña tienen mucho por hacer. Además de las propuestas que pueden llevar a la ATU a través del sitio que posee la Municipalidad Metropolitana de Lima en el Consejo Directivo, también tienen la capacidad de accionar directamente sobre ámbitos prioritarios que dictan cómo nos movemos en la ciudad.
Uno de ellos, y quizá el más desatendido, es el diseño adecuado y la construcción de infraestructura de calidad. Las municipalidades son responsables de la implementación y mantenimiento de vías peatonales, ciclistas y vehiculares, pero quienes vivimos en Lima diariamente conocemos también su estado: no está bien diseñada. Con señales confusas y obras que no atienden las necesidades de la población, quienes habitan la ciudad se sienten atacados cada vez que caminan a los paraderos o dedican horas en movilizarse.
A la municipalidad se le han retirado las competencias directas sobre el transporte público, pero sigue teniendo bajo su mando la calidad de las vías por las que el sistema transita. La mejora del diseño es uno de los compromisos más relevantes que puede asumir la siguiente autoridad.
Muy de la mano con el diseño vial, los semáforos deben de conformar un sistema integrado e inteligente que asegure un tránsito fluido. No necesitamos ir a mayor velocidad –que es lo que ocasiona muertes diarias en nuestras vías–, sino tener viajes con fluidez. Para ello no se requiere apretar más el acelerador, sino evitar los bloqueos.
Estos dos aspectos contribuyen a reducir la congestión y el incumplimiento de la normativa de tránsito. Por supuesto, se acompaña de una fiscalización adecuada y educación vial, pero gran parte de la conducta humana está condicionada por los factores existentes en el entorno. Si logramos un sistema vial ordenado, con reglas claras y vías de tránsito adecuados para todos, priorizando a peatones, ciclistas y usuarios de transporte público, se logrará una ciudad más justa y segura para quienes caminan y quienes conducen.
A ello se le debe sumar uno de los principales roles del alcalde: el ser un coordinador entre quienes toman decisiones en la ciudad. La autoridad de Lima debe generar acuerdos con otros 42 alcaldes distritales, con los siete municipios del Callao, las instituciones nacionales y otros actores públicos y privados. Son muchas las instituciones que intervienen en el transporte, por lo que una prioridad es la de lograr consensos. Esperemos que quien tome el mando tenga un compromiso real con una movilidad de calidad.
“No nos dejemos seducir por propuestas deslumbrantes. Primero exijamos mejoras a la red vial existente y mejores condiciones en el transporte público”.
Para los limeños, el problema más importante luego de la inseguridad ciudadana es la congestión vehicular y el tránsito; es decir, la dificultad para ir de un punto A a un punto B dentro de la ciudad. Por eso, ahora que se acercan las elecciones municipales los candidatos indudablemente ofrecerán grandes y flamantes obras para darle solución a este problema e impresionar a los votantes.
Lamentablemente, las soluciones más eficientes y efectivas no son siempre las más llamativas, y es muy difícil hacerle comprender a los ciudadanos que, con obras bastante modestas, se lograría más que con las grandes obras a las que nos tienen acostumbrados las gestiones municipales desde hace décadas. Obras que, una y otra vez, nos han demostrado que no solucionan sustancialmente (o por mucho tiempo) el problema.
Verán, la razón principal de la congestión en Lima no es que falten vías expresas o viaductos, ni pasos a desnivel o grandes obras de infraestructura vial. El problema principal y la mayor razón de la congestión en Lima es la gran cantidad de calles, avenidas e intersecciones cuyas características no obedecen a las normas de diseño geométrico descritas en los manuales del MTC. Estas normas existen precisamente para asegurar un tránsito fluido, seguro, que minimice conflictos entre los distintos usuarios. Igualmente, otro motivo es el pésimo estado de los semáforos, su mala programación y su falta de elementos básicos, como fases para el giro a la izquierda, tiempos adecuadamente calculados, sensores para detección vehicular y coordinación entre intersecciones aledañas. Esto, sin mencionar la mala ubicación de paraderos, la informalidad en el transporte público y la falta de capacidad en el Metropolitano y el metro de Lima.
Los candidatos a la Alcaldía de Lima deberían estar ofreciendo soluciones a estos problemas en lugar de tratar de engatusar a los votantes con vías elevadas, pasos a desnivel y anchas avenidas que solo prometen acortar tiempos de viaje y eliminar la congestión, pero que finalmente ni siquiera eso logran.
Es inaceptable, por ejemplo, que ningún semáforo en Lima tenga la habilidad de cambiar sus tiempos de luz verde/roja de acuerdo con la demanda de vehículos en tiempo real y de manera autónoma; es decir, que no tengan sensores para detectar vehículos, que nos engañen poniendo cuentas regresivas en semáforos para vehículos (a pesar de que el MTC solo las permite en semáforos peatonales) y que nos digan que tener luces LED y cuentas regresivas los hace “inteligentes”. Es inaceptable que no exista en Lima un semáforo que permita hacer giros a la izquierda de a dos o tres carriles en simultáneo (lo que es común en ciudades desarrolladas) y que, al contrario, se prohíba el giro por ser considerado “antitécnico” (nada más falso).
Por eso, no nos dejemos seducir por propuestas deslumbrantes. Primero exijamos mejoras a la red vial existente y mejores condiciones en el transporte público, pues eso daría mucho mejor resultado (y tenemos estudios de impacto vial que lo demuestran).